Requisitos que debe cumplir un producto 'sin lactosa'
Actualizado: 5 de mayo de 2023
Muchos consumidores piensan que la mención 'sin lactosa' en la leche, y otros lácteos y productos está regulada, pero en realidad no es así. Como es un compuesto que puede producir intolerancias alimentarias, la legislación europea sí obliga a indicar si un producto lleva lactosa, y a resaltar este ingrediente en el etiquetado.
Es decir, se exige que se indique su presencia, pero no es lo mismo que obligar a que se indique su ausencia. De hecho, conceptualmente es imposible mencionar en una etiqueta todos los compuestos que un alimento no incluye (¿por qué no indicar entonces que no contiene bacterias patógenas o pesticidas prohibidos?). No tiene sentido.
En España, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) considera que las personas intolerantes a la lactosa sí pueden verse beneficiadas de un etiquetado que indique claramente la cantidad reducida de lactosa de los productos. Por eso, aunque en nuestro país tampoco hay una norma que regule esta mención, AECOSAN tiene unas orientaciones (no obligatorias): 'sin lactosa' se aplica a los productos que contienen menos de 0,01% de este disacárido y 'bajo contenido en lactosa', a los que tienen menos del 1%.
Valor nutricional de los productos sin lactosa
En cuanto a sus valores nutricionales, en la mayoría de las leches 'sin lactosa' que podemos encontrar en el mercado comprobamos que la cantidad de azúcares es exactamente la misma que en la leche convencional: 4,7g. Como se ha explicado previamente, esto se debe a que inicialmente había 4,7g de lactosa, que al añadir lactasa se han convertido en glucosa y galactosa (cuya suma da esos 4,7g).
Sin embargo, en la lista de ingredientes no se menciona la enzima. Esto se explica porque no se emplea como ingrediente, sino como un coadyuvante tecnológico (compuestos que no se consumen como alimento, se usan en la transformación de alimentos con un propósito tecnológico, y pueden aparecer en el producto final). Y los coadyuvantes tecnológicos pueden omitirse de la lista de ingredientes (a menos que sean alérgenos, pero no es el caso).
La leche, los lácteos, e incluso la lactosa por sí misma, se usan como ingredientes en numerosos productos alimentarios, y puesto que la legislación obliga a informar sobre su presencia en los alimentos, las personas intolerantes pueden informarse a partir del etiquetado en el caso de los productos envasados, o preguntando a quien los pone a la venta si se trata de productos sin envasar (como comidas preparadas).
Yogures y quesos: alimentos con lactosa que se toleran mejor
Las personas con hipolactasia presentan distintos grados de tolerancia a la lactosa, en función de su déficit de lactasa. Generalmente pueden digerir pequeñas dosis del disacárido sin manifestar síntomas. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria calcula que la mayor parte de los intolerantes a la lactosa pueden digerir hasta 12g de lactosa tomados en una sola ingesta y no presentar síntomas (mientras que algunas personas manifiestan molestias con solo tomar 6 gramos).
En los lácteos fermentados como yogures o quesos, los microorganismos emplean la lactosa en sus reacciones bioquímicas, y el contenido de lactosa en el producto final es menor. Estos productos se toleran mejor.
En el caso del yogur, además del menor contenido en lactosa, las bacterias están vivas en el momento de ingerirlo en gran cantidad y ayudan a la digestión de la lactosa que queda. Por eso, siempre que haya al menos 108 unidades de bacterias vivas, la EFSA autoriza a indicar “los fermentos vivos del yogur o de la leche fermentada mejoran la digestión de la lactosa del producto en individuos que tienen dificultad para digerir la lactosa”.
Así que no tiene mucho sentido comprar yogures 'sin lactosa', que suponen un desembolso de entre un 215% y un 300% más, cuando ya se parte de un alimento con menos cantidad de lactosa, y que tiene microorganismos que nos van a ayudar a digerir la que haya.
Creado: 6 de febrero de 2019