La atonía uterina es la primera causa de hemorragia tras el parto y, si no se controla correctamente, puede tener consecuencias mortales para la parturienta. Conoce cómo se aborda esta complicación del posparto.
Periodista especializada en Salud, Embarazo, Infancia y Tercera Edad
Actualizado: 23 de marzo de 2023
En la tercera fase del parto, conocida como alumbramiento, tiene lugar el desprendimiento de la placenta, que previamente se ha separado de las paredes del útero. Durante este proceso, el útero suele contraerse para que los vasos sanguíneos que conectaban las paredes de éste con la placenta se cierren. Pero puede ocurrir que el útero no se contraiga por falta de tono, lo que provoca que los vasos sanguíneos permanezcan abiertos y se produzca una hemorragia severa, es decir, una pérdida de más de 1.000 mililitros de sangre.
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A esta falta de tono que impide la contracción tras el parto se le llama atonía uterina y es la primera causa de hemorragia después del parto. Según los expertos, alrededor del 70 % de los casos de hemorragia tras el parto se deben a una atonía uterina.
Si no se controla a tiempo, puede tener importantes riesgos, entre ellos la muerte de la mujer. Pero, por suerte, este incidente no es demasiado frecuente y suele ser fácil de controlar para los profesionales que conducen el parto.
Tipos de atonía uterina
La atonía uterina suele ocurrir después del parto, pero, dependiendo del momento exacto en el que suceda, se pueden diferenciar dos tipos:
Atonía precoz: si tiene lugar cuando la mujer está aún en el paritorio.
Atonía tardía: si se produce en el posparto más inmediato, antes de que el útero consiga su involución a las condiciones normales.
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La atonía precoz es más frecuente que la atonía tardía. Suele surgir en el mismo paritorio, generalmente, “debido a que la mujer no produce suficiente oxitocina de manera natural”, asegura la presidenta de la Asociación Andaluza de Matronas, Mari Ángeles Fernández. La oxitocina es la hormona que favorece la contracción en el parto y también en el posparto; en este último momento, su finalidad es permitir que el útero se contraiga para evitar que se produzcan hemorragias.