Como en otras enfermedades, el mejor tratamiento para el síndrome de aspiración meconial (SAM) es la prevención. Por ello, cuando en el parto se observe que las aguas están teñidas de meconio (color verde o marrón) se avisará siempre al pediatra que estará presente en el momento del nacimiento.
Si el bebé nace llorando y con una buena adaptación neonatal en los primeros minutos, el pediatra sencillamente lo observará para comprobar que la respiración y frecuencia cardiaca son las adecuadas. Si todo está bien pasará con su madre.
En el caso de que el bebé no nazca llorando, directamente se le colocará en la cuna de reanimación para que el pediatra, antes de estimularle para forzar el llanto, le realice una laringoscopia (visualización directa de la glotis o inicio de la vía respiratoria con un laringoscopio) para ver que la vía aérea está libre de meconio. Si esto es así, se continuará con la estimulación habitual hasta que el niño llore. Esto es lo que suele pasar en la mayoría de las ocasiones.
Si el pediatra observa meconio en la vía respiratoria al realizar la laringoscopia se le aspirará con una sonda. Si no inicia llanto espontáneo y manifiesta los síntomas antes mencionados que sugieran que pueda haber aspirado meconio, será necesario colocar un tubo en la tráquea para iniciar la ventilación asistida (intubación). Afortunadamente, estos casos son los menos frecuentes.
En el caso de una aspiración meconial que requiera intubación, suele ser necesaria la ventilación artificial y el paso del bebé a una unidad de cuidados intensivos neonatales. El tratamiento del síndrome de aspiración del meconio en estos casos incluye, además del soporte respiratorio, antibióticos y administración pulmonar de surfactante, una sustancia que ayuda a las células del tejido pulmonar a aumentar el intercambio gaseoso.
En el caso de que el SAM asocie complicaciones como atelectasia o neumotórax, las consecuencias pueden ser más severas. La muerte neonatal, aunque infrecuente, es una de las posibilidades.
Afortunadamente, el aumento del control neonatal y los protocolos de seguimiento del parto que se realizan en todos los hospitales evitan en la mayoría de ocasiones llegar hasta este extremo.