El trastorno de negación del embarazo es un problema de origen psicológico que provoca que la mujer no sea consciente de su gestación, incluso hasta el momento del parto. Averigua cómo puede suceder esto.
Tratamiento del trastorno de negación del embarazo
Las causas del trastorno de negación del embarazo no están muy claras, aunque en muchos casos “es fruto de infancias traumatizadas, de abusos o, al menos, de conflictos muy serios con el universo de la maternidad (con las propias madres o con la sexualidad)”, según indica la psicóloga experta en maternidad Sabina del Río.
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En este mismo sentido, pero yendo un poco más lejos, la psicóloga perinatal y sexóloga Diana Sánchez opina que: “detrás de este trastorno de negación hay otro trastorno, y éste es una manifestación o síntoma del mismo. Podría tratarse en muchas ocasiones (aunque para ello aún hay que investigar mucho más) de un trastorno de identidad disociativo".
La disociación es una alteración de funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno, o la pérdida total o completa de la integración normal entre ciertos recuerdos del pasado, la conciencia de la propia identidad, ciertas sensaciones inmediatas, y el control de los movimientos corporales. La disociación suele tener su origen en vivencias muy traumáticas durante la infancia, aunque no es siempre tan evidente la relación, ni exclusiva. En muchos casos, aunque no en todos, la disociación ocurre cuando ha habido abusos sexuales tempranos o maltrato físico”.
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Sea cual sea el origen, sin duda estamos ante un trastorno psicológico que puede llegar a ser bastante grave, y que hay que abordar de la forma más adecuada. Así, para la especialista Sabina del Río “el tratamiento va a depender de cada caso particular, de la historia de cada mujer y de su pasado. Pero normalmente hará falta un intensivo abordaje psicológico y seguramente, al menos al principio, también medicación psiquiátrica”.
Por su parte, Diana Sánchez aboga por “terapias como el EMDR (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares), junto con terapia sensoriomotriz, como últimas tendencias para el tratamiento del trauma y la disociación. Combinado con el buen trabajo que pueda realizar un psicoterapeuta que, a su vez, puede disponer de su propia orientación o forma de trabajar (psicoanálisis, terapia cognitivo conductual, terapia Gestalt…).