Gas radón: cómo reducir sus riesgos sobre la salud
Actualizado: 5 de enero de 2024
El interés por el gas radón no es nuevo. En 1989, Luis Quindós, profesor de Radiología de la Universidad de Cantabria, ya comprobó cómo las viviendas de la sierra norte madrileña triplicaban la presencia de este gas radioactivo, señalado ya entonces como un riesgo para la salud. Casi tres décadas después, en febrero de 2018, entra en vigor una directiva de la Unión Europea que obligará a los países miembro a reducir la presencia, en viviendas y lugares de trabajo, del invisible y controvertido gas radón.
Pero, ¿qué riesgos para la salud implica la presencia del gas radón? En espacios abiertos, ninguno, ya que se diluye con rapidez, siendo sus concentraciones muy bajas. El problema se encuentra en los espacios cerrados como casas o lugares de trabajo, donde al desintegrarse emite partículas radioactivas que al respirar acaban sobre las vías respiratorias, donde tienen la capacidad de corromper el ADN, provocando el desarrollo de un cáncer de pulmón.
No en vano, se estima que el gas radón está detrás de entre 3 y 14 de cada 100 cánceres de pulmón diagnosticados, siendo la segunda causa más importante en el desarrollo de este tumor tras el tabaco. De hecho, en combinación con éste, en el caso de los fumadores, el riesgo de padecer cáncer es 25 veces mayor.
De hecho, un estudio realizado por investigadores españoles en el que participaron 1.415 personas que nunca habían fumado confirmó que la exposición a gas radón es el principal factor de riesgo para desarrollar cáncer de pulmón en las personas no fumadoras. Sus resultados –publicados en Environmental Research en 2019– revelaron que los individuos expuestos a concentraciones superiores a 200 Bq/m3 en el interior de sus viviendas tenían 1,73 más probabilidades de desarrollar esta enfermedad (incluido adenocarcinoma, el tipo histologico de cáncer de pulmón más frecuente), que los que residían en domicilios con niveles inferiores a 100 becquerelios.
Otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos) y publicado en la revista Neurology en enero de 2024, encontró que la exposición a elevados niveles de este contaminante en espacios interiores se asocia a un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad denominada hematopoyesis clonal de potencial indeterminado (CHIP, por sus siglas en inglés) en mujeres de mediana edad o mayores que sufren ictus isquémico.
Cómo medir el gas radón y su peligro
La Unión Europea ha fijado en su directiva el nivel de acción en 300 becquerelios por metro cúbico, una cifra que algunos expertos consideran muy elevada si tenemos en cuenta que en países como Candá, Irlanda o Reino Unido, consideran que 200 Bq/m3 es el nivel límite, y en Estados Unidos ese límite está marcado en 150 desde 1988, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el peligro comienza a partir de exposiciones a 100 becquerelios por metro cúbico, incrementándose a largo plazo el riesgo de padecer cáncer en un 16% con cada aumento de 100 Bq/m³ en la concentración media.
Se estima que el gas radón está detrás de entre 3 y 14 de cada 100 cánceres de pulmón diagnosticados, siendo la segunda causa más importante en el desarrollo de este tumor tras el tabaco
Aunque se trata de un primer paso para un país como España, en el que en zonas como Galicia (la región más afectada por la presencia de este gas, presente de forma totalmente natural en suelos y rocas) se han llegado a detectar niveles de radiación de casi 5.000 becquerelios, el Dr. Alberto Ruano, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela y uno de los expertos que ha participado en el citado estudio, asegura que sus hallazgos avalan la necesidad de aplicar de forma urgente la directiva europea y de revisar las concentraciones consideradas de riesgo.
Como afirma la OMS en su Manual sobre radón en interiores, este gas es relativamente fácil de medir, pero es importante que esta medición se haga siguiendo protocolos normalizados, con el fin de asegurar mediciones precisas y reproducibles. Para tal fin, y por precios que oscilan entre los 150€ y los 250€, hoy en día se comercializan aparatos que detectan y miden la concentración, y también hay empresas especializadas que realizan esta labor.
En todo caso, desde la OMS recomiendan que las mediciones se realicen a largo plazo, para de esa forma poder comprobar la evolución media de la presencia del gas en un domicilio. Esto se debe a que la elevada variación temporal del radón provoca que las mediciones a corto plazo tengan una fiabilidad mucho menor.
Claves para reducir la presencia del gas radón en el hogar
La cantidad de gas radón presente en los hogares depende en gran medida de la concentración de uranio presente en las rocas y el terreno sobre el que se ha asentado el edificio; de las vías que el gas halla para filtrarse en los domicilios; y de las posibilidades de intercambiar aire interior con el aire limpio procedente del exterior. A eso, además, habría que añadir la introducción en los hogares de elementos externos como las encimeras, u otros objetos decorativos, que dependiendo del tipo de granito con el que hayan sido elaboradas, también pueden aumentar la concentración del gas radón en el hogar.
Para reducir la presencia del gas radón de los hogares, y disminuir el riesgo de padecer cáncer a largo plazo, desde la OMS recomiendan:
- Mejorar la ventilación del forjado de la vivienda –para lo que, si es necesario, convendría instalar un extractor de radón–.
- Garantizar el sellado de suelos y paredes, para evitar que el gas se filtre desde el subsuelo.
- Por último, mejorar la ventilación del domicilio, ya no solo abriendo las ventanas, que en viviendas con escasa circulación de aire es a todas luces insuficiente, sino instalando también sistemas de ventilación y extracción del radón.
Creado: 28 de febrero de 2017