Qué es una rotura del ligamento cruzado
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
Un ligamento es un conjunto de fibras de colágeno en forma de banda y cuya función es limitar el movimiento de la articulación para que no sobrepase los límites anatómicos y biomecánicos. La estabilidad de la rodilla está asegurada por cuatro ligamentos: los ligamentos cruzados anterior y posterior y los ligamentos laterales interno y externo.
La lesión más importante es la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA), cuya función es evitar que la tibia (hueso de la espinilla) se desplace hacia delante con respecto al fémur (hueso del muslo). Este ligamento consta de dos estructuras que se cruzan en el interior de la rodilla y se encargan de unir la tibia con el fémur proporcionando estabilidad en los movimientos de extensión y flexión.
Causas de una rotura de ligamentos cruzados
La lesión de los ligamentos cruzados está causada por un cambio brusco de dirección de la rodilla, una desaceleración exagerada o una contusión. Puede darse, por ejemplo, cuando se apoya mal la extremidad tras un salto, se realiza un giro brusco con el pie apoyado fuertemente, cuando se frena precipitadamente durante una carrera o cuando se recibe un golpe directo tras un choque o una entrada. La rotura del ligamento cruzado anterior es la más frecuente.
Este tipo de lesión es habitual verla en deportistas que realizan deportes como el baloncesto, esquí, fútbol o fútbol americano, que implican cambios rápidos de dirección, saltos y aterrizajes, e incluso los que practican ciclismo, gimnasia o artes marciales, sobre todo por golpes directos; o en otras palabras, afecta más a los atletas que someten a su tren inferior a sobreesfuerzos continuos o a cambios bruscos de ritmo o de la dirección del movimiento de esta compleja articulación.
Por lo general, es más habitual sufrir este tipo de lesión entre los 15 y los 40 años. Según la Sociedad Española de Radiología Médica, la incidencia global de lesiones del LCA es de 37 a 61 casos por cada 100.000 habitantes al año, siendo tres veces más habitual entre las mujeres que en los hombres.
Se trata de una lesión complicada, que requiere de una larga recuperación y en la que no siempre es factible recuperar al cien por cien la movilidad que se tenía en la rodilla antes de producirse el percance.
El uso de un calzado inadecuado, fijaciones en mal estado o que no se ajustan bien (como en el caso del esquí), practicar un deporte sobre superficies de césped artificial (como en el caso del fútbol) o un mal acondicionamiento físico pueden ser factores que predispongan a sufrir esta lesión en la rodilla.
Creado: 1 de septiembre de 2011