Espasmo del sollozo, cómo actuar
Actualizado: 11 de octubre de 2022
Según datos de la Asociación Española de Pediatría (AEP) se estima que alrededor de cinco de cada 100 niños sanos entre los seis meses y los cinco años padecen lo que se conoce como espasmo del sollozo.
Qué es el espasmo del sollozo
Se trata de una situación benigna que no se asocia con ninguna enfermedad, pero que puede provocar un momento de gran angustia y de miedo en los progenitores, que ven cómo sus hijos dejan de respirar, se ponen morados, sufren una especie de convulsiones, e incluso pueden llegar a perder la conciencia.
Como el propio nombre del fenómeno indica, el espasmo del sollozo, también conocido como apnea de llanto, está muy relacionado con el lloro. No en vano, suele producirse debido al llanto derivado de una rabieta, de una caída, de un golpe, e incluso de un susto inesperado; y son eventos más habituales en menores cuyo padre o madre también los sufrió en su primera infancia.
Los expertos recomiendan actuar con calma ante un espasmo del sollozo, sin gritar, golpear o zarandear al niño durante la convulsión
Las pérdidas de conciencia, la ausencia de respiración y las convulsiones no dejan secuelas en los niños, como ya hemos comentado, y tan solo unos segundos después ya están recuperados. Además, por regla general, a partir de los cinco o seis años (y en muchos casos antes) estos episodios desaparecen a medida que los pequeños desarrollan su capacidad para gestionar el dolor y las frustraciones.
Tipos de espasmo del sollozo
Los expertos diferencian entre dos formas clínicas del espasmo de sollozo, aunque ambas pueden cursar a la vez:
Cómo actuar frente a la apnea del llanto en los niños
No hay forma de prevenir el espasmo del sollozo porque no existe ninguna manera de saber cuándo nuestro hijo va a darse un golpe o un susto, aunque sí pueden emplearse estrategias para evitar situaciones que puedan generar frustración en el niño, como explicar mucho las cosas, adelantarle determinados acontecimientos, o evitar ciertos lugares susceptibles de provocar rabietas. Eso sí, los expertos destacan la importancia de no ceder a sus caprichos o evitar reprenderle por miedo a que sufra el espasmo, ya que los límites y las normas claras ofrecen un punto de seguridad a los menores.
En todo caso, una vez que ocurre, los especialistas recomiendan actuar con calma, sin gritar, golpear o zarandear al niño durante la convulsión. También es muy importante no mostrar ante el menor una preocupación excesiva por estos episodios para no generarle un temor innecesario, o la tentación de provocarse él mismo nuevos episodios.
Desde la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría recomiendan consultar con el servicio de urgencias en el caso de que el afectado sea un bebé menor de seis meses o un niño mayor de cinco años, si el pequeño no se comporta con normalidad tras el incidente, o cuando el espasmo no haya sido provocado por las causas habituales (traumatismos, sustos o frustraciones).
En caso de duda siempre es aconsejable hacer una visita al médico, sobre todo si es el primer episodio que sufre nuestro hijo y no estamos seguros de que haya sido un espasmo del sollozo, o cuando estos se producen de forma muy repetitiva.
Creado: 14 de agosto de 2019