Cómo comprar leche y lácteos
No sólo de calcio viven los lácteos. Conoce qué nos aportan nutricionalmente la leche y sus derivados, sus múltiples variedades y las claves para elegir con cabeza las más adecuadas para ti y cómo conservarlas.

Cómo elegir el mejor lácteo para ti

Por: Beatriz Robles

Consultora experta en seguridad alimentaria

Actualizado: 5 de mayo de 2023

Ante esta variedad de leche y productos lácteos es lógico que te asalten las dudas sobre cuáles son los más adecuados. Por eso, te damos algunas de las pistas que te pueden guiar a la hora de comprarlos y hacer la mejor elección del lácteo que más se adapte a tus necesidades:

  1. No hay diferencias nutricionales entre la leche UHT o la pasteurizada. A algunas personas les gusta más la pasteurizada porque consideran que se parece más al sabor tradicional. Escoge la que más te guste y te resulte más cómoda de comprar, conservar y consumir.
  2. Cuantos menos ingredientes mejor: simplemente compara el número de ingredientes que lleva un yogur natural y uno con frutas, por ejemplo. No es que la cantidad de ingredientes suponga que el producto es nutricionalmente peor per se, pero es probable que entre ellos se cuelen algunos como el azúcar que mejoran la palatabilidad (pero empeoran el perfil nutricional). Y es contraproducente porque puedes pensar que la versión con frutas o frutos secos te aporta un extra de beneficios precisamente por añadir estos ingredientes, cuando la realidad es que la cantidad de fruta es mínima (a veces no llega ni al 2%) y en muchas ocasiones el porcentaje de azúcar añadido es incluso superior al de la propia fruta.
  3. Evita los productos lácteos con alegaciones de propiedades saludables: estos son lo que indican que “ayudan a tu digestión”, contienen fibra que acelera el tránsito intestinal, ayudan a controlar el colesterol… La mayor parte de estos productos deben sus propiedades a ingredientes añadidos que puedes obtener perfectamente siguiendo una dieta saludable basada en alimentos frescos que los contienen de forma natural. Y generalmente estos lácteos son mucho más caros que sus homólogos convencionales.
  4. Lee la etiqueta (sobre todo la letra pequeña): es la herramienta más completa que los consumidores tenemos a nuestro alcance para conocer de verdad las características de un producto. Aunque el envase esté diseñado para parecer un producto saludable, no siempre es así. En la lista de ingredientes y en la información nutricional podrás encontrar información fidedigna para saber si ese alimento es lo que estás buscando.
    Hombre comprando leche
  5. Aprende a distinguir los lácteos: no todos son iguales ni todos son saludables. Y no son intercambiables. Es fácil que, arrastrando la buena reputación de la leche, se pueda pensar que los postres lácteos son igualmente nutritivos y válidos como opción saludable, pero no. No es lo mismo tomar un yogur que un postre lácteo por mucho que los dos se consuman en circunstancias parecidas (al acabar de comer). Son tan diferentes nutricionalmente que mientras el yogur entraría en las 2-3 raciones diarias de lácteos recomendados, el postre sólo debería consumirse de manera ocasional.

    Y tampoco es equivalente consumir una ración de queso madurado (muy rico en proteínas pero con una gran proporción de grasa saturada) que uno fresco desnatado. Debes ser consciente del aporte nutricional de los lácteos que consumes (para lo cual lo mejor es volver al punto 4, lee las etiquetas).
  6. Intolerantes a la lactosa: mientras que las personas alérgicas a la proteína de la leche no pueden consumir ningún producto lácteo, los intolerantes a la lactosa si podrán comerlos en función de su grado de intolerancia. Algunos de los productos mejor tolerados son los yogures y los quesos, precisamente porque son productos fermentados en los que la lactosa se ha transformado por la acción de los microorganismos.

    Y muy importante: el diagnóstico de intolerancia a la lactosa tiene que hacerlo un médico. El autodiagnóstico puede hacer que restrinjamos nuestra dieta evitando los lácteos (incluso en mayor medida que si tuviésemos una confirmación médica) y que no se sustituyan adecuadamente, reduciendo la ingesta total de calcio.

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Creado: 29 de marzo de 2017

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