Ejercitar los músculos del periné durante el embarazo, mediante masajes específicos, puede evitar que el ginecólogo tenga que practicar una episiotomía en el parto. Aprende cómo hacer un masaje perineal.
Periodista especializada en Salud, Embarazo, Infancia y Tercera Edad
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
Durante el embarazo es importante que la mujer prepare su cuerpo para el momento del parto. Por ejemplo, se recomienda encarecidamente la práctica de ejercicio, sobre todo andar, para que los músculos de las piernas se mantengan en forma y resistan mejor el esfuerzo. También es muy común que se aconsejen los ejercicios de Kegel para fortalecer el suelo pélvico. Sin embargo, no se les da la misma importancia a los masajes del periné (zona entra la vulva y el ano).
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Masajear adecuadamente este conjunto de músculos y ligamentos por donde pasará el bebé en el parto favorecerá que estén más flexibles y elásticos y evitará desgarros. Además, y en la medida de lo posible, también reduce las posibilidades de que el ginecólogo tenga que realizar una episiotomía o incisión para facilitar la salida de la cabeza del pequeño.
Otro beneficio del masaje perineal es que permite a la mujer conocer la sensación de presión que experimentará durante el parto, para que en ese momento sepa cómo relajar la zona en lugar de tensionarla, lo que facilitará la expulsión.
¿Para quién está recomendado?
Este tipo de masajes está recomendado para todas las embarazadas a partir de la semana 34 de embarazo. Por supuesto, pueden realizarse antes, pero su eficacia está comprobada a partir de este momento.
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Es importante que antes de intentarlo la mujer se familiarice con esta zona de su cuerpo, el periné. Lo ideal es que se ponga en una postura cómoda (sentada en cuclillas, tumbada o con la pierna levantada sobre un taburete) y que emplee un espejo.
El periné se encuentra en la zona superficial del suelo pélvico, entre la vulva y el ano, y se divide en dos triángulos: el periné anterior, donde se encuentran los orificios de la vagina y la uretra, y el periné posterior, donde se ubica el ano. Tanto uno como otro se componen de distintos músculos y ligamentos, la mayoría de ellos implicados en la fase expulsiva. Es por ello que es necesario que se trabajen durante el embarazo para soportar la tensión en el parto.