Qué son los correctores posturales y cuándo están indicados
Actualizado: 29 de noviembre de 2024
Las malas posturas al caminar, o mientras estamos sentados o hacemos ejercicio pueden provocar problemas de salud entre los que se encuentran dolores de espalda, cuello y hombros, desgaste de la columna vertebral con fragilidad asociada, falta de alineación en el sistema musculoesquelético, alteración en el equilibrio y hasta malas digestiones y problemas respiratorios. Para evitarlo, puedes ayudarte de una herramienta llamada corrector postural de espalda. Te contamos qué es, cuándo se utiliza y si es tan recomendable como parece.
Qué son los correctores posturales y cuándo están indicados
Pablo Martín Perez Aragundi, presidente de la Federación Española de Ortesistas y Protesistas (FEDOP), nos ha aclarado que los correctores posturales de espalda, llamados espaldillas en el argot técnico, son “ortesis utilizadas para hacer correcciones de cifosis posturales no estructuradas”, es decir, que son dispositivos de ayuda para modificar la curvatura anormal de la columna vertebral.
Todo esto se consigue mediante la tracción con bandas o gomas elásticas que fuerzan el retroceso de los hombros hacia atrás lo suficiente para mantener una buena postura. El fin de esta herramienta es evitar dolores y malas posiciones que acaben con una espalda encorvada o jorobada; además, su uso hace que los músculos retomen su posición natural, corrigiendo los malos hábitos posturales.
El precio de los correctores de postura se encuentra entre los 15 y los 80 euros, dependiendo de la tela y el tamaño que tengan. Algunos de ellos pueden tener varillas para fomentar una postura erguida, y suelen estar hechos de materiales transpirables para que resulten lo más cómodos posible. Aquellos que superan los 40 euros suelen ser ya modelos que están diseñados con materiales premium y ofrecen características avanzadas, como tecnología de biofeedback o sensores que alertan sobre malas posturas. Están dirigidos a atletas profesionales o personas con necesidades específicas que buscan un soporte postural de alta calidad.
Para quién están recomendados los correctores posturales de espalda
Todo tipo de personas con problemas posturales pueden hacer uso de estos correctores, por ejemplo aquellas que pasen mucho tiempo de pie o, lo contrario, muchas horas sentadas. Así, empiezan a ser habituales en personas que trabajan largas horas frente a un ordenador, en oficinas o realizando actividades sedentarias que fomentan una postura encorvada o desequilibrios en la columna. Su labor es ayudan a recordar una postura correcta mientras trabajan o estudian, evitando encorvarse. Sin embargo, Pablo Martín nos recomienda que se atienda a un diagnóstico previo para poder asegurarnos de que el problema no es de otra índole, o que no está relacionado con otras dolencias como la escoliosis o la cifosis estructurada, en cuyo caso se tendría que recurrir a un corsé bajo prescripción y supervisión médica.
Así, por ejemplo, personas en trabajos que requieren levantar pesos regularmente (como cargadores, repartidores o trabajadores manuales) a menudo los usan ya que ofrecen un soporte adicional para prevenir lesiones y sobrecarga lumbar o dorsal.
También pacientes que han sufrido lesiones musculoesqueléticas (como contracturas o esguinces en la región dorsal o lumbar) o cirugías relacionadas con la columna y necesitan soporte para estabilizar la espalda durante la recuperación, con el fin de evitar sobrecarga en los músculos y proteger la columna mientras se fortalece la musculatura.
No obstante, los correctores posturales de espalda se están poniendo de moda en el terreno deportivo, al igual que las fajas para evitar lesiones. Los beneficios de estos materiales de ortopedia en la actividad física están derivados de mantener una buena postura, además de una propiocepción del cuerpo –control de todos los movimientos del cuerpo–.
Las personas que practican running suelen usar esta herramienta para mantener la espalda recta durante sus rutas y sin apenas más complicaciones que alguna incomodidad de su uso, como rozaduras o más sudor por el contacto.
Pero también puede ayudar a deportistas que necesitan ayuda temporal para mantener la postura mientras se recuperan de lesiones que han debilitado la musculatura postural o del core, al tiempo que reducen el riesgo de recaídas al proporcionar estabilidad durante la recuperación.
Posibles riesgos del uso de un corrector postural de espalda
Los correctores posturales de espalda pueden ser útiles en ciertas circunstancias, pero su uso indebido o prolongado puede acarrear algunos riesgos potenciales. El presidente de la FEDOP hace hincapié en que se realice una consulta con un profesional sanitario en la ortopedia antes de usar los correctores posturales de espalda para hacer actividades deportivas, pues, por ejemplo, hay que tener especial cuidado con los niños en edad de crecimiento.
Por otro lado, como decimos, su uso excesivo o incorrecto puede derivar en ciertos efectos adversos:
- Debilitación de los músculos posturales: si se utiliza el corrector postural durante largos periodos, los músculos encargados de mantener la postura (como los paravertebrales, trapecios y músculos estabilizadores del core) pueden debilitarse al depender demasiado del dispositivo. Todo ello podría generar una dependencia del corrector y dificultar mantener una postura adecuada sin él.
- Restricción del movimiento: algunos modelos limitan la movilidad natural de la columna vertebral y de los hombros, sobre todo aquellos que son muy rígidos. Esto podría reducir la flexibilidad y movilidad en las actividades deportivas o cotidianas.
- Mal ajuste y presión excesiva: por otro lado, si el corrector no está bien ajustado o es de un tamaño inadecuado, puede causar presión excesiva en ciertas zonas de la espalda o los hombros, y provocar molestias, irritación en la piel, compresión de tejidos blandos o incluso problemas de circulación.
- Alteración del patrón postural natural: usar un corrector postural de forma indiscriminada puede interferir con los mecanismos naturales de alineación postural, y llevar a una postura antinatural, con riesgo de desarrollar dolores musculoesqueléticos en el cuello, la espalda baja o los hombros.
- Falsa sensación de corrección: algunas personas confían exclusivamente en el corrector postural, sin trabajar activamente en fortalecer los músculos y reeducar la postura. Así, pueden acabar perpetuando una mala postura cuando no utilizan el dispositivo.
- Irritación cutánea o alergias: el material del corrector (sobre todo si se está usando en climas cálidos o durante el ejercicio) puede provocar irritación de la piel, alergias o incluso heridas por fricción.
- Interferencia en el deporte: los correctores rígidos pueden limitar el rango de movimiento necesario en deportes que requieren agilidad y dinamismo, como el tenis, el fútbol o el atletismo. Tenlo en cuenta antes de probarlo en estas actividades.
Por todo ello, “Es importante seguir siempre las recomendaciones de un profesional sanitario para su correcta colocación y uso; el ortopeda en este caso es la persona más adecuada para ayudar al paciente, no solo para evitar las lesiones, sino para su correcta utilización, de forma que se obtengan los beneficios esperados y con total seguridad”, explica Pablo Martín.
Creado: 30 de julio de 2020