Síndrome del mundo cruel, ver solo el lado negativo de la vida
Actualizado: 5 de mayo de 2023
¿Qué es el síndrome del mundo cruel?
El protagonista de 'El televisor' (1974) –un drama psicológico dirigido por Narciso Ibáñez Serrador– estaba convencido de que la violencia de algunos de los programas que emitía el aparato que con tanta ilusión había comprado terminaría por encontrar la forma de escapar a través de la pantalla y dañar a su familia. Los afectados por el síndrome del mundo cruel no sufren un trastorno mental como le ocurría a este hombre, pero la exposición prolongada a ciertos contenidos televisivos de carácter violento les incita a pensar que la sociedad en la que viven es un entorno hostil y peligroso, incluso aunque datos procedentes de fuentes fiables indiquen lo contrario.
Los medios de comunicación son por lo general una fuente de malas noticias: atentados terroristas, accidentes (de tráfico, de aviación…), masacres de civiles en conflictos armados, secuestros y asesinatos… Y si a esta acumulación de sucesos le añadimos el argumento de las numerosas series y películas que visionamos de continuo gracias a su disponibilidad en la televisión a demanda, y que también pueden contener escenas violentas o estar protagonizadas por personajes cargados de agresividad, no es de extrañar que nuestra percepción de la realidad no sea precisamente amable.
Los individuos que destinan más tiempo a ver la televisión tienen más probabilidades de percibir el mundo de acuerdo a los mensajes más habituales y recurrentes que reciben a través de sus programas
De hecho, el síndrome del mundo cruel no es un concepto nuevo, ya que este término fue ideado por George Gerbner –un teórico de la comunicación de origen húngaro que desarrolló su labor profesional en Estados Unidos– en los años 60 del pasado siglo, para definir los efectos que tienen los programas televisivos sobre la actitud y la forma de pensar y sentir de los espectadores.
La teoría del cultivo: la tele como reflejo de la realidad
Gerbner también fue el creador de la teoría del cultivo, cuyo objetivo era analizar las consecuencias que conllevaba el hecho de vivir en un entorno cultural dominado por la televisión, y averiguar el impacto que podía tener a largo plazo el consumo continuado de determinados contenidos televisivos sobre nuestra concepción del mundo.
Y es que incluso ahora que disponemos de Internet y de las redes sociales para recibir y compartir información, la televisión sigue siendo una fuente de imágenes y mensajes clave para la mayoría de la población –que además nos acompaña durante la infancia y adolescencia–, y la principal hipótesis de la teoría del cultivo es que los individuos que destinan más tiempo a ver la televisión tienen más probabilidades de percibir el mundo de acuerdo a los mensajes más habituales y recurrentes que reciben a través de los programas que ven.
Si los contenidos televisivos son violentos y se repiten, los espectadores pueden asumir que constituyen un reflejo de la realidad, aunque la tasa de crímenes haya disminuido
La televisión, por lo tanto, permite que un público de lo más heterogéneo comparta mensajes que presentan una concepción de la realidad que puede influir sobre su propia visión de la sociedad en particular y de la vida en general. De esta forma, si los contenidos son violentos y se repiten con frecuencia, los espectadores pueden asumir que constituyen un reflejo de la realidad, aunque la tasa de crímenes haya disminuido en su localidad, en su país, o incluso a nivel mundial.
Binge-watching: el fenómeno de los atracones televisivos
Los expertos también alertan de la aparición de un fenómeno asociado a la televisión por cable y a las Smart TV que permiten acceder a Internet –como por ejemplo los vídeos colgados en YouTube– desde el propio televisor: se trata del binge-watching (atracones televisivos), que se caracteriza por ver tres o más episodios de una serie (a veces incluso una temporada completa) de una sola vez, y que dependiendo del argumento o la forma en que se comporten los personajes puede contribuir más todavía a la aparición del síndrome del mundo cruel.
Así, un estudio publicado en diciembre de 2018 en Psychology of Popular Media Culture analizó las cinco series más consumidas en forma de atracones y el efecto que tenían en 366 jóvenes estudiantes que participaron en el estudio, y no solo encontró que en ellas la violencia era muy frecuente, explícita e intencionada, sino que cuantas más horas pasaban los consumidores aficionados a las series televisivas con contenidos violentos viendo este tipo de programas, más propensos eran a tener una percepción del mundo como un lugar peligroso y temible.
Cómo prevenir el síndrome del mundo cruel
La televisión prácticamente se encuentra en todos los hogares, y la posibilidad de consumir contenidos a demanda nos permite elegir lo que deseamos ver en cada momento, por lo que los amantes de la acción, el thriller o el terror, tienen siempre a su alcance programas de este tipo, tanto de ficción como basados en hechos reales.
A los que hemos conocido dos únicos canales de televisión, y la llegada de los canales privados repletos de anuncios que no se podían saltar a golpe de mando, elegir nos parece un lujo, pero conviene evitar que la violencia que visionamos –aunque sea por decisión propia– nos vuelva personas temerosas o negativas. Estos consejos te pueden ayudar prevenir el síndrome del mundo cruel:
Creado: 6 de mayo de 2019