Degeneración macular
El síntoma inicial más común de la degeneración macular es la visión borrosa, y afecta sobre todo a personas mayores de 70 años. Es vital controlar los factores de riesgo asociados, como la hipertensión o la diabetes, para evitar su aparición.

Causas de la degeneración macular

Por: Natalia Bermejo Rubio

Médico de Familia

Actualizado: 29 de julio de 2022

La degeneración macular afecta sobre todo a las personas mayores (es muy raro que aparezca antes de los 55 años, y normalmente se manifiesta a partir de los 70 o 75 años), y se debe a daños en los vasos sanguíneos, o al crecimiento de nuevos vasos sanguíneos dentro o alrededor de la mácula. Esto puede ocurrir cuando la persona padece algún otro trastorno y, sobre todo, con la diabetes.

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Otros factores de riesgo asociados al deterioro de la retina son: hipertensión mal controlada, aterosclerosis, insuficiencia renal crónica, exposición a radiación solar intensa y predisposición genética o antecedentes familiares.

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es la causa más frecuente de ceguera en personas mayores de 65 años. El riesgo de padecer esta enfermedad es superior al 10% en los mayores de 85 años, y afecta en igual proporción a hombres y mujeres. Con respecto a la raza es menos frecuente en personas de raza negra.

El epitelio pigmentario de la retina sufre los fenómenos del envejecimiento, ya que no se regenera, y se van acumulando materiales de desecho; así se forman las llamadas drusas, que son depósitos de materia, de color amarillo, que se sitúan bajo la retina, y que el oculista puede detectar mediante un examen completo de los ojos. Aunque las drusas por sí solas no ocasionan la pérdida de visión, el riesgo de padecer degeneración macular se incrementa si aumenta el número de drusas o su tamaño.

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Poco a poco se van produciendo alteraciones en la llegada del riego sanguíneo a la zona, por lo que se crean nuevos vasos sanguíneos, que no funcionan bien; esto ocurre en estadios tardíos de la enfermedad, y finalmente se desarrolla un tejido cicatricial, que es lo que produce una severa e irreversible pérdida de la visión que puede llegar a la ceguera.

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