El estreptococo del grupo B (EGB) o Streptococcus agalactiae es una bacteria que habita en el intestino delgado pero que, en ocasiones, llega al recto y puede acabar pasando a la vagina por su cercanía, provocando una infección si consigue desequilibrar la flora bacteriana de esta zona.
En cualquier otra situación, este contagio pasaría desapercibido porque, de hecho, la mayoría de las veces carece de sintomatología. El problema aparece en caso de embarazo, pues durante el parto vaginal (no sucede en el parto por cesárea) el bebé tendrá que pasar por la vagina y, si está contagiada, puede provocar graves enfermedades al bebé, que carece de un sistema inmune preparado para combatir este germen.
El estreptococo B puede provocar enfermedad de inicio precoz, cuando aparece durante la primera semana de vida del bebé, o de inicio tardío, si surge después de esa primera semana.
La consecuencia principal de la infección neonatal es la aparición de sepsis, enfermedad producida por un sobreesfuerzo del sistema inmune que acaba impidiendo que la sangre llegue correctamente a los órganos vitales. Puede dejar secuelas importantes y, en el peor de los casos, resulta mortal. Asimismo, puede ocasionar infección pulmonar (neumonía neonatal), infección respiratoria, infección de los huesos y las articulaciones (osteoartritis), e inflamación en el cerebro y en la columna vertebral (meningitis).
Por suerte, la mayoría de los bebés cuyas madres tienen EGB no se verán afectados por la bacteria, pero es necesario proteger a ese pequeño porcentaje que puede acabar desarrollando la enfermedad.