Misokinesia, odio a la inquietud ajena
Actualizado: 5 de mayo de 2023
¿Alguna vez has estado con alguien que hacía gestos o movimientos repetitivos y has empezado a irritarte sin saber por qué? Puede ser que hayas experimentado misokinesia, un fenómeno psicológico que consiste en experimentar una reacción emocional negativa y muy intensa que se desencadena ante la inquietud, el nerviosismo o los movimientos repetitivos de otra persona, y que puede interferir en las relaciones sociales.
Qué es la misokinesia y qué síntomas provoca
La palabra misokinesia significa odio a los movimientos –del griego miso, que significa odio, y kinesis, que significa movimiento– y se trata de una alteración muy frecuente en la población general, y que parece haberse intensificado tras el confinamiento por COVID-19. Y es que, tras meses sin interactuar físicamente con otras personas, muchos se han vuelto más susceptibles a sentir malestar cuando se enfrentan a ciertas manías o particularidades de los demás, irritándose en exceso cuando son testigos de ellas.
Pero, ¿qué es concretamente la misokinesia? Se podría definir como esa sensación de ira, irritabilidad o aversión que se siente cuando se está en compañía de una persona que hace un movimiento repetitivo –como golpearnos el brazo al hablar–, mastica chicle de manera exagerada, o no para de mover el pie, por ejemplo. Aunque hay muy pocos estudios científicos al respecto, es un fenómeno psicológico bastante común.
Los síntomas más comunes en la misokinesia son la irritabilidad o sensación de enfado ante movimientos repetitivos. Además, también puede aparecer ansiedad ante actos reiterados, como abrir o cerrar un bolígrafo, el crujido de los huesos de los dedos, o si se tamborilea con los dedos en una mesa.
Misokinesia y misofonía, dos fenómenos muy comunes
La primera investigación que se ha centrado en esta extremada irritabilidad ha sido liderada por Sumeet Jaswal, miembro del Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia Británica (Canadá). En el trabajo, que se ha publicado recientemente en la revista Scientifics Reports, se midieron las respuestas de 4.100 individuos a situaciones desencadenantes de respuestas propias de la misokinesia y se evaluó el impacto que tuvo sobre ellos, teniendo en cuenta las razones por las que podrían aflorar las sensaciones negativas.
En una investigación con 4.100 personas un tercio de los pacientes informó de algún grado de sensibilidad a la misokinesia, a los comportamientos repetitivos e inquietos de los demás
“Descubrimos que aproximadamente un tercio de los pacientes informó de algún grado de sensibilidad a la misokinesia, a los comportamientos repetitivos e inquietos de los demás, tal como se encuentran en su vida diaria. Estos resultados apoyan la conclusión de que la sensibilidad a la misokinesia no es un fenómeno restringido a las poblaciones clínicas, sino más bien un desafío social básico, y hasta ahora poco reconocido, compartido por muchos en la población general”.
Los investigadores también encontraron que este fenómeno psicológico podría estar relacionado con la misofonía, que es la extrema sensibilidad a los sonidos repetitivos, por ejemplo, al comer, a las coletillas al hablar, o a las expresiones recurrentes. Ambos trastornos pueden hacer que la persona tenga encontronazos con los demás al recriminarles estos actos, y hace que se aísle del resto porque no disfruta –o no del todo– de las situaciones sociales o laborales.
¿Por qué nos molesta la inquietud ajena?
La posible explicación a la irritabilidad que sienten los individuos con misokinesia está en las neuronas espejo, que tienden a imitar los movimientos, pero también las emociones, de los que tenemos cerca: la llamada empatía inconsciente. Por tanto, las personas que están inquietas pueden transmitir esa sensación a las personas misokinésicas, aumentando su intranquilidad y nerviosismo, e incrementando su ira.
La asertividad puede ayudar a gestionar la misokinesia, explicando a esa persona con buenas palabras que te resultan incómodos sus movimientos repetitivos
Otros estudios sobre la misofonía detectaron que los que la sufren tienen una alteración en la corteza insular anterior, una zona del cerebro que se hiperactiva cuando se está expuesto a ciertos sonidos y ante emociones intensas como la ira, el miedo, o el estrés y hace que aumenten la sudoración y la frecuencia cardiaca. Por tanto, debido a que se ha relacionado la misofonía con la misokinesia, la explicación al porqué unas personas lo padecen y otras no podría estar en la morfología del cerebro.
Cómo afrontar y gestionar la misokinesia
Si te has sentido identificado con todos los síntomas descritos anteriormente, te vamos a dar algunos consejos para que puedas gestionar tu misokinesia de la mejor manera posible. Aunque no hay suficiente evidencia científica que describa las causas de este fenómeno psicológico y no se considere como un trastorno mental, sí puede ser limitante en la vida de las personas que lo sufren.
Las principales recomendaciones para evitar la misokinesia son:
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Paciencia y tolerancia
Es importante trabajar la paciencia e intentar que los movimientos de los demás no nos molesten gracias a técnicas de relajación y respiración profunda, que ayudarán a reducir los síntomas de ansiedad que se generan ante los tics ajenos.
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Aprende a ser más asertivo
Poner en práctica la asertividad es otra forma de gestionar la misokinesia. Escoge bien tus palabras para explicar a esa persona que te molesta el gesto repetitivo que está haciendo, y que por favor prescinda de hacerlo en tu presencia. Puede que sea la solución, aunque también depende de la comprensión de la otra persona, que en algunos casos puede sentirse ofendida por el comentario.
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Terapia psicológica
Aunque no se trata de una alteración tan grave como para necesitar ayuda profesional, en el caso de que interfiera de forma importante en tus relaciones personales o laborales puedes recurrir a terapia con un psicólogo que te ayude a gestionar esta irritabilidad.
Creado: 21 de septiembre de 2021