Hoy en día, la incompatibilidad Rh se puede prevenir casi en su totalidad. Si existe el riesgo de desarrollarla, los médicos administran dos inyecciones de inmunoglobulina de Rh (RhIg) durante el primer embarazo. La primera inyección se pone durante el primer trimestre del embarazo, alrededor de las 28 semanas de embarazo, y la segunda en el posparto inmediato, dentro de las 72 horas después del parto, pero solo en el caso de que el bebé sea Rh positivo, ya que si es Rh negativo la segunda inyección es innecesaria.
Lo que hace la inmunoglobulina de Rh es actuar como una vacuna, impidiendo que el cuerpo de la madre genere anticuerpos peligrosos Rh que pueden causar dificultades serias en el recién nacido o complicar futuros embarazos. Esta inyección previene la sensibilización en más del 95% de las mujeres Rh-negativas.
También es necesario administrar RhIg a una mujer Rh-negativa después de un aborto espontáneo, un embarazo ectópico, un aborto inducido, o una transfusión de sangre con sangre Rh-positiva. Asimismo, este tratamiento es recomendable cuando se produzca una situación en la que su sangre pudiera entrar en contacto con la del feto, como:
- Tras practicar una amniocentesis u otras pruebas prenatales como la muestra vellosidades coriónicas (análisis de vellosidades de la placenta) o la cordocentesis (en la que se extrae una muestra de sangre del bebé del cordón umbilical para ser analizada).
- Si la madre sangra durante el embarazo.
- Un traumatismo abdominal durante la gestación.
La protección que brinda la RhIg solo dura unas doce semanas, por lo que es necesario repetir el tratamiento durante cada embarazo y ante las situaciones antes descritas, en que las células sanguíneas del feto pueden mezclarse con la sangre de la madre.