Comer fuera de casa sin engordar
El trabajo obliga a mucha gente a comer fuera. Unos lo hacen en restaurantes, otros recurren al táper y los más ocupados al bocadillo. Para que estos hábitos no pasen factura a tu cintura sigue estos consejos.

Dieta inteligente en el trabajo

Por: Adriana Hernández

Social Media Manager y periodista experta en nutrición y vida sana

Actualizado: 21 de diciembre de 2022

Muchas personas, debido a su actividad laboral, no pueden comer en casa y deben hacerlo en comedores de empresa o en servicios de restauración, cuando no en la cocina de la oficina o sobre la propia mesa de trabajo. El problema es cuando nuestra forma de alimentarnos queda condicionada por nuestro quehacer diario. Si es tu caso, aquí tienes unos conocimientos básicos de alimentación para que escojas el menú más apropiado y saludable en cada caso. Hacerlo de manera saludable y evitando engordar es posible.

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Dieta inteligente en el trabajo

La frase mil veces repetida “no puedo adelgazar porque siempre como fuera” no tiene mucho sentido para la Dra. Pilar Riobó Serván, Jefe Asociado del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Jiménez Díaz-Capio. Según explica en su libro ¿Por qué no puedo adelgazar? (Editorial La Esfera de los Libros), “estar a dieta no quiere decir que no se pueda comer fuera de casa: ¿acaso no hay ensaladas, verduras, carnes a la parrilla, fruta… donde se va a comer?”. Algo con mucho sentido, ya que hoy día los establecimientos ofrecen varios platos para elegir un menú completo y equilibrado, sin que suponga un fracaso para la dieta. “Todo dependerá de los extras que se pidan y de lo que uno elija. La decisión está en nuestras manos, nadie nos obliga a elegir un postre calórico, fritos o repetir de plato”, comenta la Dra. Riobó.

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Mujer comiendo fuera de casa

Para que veas que comer de menú sin engordar es algo sencillo, aquí tienes unos consejos para que no se disparen las calorías totales del día:

  • No llegues a la comida con mucha hambre. Para ello es importante realizar cinco comidas al día. Elige para el tentempié del mediodía y de la merienda entre un par de piezas de fruta, un yogur con frutos secos o una infusión con un minibocadillo.
  • Modera las visitas a restaurantes tipo buffet o autoservicio. Es una manera de evitar tentaciones. Es normal que ante la visión de tanta comida nos pasemos llenando el plato y queramos probarlo todo.
  • No te excedas con las bebidas. Suele ser frecuente llegar al restaurante con sed y pedir un refresco o una bebida con alcohol. Es preferible que aplaques esta sensación con agua y luego veas si te apetece beber otra cosa.
  • No piques con los entrantes. Una táctica muy utilizada por los restaurantes es traer algo de aperitivo (pan, mantequilla, patatas, aceitunas…). Recházalo con educación, espera un poco y no te arrepentirás.
  • Los primeros platos suelen llevar menos calorías, menos grasas y más carbohidratos complejos que los segundos, por lo que son más aconsejables para controlar el peso y el colesterol.
  • Respecto a los segundos, elige carnes magras (pollo sin piel, pavo, conejo, ternera, algunas partes del cerdo –lomo, la paleta y el solomillo–) y pescados. Acostúmbrate a pedir las cosas a la plancha, a la parrilla o asadas. Y de acompañamiento mejor ensaladas, verduras cocidas o a la plancha que patatas fritas.
  • Las salsas, pide que te las sirvan aparte y escoge las que están hechas de tomate u otros vegetales mejor que las de nata o leche. Los aliños será preferible utilizar aceite de oliva que otras emulsiones.
  • El pan, ¿quién ha dicho que el pan está prohibido? Aquí la única norma es que no se debe tomar antes de que llegue el primer plato.
  • No hace falta comérselo todo. Ya sabemos lo insistentes que se ponían nuestras madres con que dejásemos el plato limpio. Cuando comemos fuera, muchas veces las cantidades son excesivas, toma sólo lo que necesites.
  • No repitas. La clave de una dieta no está en dejar de comer, sino en no hacerlo en exceso.
  • Opta por un postre sano. Si te apetece, selecciona fruta fresca, un lácteo o un sorbete y evita las tartas, pasteles o helados.

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El menú del día perfecto

Una vez tengas esto claro, abre la carta y elige de primero entre setas, champiñones, verduras a la plancha, marisco o molusco cocido (mejillones, berberechos…). De segundo, un pescado al horno o a la sal, o bien carne de ternera o de pollo a la piedra o a la plancha. Y, de postre, una infusión o un sorbete de limón.

La regla básica para poder hacer tus propias combinaciones es que el menú resultante esté compuesto por hidratos de carbono (pan, legumbres, pasta, arroz...), proteínas (principalmente carne y pescado) y una o dos raciones de alimentos del grupo de las frutas, verduras y hortalizas.

Creado: 23 de octubre de 2012

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