La hemorragia posparto puede presentarse durante las primeras 24 horas del posparto (y en este caso se denomina temprana), o dentro de las seis semanas tras el parto (tardía). Su pronóstico es peor si se presenta en las primeras 24 horas. Es una de las mayores causas de mortalidad materna, junto a las infecciones.
Una hemorragia posparto puede deberse a varias causas:
- Atonía uterina: los músculos uterinos no se contraen tras la expulsión de la placenta, lo que impide que puedan cerrarse los vasos sanguíneos situados en la zona.
- Desgarros del canal del parto: en partos difíciles se pueden producir traumatismos y laceraciones, por lo que es importante revisar el canal del parto tras el nacimiento del bebé. Un sangrado excesivo y de color rojo brillante puede ser signo de la existencia de desgarros.
- Retención de restos placentarios: residuos de la placenta pueden quedar adheridos a la pared del útero, y se produce hemorragia porque éste no se contrae para evitarla. Para expulsar todos los restos se administra oxitocina.
Tratamiento de la hemorragia posparto
El mejor tratamiento de la hemorragia posparto es la prevención, identificando los posibles factores de riesgo (miomas uterinos, anemia, gestaciones múltiples o antecedentes de hemorragias puerperales en otros embarazos, entre otros).
Administrar oxitocina suele asegurar la contracción uterina y reducir las pérdidas de sangre, y en ocasiones el fármaco se utiliza asociado a un masaje del útero.
Se deben explorar el útero, el cérvix y la vagina, en busca de posibles desgarros. Es importante revisar la placenta y comprobar que está completa y, en caso contrario, extraer los residuos.