Qué es un embarazo de alto riesgo
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
Un embarazo de alto riesgo es aquel que tiene más posibilidades de complicaciones, tanto desde el punto de vista de la madre como para el bebé y, por tanto, el control previo durante la gestación, el parto y puerperio, han de ser más completos, evitando cualquier posible riesgo.
Sólo un 10% de los embarazos se consideran de alto riesgo, aunque no hay un acuerdo unánime sobre cuáles deben ser considerados como tal, ya que las causas que provocan un embarazo de alto riesgo son muy variables y pueden ocurrir antes, durante o después de la gestación. El término se refiere a que circunstancias médicas, sociales, ginecológicas u obstétricas puedan poner en riesgo la salud de la madre, del bebé, o de ambos, con una probabilidad superior a la de la población general durante la gestación, el parto o el puerperio.
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Cómo se detecta un embarazo de alto riesgo
Los signos que indican que un embarazo implica un riesgo mayor para la salud de la madre o del bebé pueden detectarse de dos maneras:
- Idealmente, en la consulta preconcepcional (previa a la búsqueda de embarazo), o en la primera visita como gestante. El ginecólogo deberá conocer el historial médico completo de la mujer, y le hará las pruebas médicas y preguntas encaminadas a descubrir si es un embarazo de alto riesgo. Entre las pruebas habituales están: análisis de sangre, sistemático de orina, cultivos de orina u otras muestras biológicas, estudios genéticos, pruebas de imagen (ecografías, resonancia magnética) u otras, como laparoscopia.
- A lo largo del seguimiento del embarazo pueden surgir problemas médicos que lo identifiquen como embarazo de alto riesgo.
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Complicaciones de un embarazo de alto riesgo
Si el embarazo está bien controlado y se siguen las recomendaciones del médico no deben de surgir complicaciones. Sin embargo, hay que saber que la segunda causa de muerte materna son los problemas relacionados con el embarazo y el parto. La principal causa de mortalidad del bebé son las malformaciones y la prematuridad.
A continuación describimos los principales factores de riesgo asociados a un embarazo de alto riesgo y las complicaciones derivadas de los mismos:
- Edad menos de 15 años: preeclampsia, eclampsia y bebés de bajo peso.
- Peso menos de 45 kg: bebés de bajo peso.
- Edad mayor de 35 años: presión arterial elevada (hipertensión, preeclampsia, eclampsia), diabetes, miomas en el útero y dificultades en el parto.
- Tres abortos o más en los tres primeros meses de embarazo: 35% de posibilidades de tener otro, mayor riesgo de aborto precoz si la madre es diabética. También hay mayor riesgo de aborto si la mujer ha tenido un feto muerto entre el 4º y el 8º mes de embarazo, o si tuvo un parto prematuro en una gestación anterior. Cuantos más partos prematuros haya tenido, mayor es el riesgo de que esto se vuelva a producir en los embarazos siguientes. Haber tenido un bebé con un peso menor de 1,5kg, incrementa un 50% las posibilidades de que el próximo parto sea pretérmino.
- Una mujer que ha tenido una preeclampsia o eclampsia tiene mayor riesgo de presentarla de nuevo, sobre todo si sufre hipertensión cuando no está embarazada. Si se diagnostica la hipertensión por primera vez durante la gestación, el médico puede tener dificultades en determinar si la causa es el embarazo u otro problema, pero se debe instaurar pronto un tratamiento y seguimiento.
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- Un hijo previo con retraso del crecimiento intrauterino, favorece que esto vuelva a suceder con el siguiente.
- Un bebé que pese más de 4,5 kg al nacer indica que la madre podría tener diabetes.
- Gestantes multíparas (varios partos): tienen mayores probabilidades de parto prematuro, hemorragia al parto, parto precipitado, placenta previa (situada próxima al cuello del útero), o en el espesor de la pared del útero.
- Un hijo previo con enfermedad hemolítica por incompatibilidad de Rh: el siguiente corre también el riesgo de nacer con la enfermedad, y en este caso su gravedad será mayor.
- Útero bicorne o un cuello uterino débil: aborto tardío (Entre el 4ºy el 6º mes).
- Los miomas (formaciones benignas) del útero: parto prematuro, colocación del bebé no en cefálica, dificultades durante el parto, impedir el parto vaginal, y provocar que la placenta se sitúe de forma anormal y abortos reiterados.
- Retraso mental u otros trastornos hereditarios en la familia de alguno de los progenitores aumentan las posibilidades de que el nuevo bebé tenga la misma enfermedad. La propensión a tener gemelos también tiene componente hereditario.
- Teratógenos (factores que pueden provocar malformaciones en el bebé, complicaciones médicas o del embarazo): radiación, sustancias químicas, fármacos e infecciones.
- Fármacos: alcohol, fenitoína, bloqueantes del ácido fólico (triamtereno, trimetoprim), sales de litio, estreptomicina, tetraciclinas, warfarina, etcétera.
- Infecciones: herpes simple, hepatitis vírica B y C, gripe, parotiditis, rubéola, varicela, sífilis, listeriosis, toxoplasmosis, virus Coxsackie, citomegalovirus.
- Tabaco: reducción del peso del bebé (menor peso cuanto mayor sea la madre y más fume), problemas con la placenta, rotura prematura de membranas, parto prematuro, infecciones uterinas (endometritis), malformaciones en el bebé, síndrome de muerte súbita del lactante, y deficiencias en el crecimiento, desarrollo cognitivo, o comportamiento del niño.
- Alcohol: el síndrome alcohólico fetal tiene una incidencia de 2,2 por cada 1.000 bebés nacidos vivos, y causa un retardo del crecimiento anterior o posterior al parto, malformaciones faciales, cabeza pequeña y retraso mental con desarrollo anormal de la conducta (autismo, hiperactividad con déficit de atención…). El riesgo de aborto espontáneo casi se duplica, así como el de otras malformaciones al nacimiento.
- Drogas y consumo de sustancias tóxicas: anemia, infecciones: de la sangre, en las válvulas cardíacas, vasculares o colecciones cutáneas (abscesos) en zonas de inyección, hepatitis B o C, pulmonares (neumonía), tétanos, enfermedades de transmisión sexual (incluido el sida-VIH). Los bebés nacidos de mujeres con estos hábitos tienen un riesgo incrementado de desarrollar infecciones transmitidas por la madre, y de nacer con bajo peso y prematuramente. La marihuana produce alteraciones de comportamiento en los bebés. La cocaína provoca malformaciones en huesos, estrechamiento anormal de algunos segmentos del intestino, trastornos del comportamiento (hiperactividad, temblores incontrolables, y graves trastornos del aprendizaje), crisis de hipertensión en el embarazo, desprendimiento prematuro de placenta o muerte intrauterina del bebé. Entre las mujeres que consumen cocaína durante la gestación, aproximadamente una de cada tres tiene un parto prematuro, una de cada cinco un bebé con retraso del crecimiento, y el 15% presenta un desprendimiento precoz de la placenta. Los riesgos citados persisten si se abandona el consumo de cocaína tras el primer trimestre del embarazo, aunque serán menores y lo más probable es que el crecimiento del feto sea normal.
- Infección de vías urinarias (ITU/pielonefritis) o infecciones bacterianas vaginales durante el embarazo se asocian a parto prematuro y rotura prematura de membranas.
- Fiebre (temperatura superior a los 39ºC) en el primer trimestre del embarazo aumenta la posibilidad de aborto espontáneo, y de que el bebé sufra anomalías en el sistema nervioso o malformaciones. Presentar fiebre al final del embarazo incrementa el riesgo de parto prematuro.
- La cirugía de urgencia durante el embarazo aumenta el riesgo de un parto prematuro y teratogenicidad. Muchas patologías, como la apendicitis, una obstrucción intestinal, o una litiasis biliar resultan difíciles de diagnosticar a consecuencia de los cambios en el abdomen durante la gestación, por lo que se pueden detectar en fases avanzadas y esto aumenta las complicaciones en su tratamiento.
Creado: 10 de marzo de 2014