El frío también puede ser nuestro aliado a la hora de estar en forma. Bajan las temperaturas y llega la hora de ponerse unos esquíes y disfrutar. ¡Con unas pequeñas precauciones, serás el rey de las pistas!
Periodista especializada en deporte, belleza y bienestar
Actualizado: 22 de diciembre de 2023
El esquí es un deporte muy interesante para la salud, tanto en su versión alpina (mucho más practicada) como en la de fondo (bastante popular en los países nórdicos). Ambos son deportes muy completos para todos los grupos musculares. Pero ahí no queda la cosa, ya que los beneficios que la práctica del esquí aporta a la salud son numerosos:
Se practica al aire libre en entornos naturales donde el aire es mucho más puro que en las ciudades donde vivimos y trabajamos, lo que favorece la oxigenación de la sangre.
Esta actividad es una de las mejores para la prevención de las enfermedades cardiovasculares, ya que es un deporte aeróbico, lo que implica un alto gasto energético, con lo que quemamos muchas calorías, mantenemos a raya el sobrepeso y reducimos los niveles de colesterol en sangre. No hay duda de que mejora el trabajo tanto del corazón como el de los pulmones.
Al esquiar, se utilizan varios grupos musculares, especialmente en las piernas (cuádriceps, isquiotibiales, pantorrillas), pero también se involucran los brazos, abdominales y la espalda. Esto conduce a un aumento de la fuerza muscular y la resistencia.
Además, el esquí ayuda a ejercitar el sentido del equilibrio, debido a la posición que hay que mantener para su correcta práctica, por lo que la coordinación entre los distintos grupos musculares también se ve reforzada.
La resistencia física, la agilidad y la concentración también se ven incrementadas en aquellos habituados a dencender por las pistas de esquí.
La actividad requiere de movimientos flexibles y dinámicos, lo cual puede aumentar la flexibilidad del cuerpo.
A algunas personas, principiantes sobre todo, les puede dar algo de reparo el lanzarse desde una colina con unos esquíes. Pero lo cierto es que practicarlo puede ayudarnos a combartir algunos de nuestros temores, como el vértigo o el exceso de velocidad. Superar estos riesgos puede darle un buen empujón a nuestra autoestima.
Sin olvidar que el estrés de la rutina diaria, e incluso posibles problemas de ansiedad, se dejan atrás gracias a la adrenalina que genera este deporte (por no hablar del disfrute de la naturaleza y del buen ambiente que suele acompañar esta actividad).
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Contraindicaciones del esquí
Sin embargo, el esquí no está recomendado para todo el mundo. Además de las contraindicaciones individuales que debe establecer siempre el médico para determinadas patologías, como regla general las personas con problemas de hipertensión arterial deben tener en cuenta que la altitud puede elevar la presión arterial.
La altitud también puede influir negativamente en personas con enfermedades cardíacas descontroladas o insuficiencias respiratorias crónicas, por lo que deben consultar con el especialista antes de lanzarse montaña abajo con los esquís y los bastones.
Personas con lesiones recientes, especialmente en las rodillas, tobillos o espalda, o aquellas con afecciones crónicas como la osteoporosis, deben tener precaución. El esquí puede agravar estas condiciones debido a su naturaleza de alto impacto y los movimientos bruscos que requiere.
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Por su parte, es preferible que las mujeres embarazadas, sobre todo las que están en el primer o en el tercer trimestre, busquen otro tipo de actividad física durante estos meses de gestación. El ginecólogo puede ayudar a establecer los límites en la práctica de esquí.