Ana Planelles
21 de septiembre de 2023
El sueño termina de evolucionar sobre los seis años, pero durante ese proceso muchas familias sufren su particular calvario. Ana Planelles, experta en sueño infantil y cara visible de la asesoría para familias Ducha, cena y a dormir, afirma que “cuesta dar el paso para intervenir en los hábitos de sueño de los niños, pero se puede hacer de manera respetuosa y con empatía”. Sin juicios de valor ni imposiciones, desde su asesoría y su cuenta de Instagram @duchacenayadormir facilita a los padres este largo camino hacia unas noches de sueño autónomo y de descanso, tan importante para toda la familia. En su último libro El solucionario del sueño infantil (MR, Planeta) ofrece numerosas herramientas y consejos para crear un ambiente adecuado para dormir, establecer rutinas y resolver las dudas más frecuentes.
Partiendo de que consideras que no hay un método rígido, sino una filosofía del sueño que se adapta a cada familia, ¿qué es lo más importante que destacarías en cuanto al sueño infantil en general?
Una de las cosas que me gustaría destacar son las expectativas. Cuando vas a tener un bebé crees que va a dormir bien y luego llegan las sorpresas. Todo lo que creíamos que íbamos a hacer, se nos va al traste. Muchas veces actúas por supervivencia, porque el agotamiento es extremo.
El sueño es evolutivo, eso es un hecho, pero hay niños que duermen cinco horas seguidas y está bien, y otros que duermen dos y también está bien. Nada de lo que pase está mal o significa que a tu hijo le pase algo. Es tan cambiante y tan variable que no ocurre nada por no hacer lo mismo que los demás.
¿Por qué nos cuesta que los niños sean más autónomos en el sueño que en otros aspectos de la crianza? ¿Les generamos falsas necesidades?
No queremos que sufran; tenemos este miedo y les sobreprotegemos. Los niños (o minis, como yo los llamo) obviamente se despiertan y tienen muchas necesidades y hay que dárselas, pero hay que ver si se las estamos dando porque de verdad las necesitan, o porque nosotros hacemos algo (mover el carrito, por ejemplo).
A veces, efectivamente somos nosotros los que les creamos esas necesidades. Yo les pregunto a las familias que por qué les dejan que coman solos o jueguen solos y eso está bien, pero no les dejan que duerman solos. El proceso da miedo; creemos que significa dejarles llorar y la idea de que se sientan abandonados.
El proceso de que los niños sea autónomos en el sueño da miedo; creemos que significa dejarles llorar y la idea de que se sientan abandonados
Hay una filosofía de crianza que hace mucha presión que dice que los humanos son los únicos mamíferos que no duermen pegados a sus crías, que tenemos que estar junto a ellos… Esto hace mucho daño porque sí que nos necesitan, pero no significa que seamos imprescindibles siempre. También está bien que tú quieras que no te necesiten.
En nuestra asesoría no fomentamos para nada el abandono, al revés, estimulamos la confianza. Que ellos sepan que, si les pasa algo, sus padres van a venir; pero, mientras, que lo intenten solos. El lema es: “Tú calmas, pero él se duerme”.
Ventanas de sueño en el bebé: cuándo necesita dormir
¿Son importantes los horarios desde que nacen? ¿Qué son las ventanas de sueño?
Las ventanas de sueño son una herramienta muy útil como orientación, una pieza más para conseguir el puzle. Se trata del rango que los niños aguantan despiertos, como mínimo y como máximo. Estos rangos van aumentando en función de la edad y el número de siestas. Por supuesto, son aproximados porque los niños no son robots y su cuerpo no va a notar 15 minutos más o menos. A no ser que el niño sea un reloj que, por lo general, no lo son.
No hay un método para el sueño infantil, sino una filosofía en la que hay que ir probando, con mucha paciencia
Si tenemos estos rangos más o menos controlados y observamos a nuestro hijo, habitualmente se obtienen buenos resultados. Si el niño está quejica, se frota los ojos… y ha pasado hora y media, quizás tiene que dormir. Le pondremos a dormir porque es un momento favorable: le acuestas, le relajas y así le facilitas. Con niños no hay horarios, sobre todo en bebés tan pequeñitos, pero nos indican cada cuanto más o menos tienen que dormir, hasta el momento de irse a acostar por la noche.
Una de las palabras más repetidas en el libro es “paciencia”. ¿Paciencia, rituales y rutinas (que hay que ir adaptando con el tiempo, generando algunas nuevas) serían las claves para conseguir un sueño autónomo?
Sí, y añadiría la constancia. Son claves fundamentales porque esto es un proceso largo y si no tienes paciencia no conseguirás nada. A las 8 de la noche estás deseando que se acuesten porque no puedes más y tienes mil cosas que hacer. Y sin paciencia acaba habiendo mal humor, gritos o desesperos.
Hay que tener objetivos claros, pero realistas, y probar. Siempre animo a probar porque cada niño y cada familia es diferente y por eso no hay un método; yo lo resumo en una filosofía.
Si hay llanto, esas lágrimas tienen que ser acompañadas y calmadas, tantas veces cuanto sea necesario
Eso sí, la prueba debería ser real y mantenida. Las pruebas tienen que ser algo largas (mínimo tres días), no vale abandonar enseguida. Si tú pruebas un día y funciona, crees que ya está y no, al día siguiente ya no es así. No hay más que ir probando con mucha paciencia. Además, que tu hijo empiece a dormir bien no significa que ya lo vaya a hacer así toda la vida. Hay muchos factores que influyen.
Cuando los padres deciden contratar una asesoría de sueño y vienen de ciertos despertares, colecho, pecho…, y de repente te dicen que quieren que el niño duerma del tirón y en su habitación, te sorprende. Nosotros bajamos mucho las expectativas a las familias porque llegan a nosotras buscando un proceso respetuoso. Si por el contrario lo que quieren es ir `a saco´, podemos conseguir que el niño en tres semanas duerma y no les llame nunca, pero eso no va a ser muy bonito.
¿Qué les dirías a los padres acerca de la famosa pregunta, hay que dejarles llorar?
Les dejaría claro que para nada es necesario que los bebés lloren en el proceso, pero que tienen que entender que, si quieren cambiar algo, ese pequeño va a llorar. Muchas de las pruebas que hagamos, evidentemente, no le van a gustar: si le pones a dormir en la cuna en vez de en brazos, como él estaba acostumbrado hasta ahora, te va a reclamar los brazos. Pero ese llanto, esas lágrimas, tienen que ser acompañadas y calmadas, tantas veces cuanto sea necesario.
Si está llorando, para, no insistas, cálmale, relax. Pero no te rindas y vuelve a intentarlo.
Siestas y pesadillas en los niños
Dedicas un apartado entero del libro a las siestas. ¿Por qué son tan importantes? ¿Con un buen sueño diurno las noches serán mejores?
Las siestas son las olvidadas del sueño porque creemos que los minis las necesitan para el día, pero es que repercuten también en la noche. A nivel científico o técnico regulan el cortisol del cuerpo (la hormona de estar despierto, como yo digo, frente a la melatonina, que es la de dormir). Por el día, los niveles de cortisol están elevados y se reducen cuando duermen siesta, para llegar más disminuidos a la noche.
Las siestas son las olvidadas del sueño porque creemos que las necesitan para el día, pero es que repercuten también en la noche
A edades en las que ya no duermen siesta es recomendable que por lo menos tengan un momento de relax. Si siempre están a tope, llegarán a la noche un poco alterados y eso puede interferir en la conciliación del sueño.
Las siestas han de ser en el horario adecuado, o con la cantidad de sueño más o menos recomendada. El problema es el mismo si se acuestan excesivamente cansados por hacer una ventana de sueño muy grande, que si lo hacen poco cansados. Deben tener el espacio suficiente para generar el sueño. Cuando los niños son un poco mayores y no necesitan esas siestas, hay que adelantar la hora de dormir.
Cuéntanos algunas claves en cuanto a las pesadillas, elementos indeseados pero presentes en el sueño infantil.
Las pesadillas no se pueden evitar: que un niño tenga miedo es algo natural y hay que acompañar ese miedo. Podemos trabajar sobre eso con ciertas herramientas o libros y cuentos, por ejemplo. Es importante siempre preguntar a nuestro hijo e identificar a qué tiene miedo en concreto, y tratarlas con mucha paciencia porque el miedo de ese niño es real.
Pero, por ejemplo, yo no recomiendo cambiarles de habitación cuando tienen una pesadilla porque les genera una falsa sensación de seguridad y que ellos crean que su cuarto no es seguro, rechazándolo. Su habitación tiene que ser su espacio seguro para dormir, por lo que nos debemos “sacrificar” nosotros como padres e ir allí, aunque intentando no meternos en su cama para no generar esa dependencia. Pero no pasa nada por hacerlo un día.
Es importante tratar las pesadillas con mucha paciencia porque el miedo de ese niño es real
Por otro lado, hay recursos “mágicos” como el polvo de hadas, el spray antimonstruos… Eso ya lo dejo a la imaginación de cada familia.
Si se acuestan muy cansados también afecta interiormente a su organismo, por los niveles de cortisol, y puede influir en que tengan pesadillas. Lo mismo sucede si ven la televisión antes de dormirse. No sólo porque vean imágenes de miedo, sino por todos los estímulos que reciben.
Por último, háblanos de algún mito sobre el sueño infantil que te gustaría destacar
Pues mira, hay un mito o creencia que no he puesto en el libro, pero que me gustaría comentar: el creer que si tú no duermes con tu hijo, no haces colecho, o no duerme en tu habitación le quieres menos o se va a sentir abandonado. No tiene nada que ver. No tienes por qué querer más a tu hijo por sufrir más. Ahora hay una moda muy fuerte de que la madre sufridora es la mejor. Pues no, a mí me gusta dormir por la noche y no está mal querer que mi hijo duerma.