Entrenamiento en altura
Son muchos los deportistas que se animan a mejorar su rendimiento en un contexto de baja concentración de oxígeno, aunque los expertos solo recomiendan entrenar en altura a los deportistas de élite. Descubre por qué.

Riesgos del entrenamiento en altura

Por: Laura Saiz

Periodista especializada en deporte, belleza y bienestar

Actualizado: 21 de septiembre de 2022

El problema de entrenar en altura es el tiempo de exposición. Además de producir más glóbulos rojos, se producen otros cambios en el organismo que hay que controlar. El metabolismo se acelera, quemando más calorías, por lo que controlar la dieta es un requisito fundamental. Además, al ganar altitud, la sangre del organismo tiende a ser más espesa, lo que en casos de larga exposición puede desencadenar serios problemas cardiovasculares.

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Aun así, el peligro más importante son las consecuencias de la hipoxia (falta de oxígeno) sobre el sistema nervioso. El cerebro y los órganos sensoriales son especialmente sensibles a la falta de oxígeno y se pueden llegar a sufrir efectos irreversibles. Cuando se viaja en un avión, por ejemplo, si se produce una despresurización de la cabina a una altitud elevada, los ocupantes pierden el conocimiento en cuestión de segundos por la falta de oxígeno. Por este motivo, todos los pasajeros cuentan con una mascarilla que deben utilizar en caso de necesidad, como se hace hincapié en las explicaciones de seguridad previas a un vuelo efectuadas por el personal de cabina.

Entrenamiento en altura

En los entrenamientos de altura, los efectos de la hipoxia son progresivos. El peligro es que los primeros síntomas son euforia y ausencia de la sensación de peligro, por lo que no hay ningún indicador o señal de alarma para el deportista que no cuente con la vigilancia y el seguimiento adecuados. Después se produce el entumecimiento de varios órganos, cansancio general y, finalmente, se pierde el conocimiento.

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Aunque estos síntomas, por lo general, se producen a partir de los 6.000 metros de altura, a los 1.200 metros ya se pueden apreciar algunas señales de hipoxia, como la pérdida de visión nocturna. A partir de los 2.000 metros, se reduce la capacidad mental y, si se superan los 3.000 metros, se puede incluso perder la capacidad de raciocinio. Se ha establecido que a partir de los 8.000 metros se considera mortal.

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Creado: 27 de agosto de 2011

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