La medida de prevención de la desnutrición más evidente hace referencia a llevar una alimentación lo más variada, completa, equilibrada y gratificante posible. Es fundamental enfocar el momento de la comida como algo satisfactorio que nos aporta los nutrientes necesarios, pero también la excusa perfecta para reunirnos y pasar ratos agradables disfrutando de los alimentos.
Ante cualquier sospecha de desnutrición, o duda sobre la dieta diaria, las necesidades calóricas y, especialmente, cambios injustificados en el peso, hay que consultar con un especialista en dietética y nutrición. En casos donde el riesgo de desnutrición sea muy elevado, no debemos dejar pasar el tiempo para poner remedio. Siempre es más fácil remontar una desnutrición leve que una grave. Estas recomendaciones y consejos te ayudarán a prevenir una posible desnutrición e incluso tratarla:
- Ser muy estrictos con la higiene en la preparación de los alimentos. En muchos casos, las infecciones provienen de una elaboración deficiente. Hábitos tan sencillos como el lavado frecuente de las manos, el hervido de alimentos y conservación adecuada puede evitar muchos problemas.
- Fomentar la lactancia materna exclusiva. La OMS recomienda a nivel mundial este tipo de alimentación hasta los seis meses de vida. Así se evita el uso de otros alimentos que puedan estar contaminados o la ausencia de proteínas en la dieta de los bebés y niños.
- Priorizar la alimentación adecuada en las madres. Tanto antes del embarazo, como durante el mismo y el periodo de lactancia para asegurar la calidad nutricional de la leche materna y frenar el bajo peso al nacer.
- Uso de agua potable.
- Intentar aportar ciertas cantidades de proteínas de alto valor biológico: carne, pescado, lácteos y huevos a diario. Es posible usar también mezclas de cereales con leguminosas y frutos secos.
- Insistir en la necesidad de tomar cereales, grasas, hortalizas como fuente de calorías. Así las pequeñas cantidades de alimentos proteicos se pueden utilizar para su finalidad de crear y recuperar tejidos y emplearla en el crecimiento infantil.
- Adecuar la dieta a las características propias de cada persona: gustos, costumbres, estado fisiológico, etcétera. De esta manera, quizás en alguna ocasión tendremos que triturar los alimentos si no se pueden masticar o tragar. También podemos recomendar, en ocasiones, empezar a comer por el segundo plato para que sea el más consumido, y adaptar las comidas principales a los horarios de mayor apetito
- Revisar el estado de la dentadura también es interesante, así como verificar que la deglución se realiza correctamente.
- Enriquecer con métodos naturales las comidas: añadir queso, leche, huevo, nata, aceite de oliva, mantequilla, frutos secos… que son productos calóricos y proteicos y no ocupan mucho espacio por lo que no producen gran sensación de saciedad.
- Si con el enriquecimiento natural no es suficiente, valorar la necesidad de añadir suplementación artificial a la dieta: son productos que se presentan en varios formatos y sabores para añadir un extra de proteínas o calorías a la dieta. Sin embargo, nunca deberían sustituir a las comidas, salvo en casos muy excepcionales.
- Si todo lo anterior no funciona, pensaremos entonces en alimentación artificial, pautada y dirigida por el equipo facultativo responsable. Como vemos, antes de llegar a este último punto, hay mucho camino que recorrer en la prevención o tratamiento de la desnutrición en nuestro medio y muchos recursos y herramientas para poner en práctica.