Beatriz Maya
5 de octubre de 2023
El lenguaje, el desarrollo cognitivo y motor, el mundo emocional… Desde que nace, el niño está en constante evolución y conquista de hitos y los padres son, en realidad, unos privilegiados testigos de este camino apasionante. Pero, al mismo tiempo, pueden ir surgiendo problemas que generan miedos y angustias. Beatriz Maya, maestra especialista en pedagogía terapéutica y logopeda ha convertido esta pasión por el niño y su desarrollo en su profesión, y desde su Centro de Rehabilitación y Educación Especializada CREE y sus redes sociales comparte con las familias todo lo que sabe, desde su perspectiva entusiasta y respetuosa. Además, su libro Crecer sano, crecer feliz (Una breve guía de crianza para tu peque de 0-3 años) pretende ser un compañero en el que, capítulo a capítulo, comprender cómo nuestro hijo se va haciendo mayor y aprender qué podemos hacer para que todo vaya lo mejor posible.
El desarrollo del niño no es, ni mucho menos, una ciencia exacta. ¿Cómo planteas tú ese acompañamiento y estimulación?
Siempre lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, pero ahora tenemos conocimientos que antes no teníamos: investigaciones y estudios, y es importante adaptarse a lo que sí que se sabe que funciona y lo que es más adecuado para el desarrollo del niño. Partiendo de ahí, mi filosofía de trabajo siempre se ha basado en el juego y la experiencia me ha demostrado que así se obtienen los mejores resultados. Contar con la motivación de los peques es fundamental.
Precisamente eso he querido trasladar en el libro: la estimulación de las diferentes áreas del desarrollo a través de actividades cotidianas que podemos integrar perfectamente en nuestras rutinas, por medio del juego. Para el niño esto no es una obligación, sino que forma parte de ratos divertidos con mamá y con papá.
Teoría tenemos mucha, pero a la hora de la verdad, ¿qué hacemos? Pues yo he querido aportar herramientas y tips muy concretos para poder hacer la vida un poco más fácil a las familias. De hecho, a los lectores de este mi último libro les ofrezco un área privada en mi página web donde, con un código, pueden acceder a numerosos recursos.
De todas las áreas del desarrollo, ¿qué es lo que más suele preocupar a los padres?
En el primer año de vida suele preocupar más lo motor. A partir de ahí, que es cuando la teoría nos dice que nuestro chiquitín tiene que empezar a hablar, el lenguaje toma más importancia. Al ser logopeda, la mayoría de las consultas y preocupaciones que recibo se concentran en el lenguaje en la fase de 0 a 3 años. Pero me gustaría destacar que hay un mito de que “bueno, ya hablará” o “la logopedia es a partir de los tres años” contra el que tenemos que luchar. Es importante que el peque arranque con las primeras palabras, pueda expresarse bien y comprender el lenguaje.
Hay un mínimo porcentaje de peques que consigue hablar por sí solo, pero en ese tiempo que hemos perdido, en el que correspondería ese lenguaje oral y comprensivo, nos hemos dejado muchas cosas por el camino. Por ejemplo, a nivel emocional que pueda transmitir lo que quiere y necesita; a nivel de interacción social que pueda relacionarse con otros niños… Al final todo eso acumula una serie de dificultades que no tienen por qué suceder. Podemos poner solución a tiempo.
En los peques siempre tenemos un desarrollo muy en picos: unas áreas están más evolucionadas que otras. Y siempre va a haber algo en lo que podemos echarles una mano
Además, me encuentro problemas de lenguaje derivados de las pantallas porque éstas no requieren de interacción ni respuesta a nivel del habla por parte del niño. Las consecuencias son tremendas y en cuanto ponemos un poquito de orden en este sentido se obtienen buenos resultados a nivel de estimulación.
Tuvimos también dificultades con la pandemia, con el tema mascarillas, que les impedía ver el movimiento de los labios; y con la poca interacción con el mundo y el entorno. Esa falta de estimulación ambiental se notó un montón, repercutió en el lenguaje.
Respetar ritmos en los niños y eliminar pantallas
Destacas el juego como algo fundamental en la vida de un niño. ¿De qué manera lo podemos convertir en nuestro mejor aliado para ayudarle a desarrollarse?
De sobra sabemos los beneficios del juego en el desarrollo del niño, más allá de los momentos de diversión que proporciona. En los peques siempre tenemos un desarrollo muy en picos: unas áreas están más evolucionadas que otras. Y siempre va a haber algo en lo que podemos echarles una mano de más: lenguaje, atención, a nivel motor… a través del juego. Aprovechamos a estimular desde ahí. Es muy beneficioso y, sobre todo, tremendamente enriquecedor para ellos. Por ejemplo, en esta etapa de 0 a 3 años es muy relevante la parte emocional, manipulativa, de exploración…
Por eso yo a los padres les digo que lo realmente interesante es el tiempo de calidad y el vínculo afectivo que se genera en ese ratito que jugamos con ellos. Nos agobia mucho no tener una tarde entera para jugar, pero no hace falta. Sólo hay que sacar 20 minutos cada día, pero, eso sí, dedicados plenamente a ello. Conscientes y plenamente presentes; sin distracciones.
Son muchos los puntos clave del desarrollo de los que te ocupas en el libro, pero háblanos de dos `clásicos´: quitar el chupete y dejar el pañal.
Pues en estos dos puntos deberíamos actuar de diferentes formas. El tema del chupete es importante abordarlo por la repercusión que tiene a nivel anatómico en la boca del peque, e incluso en el lenguaje, por ejemplo, que no pueda decir determinados fonemas como la `r ´. Por eso sí que en este caso no se puede respetar tanto el ritmo de los peques. Porque si lo quitamos a tiempo podemos evitar consecuencias peores.
En la etapa de 0 a 3 años es muy relevante la parte emocional, manipulativa, de exploración…, y podemos aprovechar a estimularla desde el juego
Sin embargo, en el tema del pañal, si forzamos la máquina, vemos consecuencias perjudiciales para su desarrollo. Por ejemplo, hemos visto casos de estreñimiento o peques que por nada del mundo quieren saber nada de ir al baño. Aquí sí que es importante hacerlo de una forma respetuosa para nuestro hijo.
Y llegamos a un problema que no por menos recurrente, deja de ser sumamente importante: las pantallas. Cuéntanos tu visión sobre el tema y apúntanos algunas alternativas.
Es que las recomendaciones son muy claras: hasta los dos años ningún tipo de exposición. El niño no necesita una pantalla a estas edades. En el libro pongo muchas propuestas a lo largo de todas las áreas como canciones, cuentos de pegatinas…, cosas de las que hacíamos nosotros siempre cuando en nuestra infancia no teníamos tantas pantallas. Cambiar una pantalla por todo este tipo de actividades más tradicionales e interactivas va a beneficiar mucho a su desarrollo.
Lo realmente interesante es el tiempo de calidad y el vínculo afectivo que se genera en ese ratito que jugamos con ellos. Sólo hay que sacar 20 minutos cada día, pero dedicados plenamente a ello, sin distracciones
Sé que es muy difícil y que nuestras circunstancias actuales hacen que nos adaptemos como podamos, pero hay que tratar de cambiarlo. No se trata de culpabilizar a nadie, porque eso es lo que más trato de evitar en mi día a día profesional, pero hacer un pequeño esfuerzo merece mucho la pena.
Claves de un desarrollo emocional infantil sano y equilibrado
En cuanto al desarrollo emocional, que confiesas que para ti es uno de los más fascinantes, ¿quizás no le prestamos aún la atención que merece? ¿Cómo mejorar?
Este es uno de mis ámbitos favoritos. En el libro digo que de estos primeros años de vida dependerá la futura personalidad y la manera de relacionarse con el mundo del niño. Es fundamental que le demos a conocer a nuestro peque las emociones. Nos centramos mucho en lo académico, en lo más formal del desarrollo, pero tenemos que ser cada vez más conscientes de la importancia que tiene lo emocional en la vida de nuestro hijo y en su futuro como adolescente y adulto.
Es importante enfocar los límites de forma positiva, dando alternativas para que ellos puedan elegir y que sientan que tienen parte del control que tanto necesitan en esa etapa
Es difícil trabajar este ámbito, nos cuesta esta parte porque nosotros no hemos sido criados desde esta perspectiva emocional, así que primero tenemos que hacer un trabajo individual para luego trasladarlo al niño. El ejemplo que les demos es una herramienta muy poderosa. En el libro he querido recoger las situaciones que más dificultades provocan en las familias: miedos, rabietas, pérdida de un familiar… para dar tips muy concretos de qué podemos hacer en cada una de ellas.
Como pedagoga experta, ¿qué consejos les darías a los padres ante las temidas rabietas?
Esta es la pregunta del millón. Lo que yo pretendo es que las familias entiendan lo que pasa en el cerebro y en las emociones del niño para que así puedan empatizar mejor, porque muchas veces nos lo tomamos como algo personal, como que el niño está muy malcriado. Y eso no va por ahí, simplemente es una fase del desarrollo más que tenemos que entender y que no podemos cambiar de ninguna manera que no sea acompañando de una manera respetuosa.
En lo relativo a los límites, en el libro das algunas claves de por qué no están funcionando. ¿Qué es lo más habitual que puede estar pasando?
Pues es que o no llegamos, o nos pasamos. Hay que buscar el equilibrio en lo que le estoy pidiendo a mi hijo: si es funcional, es decir, no es un “capricho” mío y está adaptado a su edad de desarrollo. Muchas veces les pedimos más de lo que pueden hacer, o de una forma en la que quizás no lo pueden comprender…
Habitualmente nuestro día se basa en ´no hagas esto o no hagas lo otro´. En el desarrollo de los niños, cuando les dices que no a algo, más les llama la atención. Por eso es importante enfocarlo de forma positiva, dando alternativas para que ellos puedan elegir y que sientan que tienen parte del control que tanto necesitan en esa etapa. Así, las cosas se facilitan muchísimo.