Monitorización fetal
La monitorización fetal es una prueba que, generalmente, suele realizarse en las últimas semanas del embarazo y también durante el parto para controlar la actividad uterina y el bienestar fetal intrauterino.

Tipos de monitorización fetal

Por: Carmen Moreno

Periodista especializada en Salud, Embarazo, Infancia y Tercera Edad

Por: María Ángeles Fernández

Presidenta de la Asociación Andaluza de Matronas

Actualizado: 28 de junio de 2022

Existen dos tipos de monitorización fetal: la externa y la interna. La más utilizada es la externa; de hecho, es el método de primera elección, pero el empleo de un tipo u otro dependerá en gran parte de la facilidad que los profesionales tengan, en ese momento, para registrar correctamente tanto las contracciones como la frecuencia cardiaca fetal.

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Monitorización fetal externa: cuándo y cómo se realiza

La monitorización externa es aquella en la que el registro se hace colocando dos plaquitas o transductores sujetas con dos correas sobre la piel del abdomen de la madre. Una de las placas, el llamado tococardiógrafo, consiste en una plancha cilíndrica de la que sobresale un botón que se aprieta hacia dentro y mide el nivel y la cantidad de las contracciones uterinas, así como los movimientos fetales. Se sitúa en la parte superior del abdomen, que es donde se encuentra el fondo del útero.

El otro transductor es el cardio y se encarga de medir los latidos del bebé. Se trata de una placa igual que el tococardiógrafo (pero sin botón), que lleva una membrana en la que se aplica una pasta conductora, como la que se utiliza en las ecografías, lo que permite transmitir o traducir la frecuencia cardiaca del niño. Debe ubicarse en la zona del abdomen donde se encuentre el dorso fetal, que corresponde con la espalda de bebé, y que variará  en función de la posición y situación del feto. Por tanto, para localizarlo, los profesionales tendrán que realizar una serie de maniobras previamente.

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Monitorización fetal

Este tipo de monitorización es el que siempre se utiliza durante el embarazo y en la mayoría de los partos. Es más sencillo de realizar y no implica ningún riesgo, aunque la información que ofrece en ocasiones no es tan precisa como la de la monitorización interna.  

Monitorización interna: cuándo y cómo se realiza

En la monitorización fetal interna las contracciones uterinas pueden medirse por un transductor o placa situada en la piel del abdomen de la madre, como en la monitorización externa, o por un catéter que se introduce en el útero. Pero, sin embargo, el electrodo que facilita el latido del feto debe situarse en el cuero cabelludo del bebé, por lo que la bolsa debe estar rota.

Por esta razón, a pesar de que la información sobre el ritmo cardiaco que proporciona la monitorización interna resulta más precisa, se utiliza muy poco, ya que, actualmente, la tendencia es que se mantenga la bolsa mientras que el parto se va desarrollando. 

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Creado: 13 de enero de 2014

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