Al ser el meconio una sustancia de color negruzco-verdoso, tiñe rápidamente el líquido amniótico de un color verdoso. Por ello, uno de los primeros síntomas de alarma para la madre es el color verde de las aguas si rompe la bolsa antes de llegar al hospital. Unas aguas verdes, marrones o con restos de sangre (que no sean de color claro), siempre deben ser una señal de alerta para la madre, que deberá acudir a un centro hospitalario a la mayor brevedad posible.
La aspiración del líquido meconial puede ocurrir antes, durante o inmediatamente después del parto. La gravedad dependerá de la cantidad de líquido, consistencia del mismo y el tiempo que haya permanecido en las vías respiratorias del bebé.
En estos casos, el recién nacido suele estar impregnado en meconio, y se puede observar éste también en el cabello y por debajo de las uñas. Si el bebé aspira el líquido meconial y este pasa a la vía respiratoria los síntomas pueden ser diversos:
- Puntuación baja en el test de Apgar (< 5 al minuto).
- Coloración azulada de la piel y los labios por la falta de oxígeno.
- Frecuencia cardíaca baja.
- Hipotonía, escasos movimientos fetales.
- Distintos grados de dificultad respiratoria: apnea (ausencia de respiración), taquipnea (respiración demasiado rápida), tiraje (respiración entrecortada utilizando la musculatura abdominal), aleteo nasal…
La obstrucción de los bronquios por el meconio puede dar lugar a que algunas zonas del pulmón queden colapsadas, lo que se conoce con el nombre de atelectasia. Además, la sobreinfección del meconio por algunos gérmenes puede producir neumonía. Al ser el meconio una sustancia químicamente muy agresiva, puede dañar el tejido pulmonar creando también áreas de neumotórax (salida de aire fuera del pulmón).