Consecuencias de la falta de ejercicio en la edad adulta

No hacer ejercicio de adultos hace que empeoremos nuestras posturas corporales y surjan más lesiones
Actualizado: 20 de marzo de 2025
Por falta de tiempo, por pereza o desgana, debido a alguna lesión… los motivos para no realizar ejercicio son fáciles de encontrar. Pero conviene conocer las consecuencias que tiene el no practicar ningún deporte con frecuencia, para darnos cuenta de su importancia a estas edades. Y es que, el sedentarismo puede tener efectos más graves de lo que parece. Entre los 25 y los 35 años, la falta de actividad física puede traducirse en un aumento progresivo de peso, una disminución de la capacidad cardiovascular y una mayor fatiga general. A largo plazo, aumenta el riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión y trastornos musculoesqueléticos como el dolor de espalda crónico.
Además, la inactividad afecta directamente a la salud mental. La falta de ejercicio está vinculada a mayores niveles de estrés, peor calidad del sueño y una menor capacidad para gestionar la ansiedad.
Estas son algunas de las consecuencias más claras de no realizar actividad física en la edad adulta:
Disminución de músculo
El cuerpo humano tiene el mayor número de fibras musculares entre los 20 y los 30 años de edad. A partir de los 30 empieza una disminución progresiva tanto de grosor como de fibras musculares.
La pérdida de las fibras musculares se debe a que éstas pierden el estímulo que reciben del nervio, por lo que se atrofian, haciendo así que disminuya el grosor del músculo.
Impacto en la movilidad y salud ósea
La falta de ejercicio no solo afecta los músculos, sino también los huesos y las articulaciones. La inactividad prolongada puede llevar a una menor densidad ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis en el futuro. Además, la rigidez en las articulaciones y la falta de flexibilidad pueden derivar en dolores crónicos, especialmente en la zona lumbar y cervical.

Pérdida de masa muscular
El déficit de ejercicio tiene como consecuencia una pérdida de masa muscular, lo que acompaña una disminución de la fuerza del músculo. Se observa este cambio entre los 25 y los 50 años. De hecho, el cuerpo comienza a perder entre un 3% y un 5% de masa muscular por década si no se realizan ejercicios de fuerza. Este fenómeno, conocido como sarcopenia, afecta directamente la capacidad funcional del cuerpo, reduciendo la fuerza y la resistencia. Con menos músculo, las actividades diarias se vuelven más difíciles y el riesgo de caídas o lesiones aumenta con el tiempo.
Aumento de grasa corporal
Entre los 17 y 23 años de edad empieza a aumentar la cantidad de masa corporal en el cuerpo, tanto en hombres como en mujeres que no practican deporte de una manera regular. La masa muscular es un tejido metabólicamente activo, lo que significa que quema más calorías en reposo que la grasa. Cuando la masa muscular disminuye debido a la inactividad, el metabolismo se ralentiza, lo que facilita la acumulación de grasa corporal. Sin un control adecuado del ejercicio y la alimentación, esto puede derivar en sobrepeso y obesidad.
El sedentarismo tiende a favorecer la acumulación de grasa visceral, aquella que se acumula alrededor de los órganos y está asociada con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. Mantenerse activo ayuda a prevenir esta redistribución desfavorable de la grasa corporal. Por ello, practicar deporte ayuda a mantener el peso normal y es un complemento imprescindible en cualquier dieta de adelgazamiento.
Creado: 13 de enero de 2011