Hambre emocional, cómo romper su círculo vicioso
A veces comemos por aburrimiento, por tristeza, por estrés o ansiedad. Es lo que se conoce como hambre emocional, que nos empuja a comer al confundir los sentimientos con el apetito sin ser conscientes de ello.

Consecuencias del hambre emocional y consejos para frenarlo

Por: Adrián Cordellat

Periodista especializado en maternidad y comunicación médica

Actualizado: 15 de septiembre de 2022

El hambre emocional tiene consecuencias para la salud de quienes la padecen tanto a nivel físico como psicológico, aunque éstas dependerán de la frecuencia con la que los pacientes sufran estos episodios y de la forma en que los afronten. Así, a nivel psicológico, destaca lo que la experta en trastornos alimentarios Paula Lucio denomina ‘efecto bola de nieve’, y que propicia el afloramiento de “sentimientos negativos hacia tu propia persona que van en aumento, la baja tolerancia a la frustración, conductas compulsivas, pereza y no esfuerzo, poca motivación al cambio, baja autoestima y confianza en ti mismo o descontrol y desajuste emocional, entre otras muchas cosas”. Son, por tanto, sentimientos de frustración, culpabilidad y tristeza que suceden a cada atracón y que pueden alterar el equilibrio mental de las personas, dando lugar a episodios de ansiedad y de depresión. En este sentido, como afirma Elia Frías, la ansiedad está “frecuentemente relacionada” con el hambre emocional, “aunque a veces la comida es la causa y en otras es la consecuencia”.

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Otra consecuencia bastante inmediata del hambre emocional, si no se recibe el tratamiento psicológico adecuado y especializado, puede ser la cronificación de este trastorno alimenticio, con las implicaciones sociales que ello puede conllevar. En casos extremos, cuando el hambre emocional se convierte en algo crónico, puede derivar en otros trastornos alimenticios más graves, como la bulimia nerviosa o, incluso y en última instancia, poner en peligro la vida del paciente.

A nivel físico, por su parte, la consecuencia más visible y evidente puede ser el sobrepeso, ya que por regla general el hambre emocional suele saciarse con alimentos superfluos, procesados y de alto valor calórico, ricos en azúcar, grasas saturadas y sal. Fruto de la ingesta descontrolada de este tipo de productos, estos pacientes, si no reciben el tratamiento adecuado, “tienen probabilidad de desarrollar hipertensión, colesterol LDL elevado, cálculos en la vesícula biliar y diabetes”.

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Bulimia

La magnitud del problema se acrecienta, como afirma Júlia Pascual, por que comer compulsivamente, y más si estás pasando por un mal momento, “parece un acto normalizado”. Además de por el hecho de estar infradiagnosticado. Al final, según la psicóloga, las personas que presentan este problema, “suelen pedir ayuda para bajar de peso y no creen que sea un problema a tratar, de forma que acuden a dietistas en vez de un psicólogo”. Si éstos no lo saben “diagnosticar y derivar” el problema puede ir en aumento, incrementando las consecuencias negativas para la salud física y psicológica de esta trastorno alimenticio.

Su opinión la corrobora Paula Lucio, que añade que ante un mal diagnóstico “por norma general se tienden a realizar pautas dietéticas para una pérdida de peso que ayude a la autoestima, pero a costa de una alimentación pobre en nutrientes y calidad energética, lo que desencadena un empeoramiento de la percepción cognitiva y acaba provocando que la persona tome peores decisiones alimentarias, lo cual no hará más que agravar su salud y su estado emocional”.

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Psiconutricionista para controlar el hambre emocional

Consejos para controlar el hambre emocional

El hambre emocional ocurre por lo general en períodos en los que la persona está hipersensible y presenta cuadros de ansiedad. Quienes lo padecen acaban sufriendo una intoxicación de comida que, posteriormente, generará sentimiento de culpa, creando de esta forma un círculo vicioso del que puede ser complicado salir. Para no entrar en él y controlarlo de la mejor manera posible, la psiconutricionista Elia Frías nos ofrece ocho interesantes consejos:

  • Lo primero y más importante es pedir ayuda a un profesional cuando nos damos cuenta de que por nosotros mismos no nos es posible el control y el reequilibrio de la ingesta normalizada de comida que conlleva este trastorno.
  • Como estrategia general frente al hambre emocional, la psiconutricionista suele recomendar; “tener un plan de comidas planificado, cinco o seis al día”, para evitar de esta forma los excesos y las tentaciones de caer en la ingesta de productos superfluos.
  • Otro aspecto importante son las dietas. En vez de recurrir a ellas, con todas las prohibiciones que conllevan, propone ingerir solo alimentos sin procesar, y que sean de temporada. En este sentido sería interesante el aumento del consumo de alimentos como las verduras y las frutas, los frutos secos, las legumbres, el arroz, la pasta o los panes integrales.
  • Totalmente desaconsejada la ingesta de alimentos industriales y procesados, siendo aconsejable reducir al máximo el consumo de azúcar.

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Prohibido ingerir comida basura
  • Introducir en nuestra dieta alimentos que contengan triptófano como el huevo, los lácteos, los cereales integrales, los dátiles, el pollo, el sésamo, las legumbres, los plátanos y las almendras, entre muchos otros. Según la experta, el triptófano “es un aminoácido esencial que promueve la liberación de serotonina, neurotransmisor involucrado en la regulación del sueño y el bienestar”. La falta de triptófano, por tanto, “puede causar ansiedad, insomnio y estrés”. Recuerda Elia que es importante que el triptófano que consumimos “provenga de alimentos frescos y de temporada, pues para una buena metabolización del triptófano se necesitan buenos niveles de vitamina B6 y magnesio”.
  • Realizar deporte también es muy importante porque al hacerlo “segregamos endorfinas y serotonina, fundamentales para sentir bienestar y paz interior”. Como actividad saciante y beneficiosa para disminuir la ansiedad, la psicóloga recomienda actividades físicas suaves, como “por ejemplo caminar a buen paso durante una hora o llevar a cabo ejercicios de meditación y conciencia plena como el mindfulness”.
  • En palabras de la psiconutricionista, mantener y conservar las relaciones sociales es “esencial para normalizar el patrón de comidas y evitar el aislamiento”.
  • Por último, Elia Frías considera que uno de los mejores saciantes naturales es “la ilusión y el establecimiento de metas motivadoras diarias”.

Creado: 8 de febrero de 2017

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