Hidratación durante el embarazo: necesidades y falsos mitos
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
El embarazo y el periodo de lactancia son dos momentos vitales de las mujeres repletos de mitos y verdades a medias que afectan a diversos ámbitos de la salud. Sin lugar a dudas, uno de los más proclives a los mitos es el de la alimentación y los requerimientos nutricionales durante la gestación. ¿Tiene una madre que comer por dos durante el embarazo? ¿Tiene que beber más? ¿Hay que tomar más leche y más agua para producir más leche materna?
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Los dietistas-nutricionistas ya llevan años desmintiendo que una futura madre tenga que comer el doble durante el embarazo para de esa forma alimentar también a su bebé; una recomendación que no solo no es cierta, sino que puede llevar a la embarazada a coger más peso del recomendable durante el periodo de gestación. Pero, ¿qué pasa con la hidratación? ¿Se recomienda beber más agua durante el embarazo y la lactancia?
Cuánta agua se debe beber durante el embarazo
Una mujer con un índice de masa corporal normal aumenta su peso durante el embarazo en una media de 12 kilos, de los cuales entre el 50% y el 70% son agua corporal, presente fundamentalmente en el líquido amniótico, en la placenta (formada en un 85% por agua) y en el feto (entre 70% y 90% agua). En base a ello las necesidades hídricas de las embarazadas aumentan durante la gestación, se estima, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que en alrededor de 300 mililitros de agua diarios, esto es, en torno a una botella pequeña.
Una mujer con un índice de masa corporal normal aumenta su peso durante el embarazo en una media de 12 kilos, de los cuales entre el 50% y el 70% son agua corporal
La duda es: ¿tienen que beber las mujeres más agua durante el embarazo? “Es cierto que las necesidades hídricas de las embarazadas aumentan y necesitan beber más agua, pero nadie recomienda esto porque ya lo hacen. El matiz es importante”, asegura el dietista-nutricionista Julio Basulto, autor entre otros libros de Mamá come sano: alimentación saludable en el embarazo y la lactancia.
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Para ejemplificar dicho matiz, el experto utiliza un ejemplo a modo de metáfora: “¿Necesitas pestañear más en Valencia cuando estás a 40º? Sí. ¿Alguien te recomienda que lo hagas? No, porque ya se hace. Es un absurdo recomendar algo cuando existe un mecanismo fisiológico llamado sed que funciona muy bien. Las únicas excepciones en las que existe justificación científica para aconsejar a una gestante que beba más allá de su sensación de sed es cuando esta padece una patología rara denominada oligohidramnios –escasez de líquido amniótico–, si sufre hiperémesis gravídica o una diarrea severa o si presenta fiebres altas”.
También en relación con la hidratación de las embarazadas suele esgrimirse el argumento de que en el caso de éstas el umbral de sed está disminuido, lo que implica que empiezan a tener sed cuando ya están en proceso de deshidratación. Para Basulto este es un mensaje “falso y torticero, posiblemente influido por los fabricantes de bebidas envasadas”. En ese sentido, vuelve a recordar que el propio mecanismo fisiológico de la sed hace que las mujeres embarazadas beban más per se y que no corran ningún riesgo de deshidratarse.
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Creado: 22 de mayo de 2018