La inversión uterina es una complicación del parto poco frecuente que se produce inmediatamente después de expulsar la placenta, y consiste en la inversión del útero dentro de su propia cavidad, descendiendo por la vagina hasta asomarse por la vulva.
Se puede producir en las primeras 24 h tras el alumbramiento (inversión uterina aguda), después de transcurridas 24 h (inversión uterina subaguda), o durante el primer mes (inversión uterina crónica). Asimismo, se categoriza según la localización del útero una vez invertido, siendo más grave cuanto más cerca del exterior de la vagina aparezca.
Normalmente se produce cuando se aplica una presión continua y excesiva sobre el fondo uterino, por una tracción indebida del cordón, o porque la placenta esta adherida al útero (acreta) y no se desprende correctamente. Se forma una anillo de constricción que impide que el útero invertido vuelva a su posición, y este mecanismo es el que puede acarrear las complicaciones derivadas de la inflamación y la congestión sanguinea que se produce.
Tratamiento de la inversión uterina
La gravedad de la inversión uterina estriba en que provoca una hemorragia abundante, acompañada de fuerte dolor y, en ocasiones, shock. Su tratamiento consistirá en devolver el útero a su posición, bien mediante algunas maniobras por parte del ginecólogo o bien mediante una intervención quirúrgica según sea la gravedad. Asimismo, cuando se acompañe de hemorragia y shock, se deberá recurrir a sueros y transfusión sanguínea de manera urgente, y administrar analgésicos y antibióticos para evitar infecciones.