La gestación ya no es asunto exclusivo de mujeres. El futuro padre también debe y puede ser protagonista de un gran acontecimiento en el que está cada vez más implicado. Todo un secundario de lujo.
Periodista especializada en bienestar, embarazo e infancia
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
El embarazo ya no es asunto exclusivo de mujeres. El futuro padre también debe y puede ser protagonista de un gran acontecimiento en el que está cada vez más implicado.
Todavía hay quien se hace el remolón, pero los hombres de hoy en día ya no son meros espectadores del embarazo de sus parejas. Atrás quedan los tiempos en que los futuros papás se limitaban a cumplir con la reproducción y, nueve meses después, a esperar nervioso pasillo arriba pasillo abajo a que le dijeran si era niña o niño.
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Y eso que la tradición también manda que el embarazo sea territorio exclusivo de mujeres, alrededor de las cuales se suele formar un consejo de sabias –abuela, tías, primas, amigas– inexpugnable para el padre, que se siente desplazado y sin saber muy bien cuál es su sitio.
Así las cosas, la mejor actitud que puede adoptar el futuro padre es estar atento a cómo se siente la madre y, sobre todo, a los cambios que se van produciendo, lo que le permitirá saber lo que ella espera de él. De acuerdo, ellos no engordan quince kilos ni tienen náuseas por la mañana, pero pueden acompañarte a los preceptivos controles médicos, asistir a las clases de preparto, encargarse de las tareas domésticas más pesadas, compartir tus temores y, sobre todo, mimarte al máximo, aunque sin caer en un exceso de miramientos que sobrepase las necesidades de la pareja.
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Padrazos por naturaleza
La biología está incluso dispuesta a echar una mano: aunque la ciencia todavía no es concluyente al respecto, varios estudios han demostrado que la hormona masculina por excelencia, la testosterona, desciende en el hombre cuando su pareja está embarazada, al mismo tiempo que aumentan los niveles de estradiol, un tipo de estrógeno (la hormona femenina), y la prolactina, involucrada en el desarrollo de la capacidad de amamantar en las mujeres. Parece ser que se trata de respuestas bioquímicas a estímulos olfativos enviados por las mujeres o, simplemente, a variaciones en el comportamiento de la mujer que provocan, a su vez, cambios hormonales en el varón que les hacen estar más tiernos y solícitos. Es decir, de alguna manera, la naturaleza también prepara a los hombres para su nuevo papel.
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Esto explicaría el embarazo empático o síndrome de Couvade, (palabra derivada del francés couver, que significa incubar), que consiste en presentar síntomas similares a los de la embarazada: mareos matutinos, cambios de humor, cansancio… casos extremos de empatía poco habituales.