La depresión, asociada al consumo de comida basura

Un estudio español asegura que un consumo excesivo de comida rápida y bollería industrial incrementa hasta un 40% las posibilidades de desarrollar un trastorno depresivo.
Mujer deprimida provocada por la comida basura

¿Te gustan mucho las hamburguesas, los ‘perritos calientes’, los donuts y las pizzas? ¿Recurres a menudo a este tipo de alimentos porque te faltan ganas o tiempo para cocinar? En ese caso, es importante que conozcas un dato extraído de un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Universidad de Navarra, y es que las personas más aficionadas a ingerir comida rápida –coloquialmente conocida como ‘comida basura’– y bollería industrial son mucho más propensas a sufrir depresión, porque un consumo excesivo de estos productos incrementa hasta un 40% las posibilidades de desarrollar esta patología.

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En la investigación, que recoge Public Health Nutrition, han participado 8.964 personas, sin antecedentes de trastornos mentales ni consumo de antidepresivos al comienzo del estudio, y que fueron seguidas durante un periodo de seis años. Cada dos años, los voluntarios cumplimentaban unos cuestionarios en los que explicaban sus hábitos de vida y el tipo de alimentos que consumían. Dado que es probable que los pacientes con depresión sean los que más comida basura ingieren a causa precisamente de su enfermedad, y para asegurarse de que entre los participantes no hubiese personas con depresión que todavía no hubiesen sido diagnosticadas –lo que hubiera podido influir sobre los resultados–, a los dos años se evaluó de nuevo a los participantes y se excluyó a los que en ese momento ya presentaban síntomas de depresión.

Cuantos más alimentos de comida rápida consumía un sujeto, más se incrementaba el riesgo de que desarrollase depresión

Durante el tiempo que duró el estudio, a 493 personas se les diagnosticó depresión o comenzaron a tomar antidepresivos, y la autora principal del trabajo, la doctora Almudena Sánchez-Villegas, explica que detectaron que existía una asociación entre la ingesta de comida rápida y la aparición de los síntomas depresivos y que, además, cuantos más alimentos de este tipo consumía un sujeto, más se incrementaba el riesgo de que desarrollase depresión.

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Para explicar el efecto que tiene el tipo de dieta en las probabilidades de desarrollar un trastorno depresivo, los investigadores aluden al elevado contenido en grasas trans que presentan los alimentos típicos de la comida rápida, que además de aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, también están relacionadas con el desarrollo de depresión porque incrementan la producción de citoquinas, sustancias con propiedades inflamatorias, relacionadas con la disminución de la síntesis de neurotransmisores, un proceso necesario para el correcto funcionamiento neuronal.

Los autores del estudio comprobaron que las personas que consumían comida rápida habitualmente, con frecuencia también eran los más sedentarios, los que más fumaban y más horas trabajaban, así como los más propensos a permanecer solteros. Además, sus hábitos dietéticos eran peores porque eran los que menos fruta, verdura, pescado, frutos secos y aceite de oliva -todos ellos alimentos propios de la dieta mediterránea- consumían. Esto significa que existe una cierta predisposición relacionada con el carácter de estas personas hacia unos hábitos de vida inadecuados que, a su vez, elevan su riesgo de sufrir trastornos depresivos.

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Los expertos concluyen que una alimentación adecuada sí puede proteger contra la depresión, al igual que lo hace contra otras muchas enfermedades, y preconizan las virtudes de la dieta mediterránea para prevenir la aparición de esta afección.

Actualizado: 7 de agosto de 2017

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