Patologías de la tiroides en el embarazo y la lactancia
Actualizado: 10 de enero de 2024
Alteraciones de la glándula tiroides durante el embarazo
La tiroides es una glándula endocrina que se encuentra en el cuello, por encima del final de la clavícula, con forma de mariposa, cuya función es la fabricación de las hormonas tiroideas triyodotironina (T3) y tiroxina (T4), encargadas de regular el metabolismo, la temperatura corporal y la frecuencia cardíaca, y que influyen en la memoria y en el peso corporal, al controlar la velocidad con la que los alimentos se convierten en energía. En el embarazo la tiroides también tiene un papel fundamental, ya que una alteración en esta glándula puede dificultar que la mujer se quede embarazada, o afectar a la salud del bebé y al desarrollo de su sistema neurológico.
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Una excesiva producción de hormonas tiroideas provoca hipertiroidismo, por el contrario, un funcionamiento deficitario de esta glándula causa hipotiroidismo, trastornos que se consideran subclínicos cuando no hay síntomas pero la analítica está alterada, o clínicos si el enfermo presenta síntomas.
“Las enfermedades tiroideas pueden aparecer en cualquier momento de la vida. El embarazo no desencadena estas dos patologías, pero no las evita”, afirma la doctora Elena Navarro, coordinadora del Área de Tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). “En el caso del hipertiroidismo suele mejorar en el embarazo, sobre todo en el último trimestre, pero empeora en el posparto”, agrega.
Cómo detectar problemas de la tiroides en el embarazo
Precisamente, como explica la doctora Navarro, con el fin de evitar que ese mal funcionamiento de la glándula tiroidea afecte al embarazo se realiza una analítica diagnóstica de rutina, que coincide con los análisis que se realizan en el primer trimestre, antes de la 10ª semana de embarazo. El fin es diagnosticar el hipertiroidismo o hipotiroidismo subclínico, es decir, “cuando no hay una sintomatología, pero los valores están alterados”. “Si los valores son normales y la mujer no tiene una patología previa, no hace falta repetirlos”, señala la doctora.
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Los resultados de estos análisis deben ser interpretadas con cuidado, ya que la hormona gonadotropina coriónica humana (HCG), que es precisamente la que miden los test de embarazo y que produce la placenta, puede alterar la analítica. Esta hormona tiene un efecto parecido a la hormona estimuladora de la tiroides (TSH), y por eso en los resultados de la analítica, “puede parecer que hay un hipertiroidismo, y no haberlo”, señala la doctora Navarro.
Cómo afecta el embarazo a la glándula tiroidea
El embarazo afecta bastante a la función tiroidea. “Aumenta la producción de hormonas y por eso se agranda el tamaño de la glándula tiroidea, aunque sin llegar a ser un bocio”, explica la doctora Navarro.
Ese incremento en la producción se debe a que el organismo materno al comienzo del embarazo tiene que producir hormonas tiroideas para la mujer y para el bebé que está creciendo dentro de su útero. “Hasta la 12ª semana de gestación no se forma la tiroides en el feto y depende de las hormonas tiroideas de la madre”, afirma la doctora Navarro. Esas hormonas le llegan al feto a través de la placenta.
Si la embarazada no le proporciona al feto las hormonas tiroideas que precisa existe riesgo de daño neurológico, retraso madurativo y de aprendizaje y disminución del cociente intelectual
Es un momento crucial del desarrollo fetal: durante esas primeras doce semanas de gestación se produce la organogénesis, y entre los órganos que se está formando están el cerebro y el sistema neurológico, cuyo desarrollo puede verse entonces comprometidos Si la madre no es capaz de proporcionarle al futuro bebé las hormonas tiroideas que precisa existe riesgo de daño neurológico, retraso madurativo y de aprendizaje y disminución del cociente intelectual.
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Esa transferencia materno-fetal de hormonas tiroideas se mantiene a lo largo de toda la gestación. La madre transfiere al feto una parte de sus hormonas, no mucha, pero la suficiente para conseguir un desarrollo normal si el feto experimentara problemas con su tiroides.
El hipotiroidismo y el embarazo y la lactancia materna
El hipotiroidismo es una patología de la tiroides que se produce cuando esta glándula no produce la cantidad suficiente de hormona tiroidea para satisfacer las necesidades del organismo, un trastorno que la mujer puede sufrir antes de quedarse embarazada, y durante la gestación o la lactancia materna. Veamos sus características en cada de una estas etapas.
Hipotiroismo previo al embarazo
El hipotiroidismo que manifiesta síntomas afecta a la capacidad reproductiva de la mujer. La doctora Elena Navarro, coordinadora del Área de Tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, explica que “cuando es clínico, es decir, cuando la mujer tiene síntomas de esta patología, afecta a la fertilidad, que disminuye. Cuando es subclínico no está claro que influya, no hay evidencia”.
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Otros síntomas que puede causar en la afectada, aparte de la infertilidad, son fatiga, aumento de peso y de la sensibilidad al frío, piel seca, debilidad muscular y ronquera.
“Altera la función del ovario y disminuye la ovulación. Con el hipotiroidismo, en general, el metabolismo está enlentecido”, señala la doctora Navarro. Al ir más lento, las hormonas que regulan la ovulación tienen alterados sus ritmos de secreción, y por lo tanto la ovulación no siempre se produce. El tratamiento del hipotiroidismo es muy sencillo: “se administra hormona tiroidea”, dice la experta.
Hipotiroismo en el embarazo
El hipotiroidismo clínico no controlado en el embarazo puede tener consecuencias nefastas para la propia gestación y el bebé. Según la doctora Navarro, estos pueden ser algunos de sus efectos:
- Más riesgo de aborto.
- Preeclampsia.
- Parto prematuro.
- Bajo peso al nacimiento.
- Menor cociente intelectual.
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En el hipotiroidismo subclínico “no se ha demostrado que exista afectación en el feto. Hay estudios contradictorios que indican un menor cociente intelectual y mayor tendencia a la sordera, pero otros dicen que no”, señala la doctora Elena Navarro. Un estudio realizado en la Universidad de Cardiff (Reino Unido) y publicado en The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism no encontraba diferencias en el cociente Intelectual en niños nacidos de madres sanas y en pequeños de madres con hipotiroidismo subclínico tratadas y no tratadas.
En cambio, otro estudio realizado en Nueva Zelanda y Australia, publicado en Australian and New Zewland Journal of Obstetrics an Gynaecology concluía que existían diferencias significativas en el cociente intelectual en los hijos de las mujeres que tuvieron un hipotiroidismo subclínico no tratado durante el embarazo, aunque también añadía que el tamaño de la muestra no permitía hacer afirmaciones sobre causalidad.
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No obstante, como subraya la doctora Navarro, “cuando el hipotiroidismo está tratado, la embarazada toma su medicación y sigue los controles, el embarazo sigue un curso absolutamente normal”.
Hipotiroismo en la lactancia materna
La medicación que se toma para controlar el hipotiroidismo, es decir, la hormona tiroidea, pasa a la leche materna. Pero la paciente puede estar tranquila, ya que “la madre la tiene que tomar y no hay ningún problema, porque lo único que hace es reponer esa hormona de la que es deficitaria. Así, conseguimos unos niveles normales y fisiológicos”, apunta la experta.
El hipertiroidismo y el embarazo y la lactancia materna
La mujer también puede manifestar síntomas de hipertiroidismo antes de la gestación, o durante el embarazo o la lactancia, tal y como ocurría en el caso del hipotiroidismo. Veamos cómo afecta el aumento del funcionamiento de la glándula tiroides a la mujer en cada una de estas etapas vitales:
Hipertiroidismo antes del embarazo
El hipertiroidismo se produce cuando la glándula tiroidea produce más hormonas tiroideas de las que el organismo necesita, y algunos de sus síntomas son trastornos en el ritmo cardíaco, temblores en las manos, pérdida de peso a pesar de tener un apetito aumentado, excesivo nerviosismo y unos característicos ojos saltones.
“No suele afectar a la fertilidad, solo lo hace cuando es muy severo y con sintomatología muy importante”, señala la doctora Elena Navarro, coordinadora del Área de Tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Trastornos en el ritmo cardíaco, temblores en las manos, pérdida de peso a pesar de tener un apetito aumentado, excesivo nerviosismo y unos característicos ojos saltones son algunos de esos síntomas.
Hipertiroidismo en el embarazo
Como nos explica la doctora Navarro, “cuando la madre padece hipertiroidismo y no está tratada, el feto también lo tiene”. Ese exceso de hormonas tiroideas maternas atraviesa la placenta y llega por el cordón umbilical hasta el torrente sanguíneo del bebé. Las consecuencias pueden ser importantes para él: “su corazón va más rápido y su metabolismo se acelera, y puede producir problemas en el bebé por taquicardias. No suele ocurrir porque por suerte se diagnostica y se trata”, apunta la doctora Navarro.
Otras consecuencias de un hipertiroidismo sin control médico son:
- Aborto.
- Preeclampsia.
- Parto prematuro.
- Desprendimiento de la placenta.
- Bajo peso al nacimiento.
- Crecimiento intrauterino retardado.
Además, hay que tener presente que la causa más común del hipertiroidismo es una enfermedad autoinmune llamada de Graves Basedow: el organismo produce unos anticuerpos que estimulan la tiroides. “Esos anticuerpos atraviesan la placenta y pasan al bebé y puede ocurrir que los tenga en su sangre al nacer y tenga un hipertiroidismo neonatal”.
No es que el bebé padezca esta enfermedad. De hecho, los anticuerpos son transitorios. “Duran en el sistema circulatorio del pequeño poco tiempo, alrededor de 10 días, y una vez que los elimina está normal”, añade la doctora. Por eso, para evitar que el bebé desarrolle hipertiroidismo neonatal, a la madre con esta patología se le miden periódicamente los niveles de esos anticuerpos y el endocrino, en colaboración con el ginecólogo, dispensará a la futura madre un tratamiento antitiroideo en dosis mínimas, seguro para el feto.
Hipertiroidismo en la lactancia materna
Los medicamentos que se administran para controlar el hipertiroidismo tienen unas dosis máximas y unos momentos determinados para ello. Así, “se deben tomar después de dar el pecho al niño, para separarlo de la siguiente toma y que esté metabolizado, y con una dosis máxima. Pero se puede compaginar lactancia y medicación”, advierte la doctora Navarro.
Esta medida se puede adoptar incluso en los primeros días de la lactancia a demanda, cuando el bebé necesita alimentarse muy frecuentemente. “La medicación se prescribe con dosis más bajas y fraccionadas en el tiempo. El endocrino y el ginecólogo dan las pautas, pero siempre se intenta mantener la lactancia materna”, insiste.
Yodo en el embarazo para preservar la función tiroidea
El yodo es un mineral fundamental para la función tiroidea, y por tanto, también lo es para una correcta gestación. Si el organismo no cuenta con un aporte suficiente procedente de la alimentación, no se forman las hormonas tiroideas. Es un mineral que se encuentra en la sal yodada, los pescados, las verduras y los huevos.
“Todos necesitamos un aporte de yodo adecuado para que la tiroides funcione bien, pero en el embarazo, como funciona un poco más, se necesita una mayor cantidad de yodo diaria”, explica la doctora Elena Navarro, coordinadora del Área de Tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Además, ese yodo también pasa al feto, “porque si bien a partir de la semana 12ª o 14ª su tiroides funciona y produce sus propias hormonas, necesita yodo para fabricarlas”, añade.
Si un adulto precisa unos 150 microgramos de yodo al día, una embarazada sana necesita alrededor de 200 microgramos diarios. Para conseguir esos niveles, como nos dice la doctora Navarro, existe la opción de que la futura madre ingiera todos los días alrededor de 750 cc de leche y 3 g de sal yodada. Como ambas ingestas son difíciles de conseguir y de controlar, “lo mejor es tomar una suplementación a lo largo de todo el embarazo”, afirma la endocrina.
La OMS recomienda que todas las mujeres embarazadas y que están dando el pecho tomen un suplemento diario de yodo
Por eso, a todas las mujeres embarazadas, el ginecólogo les recomienda tomar un suplemento de yodo. “El exceso de este mineral no afecta para nada al feto, pero el déficit sí”, asegura la doctora Navarro. La hiperactividad, un menor cociente intelectual o retrasos del aprendizaje son algunos de los trastornos que se relacionan con la falta de este mineral durante la gestación. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social español recomiendan la administración de suplementos de yodo a las embarazadas y a las mujeres en periodo de lactancia.
“Ese suplemento en la madre es también necesario durante la lactancia, incluso aunque se trate de una lactancia mixta, es decir, con lactancia materna y artificial”, señala la experta. El bebé nace con un desarrollo cerebral incompleto, y su maduración depende de las hormonas tiroideas y, por lo tanto, del yodo que reciba a través de la leche materna.
Creado: 1 de abril de 2019