La oxitocina es una hormona que segrega de forma natural el organismo, y que llegado el momento provocará el inicio del trabajo de parto. Te explicamos cómo funciona y cuándo se recurre a su empleo artificial.
Licenciada en Medicina por la Universidad de Alcalá de Henares y pediatría en el Hospital General de Villalba
Actualizado: 28 de junio de 2022
La oxitocina, en su forma sintética, es una de las opciones utilizadas para inducir el parto cuando los médicos lo consideran necesario. Aunque también se emplea para controlar la hermorragia posparto.
Inducción del parto por oxitocina
Dado su significativo papel en el parto, la oxitocina se ha usado de forma artificial desde los años 50 para inducir o provocar el parto al estimular las contracciones del útero.
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La administración de la oxitocina suele hacerse de forma intravenosa. Se empieza por una dosis inicial baja, que se va incrementando poco a poco en función del efecto conseguido. Las contracciones suelen aparecer en unos 30 minutos una vez iniciado el tratamiento.
Si tras 12 horas no se ha logrado llegar a una fase activa de parto, la mayoría de los autores consideran que se trata de un fracaso de inducción y suelen optar por realizar una cesárea.
Aunque hay algunas madres o médicos que prefieren inducir el parto por comodidad, la mayoría de las inducciones se deben a que existe algún tipo de peligro para la madre o el bebé durante el trabajo de parto y no es aconsejable prolongarlo durante mucho más tiempo.
Las razones médicas más frecuentes para inducir el parto suelen ser:
El parto prolongado con contracciones no eficaces.
Enfermedades maternas como la hipertensión materna maligna (preeclampsia), diabetes gestacional o problemas cardiacos, renales o pulmonares que se puedan ver agravados por un parto prolongado.
Siempre que se vaya a inducir un parto con oxitocina, se realizará primero la rotura artificial de la bolsa amniótica, ya que tal hecho favorece la mecánica del parto por sí mismo.
Control del sangrado posparto
La oxitocina tiene otros usos dentro de la medicina, uno de los más comunes es su empleo para reducir o interrumpir el sangrado que se puede producir una vez finalizado el parto.
Para que este sangrado se corte es necesario que el útero se contraiga y comprima los vasos sanguíneos que se han roto con el desprendimiento de la placenta. Si esta contracción no es eficaz hay riesgo de hemorragia grave para la madre, por lo que se emplea oxitocina artificial para inducir una mayor contractilidad y asegurar el cese del sangrado.