Síndrome de Stendhal: sobredosis de belleza
Actualizado: 29 de julio de 2022
Hace dos siglos, un 22 de enero de 1817, el escritor francés Marie-Henry Beyle, que escribía bajo el pseudónimo de Stendhal, se encontraba de viaje por Italia recabando información para su nuevo libro. Aquel día paseaba por Florencia, una ciudad marcada por su increíble patrimonio artístico, por su acumulación de belleza, cuando de repente empezó a encontrarse mal. Concretamente, en su diario de viaje escribió que el corazón le latía con fuerza, que la vida estaba agotada en él, que andaba con miedo de caerse. El médico que le atendió le dio un diagnóstico que fue el principio del síndrome que lleva su nombre: “usted lo que ha sufrido es una sobredosis de belleza”.
Este trastorno psicosomático, sin embargo, no fue definido como tal hasta mucho más tarde. Concretamente hasta 1979, cuando la psiquiatra italiana Graziella Magherini, tras más de dos décadas trabajando en un hospital de Florencia, observó y describió cientos de casos similares al padecido por Stendhal 200 años antes, sufridos por turistas y viajeros en la ciudad italiana. Por eso, el síndrome de Stendhal también es conocido como el síndrome de Florencia o el estrés del viajero.
Síntomas de los afectados por el síndrome de Stendhal
Este síndrome de carácter psicosomático se manifiesta con un aumento del ritmo cardíaco (que en ocasiones puede dar lugar a taquicardias), del agotamiento, la sofocación, los mareos y la sudoración, que se produce por la saturación de la exposición a belleza en un espacio de tiempo relativamente corto, ya sea durante la visita a un museo, o a raíz de un paseo por una ciudad repleta de monumentos y arte como es el caso de la capital de la Toscana, donde se han diagnosticado la mayor parte de los casos del síndrome.
La psiquiatra italiana Graziella Magherini definió el síndrome de Stendhal en 1979, tras observar y describir durante dos décadas en un hospital de Florencia cientos de casos similares al padecido por el escritor
En sus cuadros más severos, los pacientes también han mostrado síntomas de paranoia, han sufrido crisis de pánico y desvanecimientos e, incluso, han sido víctimas de amnesia o alucinaciones.
Las personas que padecen este síndrome pasajero suelen ser aquellas con una especial sensibilidad hacia el arte y la belleza. Turistas que en muchas ocasiones viajan con el único objetivo de visitar una obra de arte en concreto, o una exposición de un artista determinado, al que admiran y que, por tanto, tienen una cierta vinculación emocional con la belleza a la que se exponen, por lo que es más probable que se sientan turbados ante ella y puedan experimentar los síntomas descritos.
¿Existe realmente el síndrome de Stendhal o es un mito?
Aunque entre los psicólogos el síndrome de Stendhal está mayoritariamente reconocido, existen voces que lo ponen en cuestión o que, al menos, consideran que su diagnóstico ha sido sobredimensionado. Así, por ejemplo, hay quienes consideran que factores externos al turista como el calor, el agotamiento, la deshidratación, o el hambre, pueden ser los verdaderos responsables de los síntomas que padecen los viajeros, más allá de la propia belleza a la que se exponen.
Otros detractores argumentan que la popularización del mito, unida a la democratización del turismo, ha provocado una divulgación extrema del síndrome que, por un lado, ha sido aprovechada de forma publicitaria por ciudades como Florencia, la cuna del mismo, para de esta forma atraer a más viajeros hacia sus calles; mientras que, por otro, ha podido derivar en que los turistas lleguen a la ciudad sugestionados, lo que les haría casi autoinducirse el síndrome, al estar predispuestos de antemano a padecer la sintomatología referida por Stendhal un ya lejano 22 de enero de 1817.
Creado: 22 de agosto de 2017