Adolfo Gómez Papí
8 de agosto de 2018
El contacto piel con piel es fundamental para el desarrollo emocional del bebé, al igual que conocer cuáles son sus necesidades básicas y satisfacerlas. Para ayudar a los padres recientes a descifrar las claves de una crianza sana y feliz, Adolfo Gómez Papí, neonatólogo en el Hospital Universitario Joan XXIII (Tarragona), especialista en lactancia materna, y autor de El poder de las caricias, acaba de publicar Piel con piel (Ed. Planeta, 2018).
A lo largo de las casi 200 páginas del libro, y en esta entrevista, su autor recorre el camino de la maternidad y de la paternidad desde el mismo momento en el que nace el deseo de ser padres, hasta la forma en la que nos comunicamos con nuestros hijos, no sólo en los primeros años, sino a lo largo de toda nuestra vida. Y siempre con la premisa del amor y el respeto como hilo conductor. Porque, como asegura Gómez Papí, “los abrazos, los besos y los cariños, nunca están de más, no solo cuando son pequeños, sino también en la adolescencia y más adelante”.
Tener hijos es una decisión que cambia la vida por completo, y en el libro mencionas el choque entre las expectativas que tenemos antes de tener hijos y la realidad cuando somos padres. ¿Este sentimiento es el mismo generación tras generación, o ahora estamos más en shock que nunca?
Creo que, en efecto, estamos más en shock que nunca, probablemente debido a la reducción de la natalidad. Ahora se tienen menos hijos y más tarde, lo que hace que no sea frecuente haber visto crecer a bebés a nuestro alrededor. Esa falta de experiencia, junto a una mayor edad de maternidad / paternidad nos hace sentir más dudas y miedos.
Aunque el libro se llama ‘Piel con piel’, en realidad es un resumen perfecto de lo que son los primeros tiempos de crianza, incluido el embarazo. ¿Qué necesita un bebé de nosotros?
Necesita que le hagamos sentir bien. Para ello, debe tener satisfechas sus necesidades más importantes: sentirse querido (y seguro), sentirse caliente, y no pasar hambre. Creo que piel con piel se ajusta bastante al lugar donde esas tres necesidades se ven colmadas: el cuerpo de su madre. Y, si ya ha comido, el de su padre.
También explicas cómo tu madre se entregó a los cuidados y consiguió que todos os sintierais felices. No sé si nuestras circunstancias actuales, como la soledad de las familias, sobre todo las urbanitas, y las expectativas que antes mencionaba, influyen en cómo afrontamos la crianza. ¿Qué crees que necesitamos para llevar a cabo una crianza sana y feliz?
Creo que es muy importante conocer y tener integradas las necesidades de nuestros hijos desde el primer momento. Y que esas necesidades se van a prolongar en el tiempo bastante más de lo que la gente cree. Pero eso choca con las expectativas profesionales de muchas madres. El ejemplo de mi madre sería muy difícil de seguir por la mayoría de las mujeres de nuestro entorno: criar a siete hijos en dedicación exclusiva.
Es muy importante conocer y tener integradas las necesidades de nuestros hijos desde el primer momento
Indudablemente, a ello pueden ayudar mucho los grupos de madres de apoyo a la lactancia o a la crianza.
Los secretos del método piel con piel
Durante el embarazo nuestro cuerpo y el del bebé ya van preparándose para el nacimiento. ¿Hasta qué punto es importante la primera hora de vida del niño, esa hora cargada de hormonas de la felicidad?
En esa primera hora, tanto la madre como el bebé están especialmente preparados para conocerse. Ambos están en alerta, pendientes absolutamente de todo, bañados en un cóctel hormonal que hará que la madre se enamore perdidamente y para siempre de su hijo mientras disfruta del piel con piel las primeras dos horas después de su nacimiento. Precisamente por eso consideramos tan importante preservar su intimidad y no separarlos.
El contacto precoz permite que se establezca el vínculo afectivo nada más nacer
Sin embargo, me gustaría destacar que si, por lo que sea, no se ha podido disfrutar del piel con piel nada más nacer, se pude intentar más adelante y todo puede volver a ocurrir. Lo comento porque son muchas las madres que me preguntan preocupadas qué consecuencias tendrá no haber tenido el contacto precoz.
¿Qué beneficios tiene el piel con piel para el bebé? ¿Y para la madre?
Me gustaría que quedara claro que cuando hablamos del piel con piel nos referimos a ese contacto entre madre (o padre/pareja) e hijo en cualquier momento. Y que si queremos referirnos al que se hace nada más nacer, le llamaremos contacto precoz.
Cuanto menos intervenimos en el proceso de parto, mejor y más fácil es la recuperación de madre e hijo y la lactancia materna
El contacto precoz permite que se establezca el vínculo afectivo nada más nacer, y que el bebé haga una primera toma al pecho de forma correcta, lo que dobla el éxito de la lactancia materna. Todo ello hace que la madre y el hijo se sientan mejor y se recuperen antes del parto.
Dices que cuando ha habido separación, y no ha habido piel con piel con la madre tras el nacimiento, aún hay tiempo para que se establezca el vínculo madre-hijo. ¿Cómo se puede ir ganando ese momento perdido?
Exacto. Aquí vienen las ventajas del piel con piel en cualquier otro momento. Porque cada vez que tiene lugar el contacto la madre segrega oxitocina y el bebé pone en marcha los 20 mismos reflejos para alcanzar el pecho por sus propios medios y mamar. Y en esa posición es mucho más probable que el bebé haga una toma al pecho correcta y eficaz. Se ha comprobado que si las madres de los bebés más prematuros practicaban el método canguro durante su ingreso, al alta se mostraban vinculadas con ellos.
La importancia de un parto humanizado
En Europa, y en España en concreto, se camina hacia un parto más natural en los hospitales. No sé si aún queda mucho trabajo por hacer para cambiar mentalidades y actualizar conocimientos, o si cada vez estamos más cerca de un parto humanizado.
Por suerte, hemos avanzado mucho. Todo empezó con la Estrategia de Atención al Parto Normal, en el seno del Ministerio de Sanidad, consensuada entre madres, matronas, obstetras y pediatras. Lo cierto es que en la mayoría de los hospitales hemos experimentado una serie de cambios en los protocolos de actuación con los que se ha procurado devolver el protagonismo del parto a las madres y que, en lo posible, sean asistidas o acompañadas por una matrona. Cada vez son más los partos hospitalarios respetados.
De hecho, cada vez hay más mujeres que reclaman ser protagonistas del proceso de parto y no sujetos pasivos, ¿supondría esto una mejor experiencia y recuperación para las madres?
Sin duda. Llevar a cabo un parto normal empodera a la madre. Cuanto menos intervenimos en el proceso, mejor y más fácil es la recuperación de madre e hijo y la lactancia materna.
¿Es importante cómo nacemos para nuestro desarrollo y nuestra salud emocional posterior?
Cuanto mejor sea el comienzo, más probable es que madre y bebé disfruten de un contacto precoz y que, por tanto, se establezca el vinculo madre hijo. Las madres vinculadas es más probable que sean sensibles con sus hijos, lo que permite que estos desarrollen una relación de apego seguro con sus madres, y los adultos que han disfrutado de una relación de apego seguro con sus madres tienen mejores habilidades emocionales, se sienten capaces y queridos, y suelen experimentar relaciones íntimas más satisfactorias.
Los adultos que han disfrutado de una relación de apego seguro con sus madres tienen mejores habilidades emocionales
Si el parto ha sido instrumentado, o por cesárea, o madre y bebé se han tenido que separar, tendremos que facilitarles a ambos que se reúnan y disfruten del contacto piel con piel cuanto antes, y lo más a menudo posible. Porque, como he dicho antes, todo vuelve a ocurrir.
Lactancia materna y crianza natural
El tipo de parto, ¿puede interferir en el establecimiento y el éxito de la lactancia materna?
Sí. Si la madre se encuentra bien es más fácil que tome en brazos a su hijo y le dé el pecho. Las madres que han sido sometidas a una cesárea necesitan mucho más apoyo por nuestra parte para conseguir un buen agarre y que la lactancia se instaure de forma correcta.
¿Por qué no es lo mismo amamantar que dar un biberón a un bebé?
Las diferencias son muy claras respecto a la salud de madre y bebé, por eso la protección, promoción, y el apoyo a la lactancia materna, se considera una estrategia en salud. Pero también respecto a la vinculación de la madre con su hijo y al posterior desarrollo de un apego seguro entre el bebé y su madre. Porque amamantar es mucho más que alimentar al bebé, y supone un contacto físico muy estrecho e íntimo.
Si atendemos al bebé cuando lo necesita no llorará, no se estresará, y su cerebro se desarrollará de tal forma que será una persona equilibrada
Algunas mujeres creen que no dar el pecho puede implicar más a sus parejas en el cuidado, porque pueden participar en la alimentación desde el principio. ¿Cuál es el papel del padre en la lactancia?
No podemos olvidar que, durante sobre todo el primer año, el papel de la madre es clave para su hijo, que no se siente diferente a ella hasta que no pasan unos siete meses. El amamantamiento refuerza ese extraordinario vínculo. A los padres, a las parejas, nos corresponde proteger la diada madre-hijo y facilitar que la madre esté el mayor tiempo posible con su hijo. Podemos intervenir cambiándole los pañales, bañándole, tranquilizándole si ya ha mamado y parece nervioso, haciendo mucho piel con piel… Y empatizando con la madre y haciéndole refuerzo positivo (ensalzar su papel de madre y, si es necesario, expresar nuestra admiración pese a su cansancio y a los momentos difíciles).
Creo que a menudo se tiende a confundir lo que es la crianza natural, más consciente y respetuosa, con una moda. ¿Es la crianza natural una moda o una necesidad humana?
Si la humanidad tiene unos 200.000 años, la crianza “de separación” solo se practica desde hace poco más de un siglo en los países desarrollados (y no por todos los padres de estos países). Así, ¿cuál de las dos se podría considerar una moda?
A los padres, a las parejas, nos corresponde proteger la diada madre-hijo y facilitar que la madre esté el mayor tiempo posible con su hijo
Creo que al final se trata de dar a cada bebé lo que necesita. Y lo sabremos por su forma de comunicarnos: que no está bien y que necesita algo de nosotros. Primero, se inquietará. Si lo atendemos entonces (le damos cariño, el pecho, le cambiamos el pañal, jugamos con él, le hacemos reír, etcétera) no llorará, no se estresará, y su cerebro, en pleno crecimiento –en particular su cerebro emocional–, se desarrollará de tal forma que será una persona mucho más equilibrada. Si permanece los primeros meses en contacto frecuente con sus padres, apenas tendrá necesidad de llorar.
Si, por el contrario, ignoramos esta primera fase de inquietud, nos mantenemos separados de él y no respondemos a su imperiosa necesidad de nosotros (cuando lloran), su cerebro crecerá estresado, lo que tiene claras consecuencias negativas.