Si rompes aguas antes de tener cualquier otro síntoma de parto, lo más importante es conservar la calma, saber que ha llegado ya el esperado momento y, sobre todo, vigilar el color del líquido: si es trasparente o ligeramente amarillento es que todo va bien y lo normal es que las contracciones comiencen en las horas siguientes.
Así que te da tiempo a cambiarte, manteniendo la zona genital lo más limpia posible, y acudir con tranquilidad al hospital, donde esperarán hasta doce horas a que el parto empiece de forma natural. En caso contrario, lo provocarán para prevenir posibles infecciones.
Sin embargo, si el líquido es verde o marrón indica que el feto ha realizado su primera deposición, llamada meconio, y corre el riesgo de inhalarla, lo que pude obstruir parcial o completamente sus vías respiratorias en lo que se conoce como síndrome de aspiración meconial. Debéis en ese caso acudir con urgencia a la clínica para que valoren el estado del bebé. También si el líquido aparece muy manchando con restos de sangre.
Es posible, sin embargo, que rompas aguas durante el trabajo de parto, ya ingresada, lo cual también es totalmente normal y forma parte del proceso.
Rotura provocada de aguas
A veces, sin embargo, la matrona o el ginecólogo rompen la bolsa artificialmente con una lanceta. Se trata de una práctica rutinaria en muchos hospitales, no exenta de controversia, denominada amniotomía: mientras que los que la practican aducen que estimula la liberación de hormonas que aceleran las contracciones y por tanto acorta el parto –especialmente aconsejable para alumbramientos difíciles y largos–, lo cierto es que no existen pruebas científicas sólidas que respalden esta creencia. De hecho, es una medida desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud si no existe una clara causa médica que la respalde.