Síntomas de la fagofobia y consecuencias para la salud
Por: Leire Moneo
Periodista experta en alimentación
Actualizado: 14 de septiembre de 2022
La fagofobia o miedo irracional a tragar pasa factura a los afectados física y psicológicamente, ya que les invade la sensación de que la garganta se estrecha y se cierra, lo que impide incluso el paso del agua. “Una persona que padece este trastorno, cuando come sólo piensa en que se va a atragantar, hasta el punto de que se lo cree y eso le provoca pánico irracional, que le paraliza porque no quieren enfrentarse a esa situación, y por eso dejan de comer alimentos sólidos, descartan todo lo que pueda desencadenar un ahogamiento y optan únicamente por productos líquidos, muy blandos o triturados, como leche, papillas, purés… Pero nada de sólidos”, advierte Cristina Wood, doctora en Psicología especialista en trastornos de la ansiedad y el estrés en el Centro Área Humana de Madrid.
Esta experta recuerda que “la obsesión comienza cuando el miedo a atragantarnos nos obliga a cortar muy pequeños los alimentos más difíciles de tragar, como un filete de ternera, pero eso va más allá y acaba derivando en otros productos como el pan, que lo llegan a mojar en agua para poder tragarlo”.
Los síntomas frecuentes de fagofobia que pueden servir de voz de alarma para detectar a tiempo este pánico a atragantarse son:
Consecuencias de la fagofobia para la salud
Los síntomas físicos y psicológicos que determinan las características de la fagofobia no pasan desapercibidos en el organismo. De hecho, este trastorno de la ansiedad provoca graves consecuencias en la salud de los afectados:
Desnutrición
“La pérdida de peso desproporcionada y rápida provoca problemas muy graves de desnutrición, porque el cuerpo deja de absorber las vitaminas y minerales necesarios”, asegura Wood.
Aislamiento social
El hecho de no querer enfrentarse a la hora de la comida deteriora las relaciones sociales de los afectados, ya que evitan todas las situaciones que implican ese acto. “Dejan de quedar con los amigos cuando hay una comida de por medio, o de visitar a la familia por ese mismo motivo. Todo ello les lleva a aislarse socialmente”, advierte la psicóloga.
Depresión
La aparición de ataques de ansiedad y de pánico ante el acto de comer mete al paciente en un círculo vicioso que aumenta la probabilidad de sufrir depresión severa. “El círculo no tiene fin porque ellos son conscientes de ese miedo, lo que les provoca más ansiedad y más bloqueo, que se suma a la soledad. Todo eso, a la larga, puede aumentar el riesgo de llegar a una depresión grave”, remarca la psicóloga, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Creado: 20 de julio de 2018