Espasmo del sollozo, cómo actuar

El espasmo del sollozo es un fenómeno benigno y sin secuelas, pero que suele provocar angustia a los padres debido a que su hijo, a partir del llanto, puede perder la respiración y la conciencia. Descubre cómo actuar en estos casos.
Espasmo del sollozo

Por: Adrián Cordellat

Periodista especializado en maternidad y comunicación médica

Actualizado: 11 de octubre de 2022

Según datos de la Asociación Española de Pediatría (AEP) se estima que alrededor de cinco de cada 100 niños sanos entre los seis meses y los cinco años padecen lo que se conoce como espasmo del sollozo.

Qué es el espasmo del sollozo

Se trata de una situación benigna que no se asocia con ninguna enfermedad, pero que puede provocar un momento de gran angustia y de miedo en los progenitores, que ven cómo sus hijos dejan de respirar, se ponen morados, sufren una especie de convulsiones, e incluso pueden llegar a perder la conciencia.

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Como el propio nombre del fenómeno indica, el espasmo del sollozo, también conocido como apnea de llanto, está muy relacionado con el lloro. No en vano, suele producirse debido al llanto derivado de una rabieta, de una caída, de un golpe, e incluso de un susto inesperado; y son eventos más habituales en menores cuyo padre o madre también los sufrió en su primera infancia.

Los expertos recomiendan actuar con calma ante un espasmo del sollozo, sin gritar, golpear o zarandear al niño durante la convulsión

Las pérdidas de conciencia, la ausencia de respiración y las convulsiones no dejan secuelas en los niños, como ya hemos comentado, y tan solo unos segundos después ya están recuperados. Además, por regla general, a partir de los cinco o seis años (y en muchos casos antes) estos episodios desaparecen a medida que los pequeños desarrollan su capacidad para gestionar el dolor y las frustraciones.

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Madre consolando a su bebé

Tipos de espasmo del sollozo

Los expertos diferencian entre dos formas clínicas del espasmo de sollozo, aunque ambas pueden cursar a la vez:

  • La primera es la cianótica o azul, que debe su nombre a que el rostro del niño al dejar de respirar toma un color azulado. Esta forma clínica está muy relacionada con rabietas y lloros provocados por contrariedades o frustraciones.
    El niño empieza a llorar y al cabo de unos segundos tiene una sacudida, se queda en silencio y sin respiración, y su rostro empieza a tomar un tono que va desde el azul al morado. Tras esos segundos de apnea el pequeño puede volver a llorar o, en el peor de los casos, perder de forma momentánea la conciencia.
  • La segunda es la sincopal o pálida. En este caso el nombre también deja claro que el pequeño pierde color hasta quedarse blanco. Los principales causantes del espasmo del sollozo sincopal son los golpes (el dolor) y las emociones bruscas como un susto o el miedo intenso, que provocan el llanto del niño y posteriormente el espasmo, que también puede acabar en pérdida de conciencia.

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Cómo actuar frente a la apnea del llanto en los niños

No hay forma de prevenir el espasmo del sollozo porque no existe ninguna manera de saber cuándo nuestro hijo va a darse un golpe o un susto, aunque sí pueden emplearse estrategias para evitar situaciones que puedan generar frustración en el niño, como explicar mucho las cosas, adelantarle determinados acontecimientos, o evitar ciertos lugares susceptibles de provocar rabietas. Eso sí, los expertos destacan la importancia de no ceder a sus caprichos o evitar reprenderle por miedo a que sufra el espasmo, ya que los límites y las normas claras ofrecen un punto de seguridad a los menores.

Niño llorando

En todo caso, una vez que ocurre, los especialistas recomiendan actuar con calma, sin gritar, golpear o zarandear al niño durante la convulsión. También es muy importante no mostrar ante el menor una preocupación excesiva por estos episodios para no generarle un temor innecesario, o la tentación de provocarse él mismo nuevos episodios.

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Desde la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría recomiendan consultar con el servicio de urgencias en el caso de que el afectado sea un bebé menor de seis meses o un niño mayor de cinco años, si el pequeño no se comporta con normalidad tras el incidente, o cuando el espasmo no haya sido provocado por las causas habituales (traumatismos, sustos o frustraciones).

En caso de duda siempre es aconsejable hacer una visita al médico, sobre todo si es el primer episodio que sufre nuestro hijo y no estamos seguros de que haya sido un espasmo del sollozo, o cuando estos se producen de forma muy repetitiva.

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