Carmen Cabestany
8 de junio de 2023
La profesora Carmen Cabestany entró en la Asociación No al Acoso Escolar (NACE) sin ser del todo consciente de lo que implicaba dar ese paso. “Realmente esto vino a mí. No fue una decisión tomada conscientemente. Al final yo soy profesora por vocación. No puedo ver que los niños sufren y, sobre todo, ver que sufren porque no hacemos todo lo que tenemos que hacer los adultos desde diferentes ámbitos”, afirma. Hoy es su presidenta y una de las mayores expertas españolas en acoso escolar, un problema que en sus propias palabras supone “un goteo constante de muertes y de dramas”. De su amplia experiencia como docente y como presidenta de NACE surge El bullying es cosa de todos (Libros Cúpula), en el que hace un llamamiento a toda la sociedad a tomar partido por la prevención del acoso escolar. “Ahora ponemos mucho el foco en la intervención, pero hace falta centrarnos más en la prevención”, asegura Cabestany, que anima a madres y padres a tomar consciencia de que sus hijos también pueden ser víctimas… y agresores.
Hace poco charlábamos con Emilia Gómez Pardo, autora de ‘Más vida, menos cáncer’, que nos decía que hay tanta información (y tanta desinformación) sobre este tema que hay mensajes que acaban perdiendo fuerza y palabras que acaban perdiendo su sentido. ¿Ha pasado esto con el bullying?
El bullying es un tema de los más importantes y de los más duros que afectan a la infancia en estos momentos, así que no creo que haya perdido actualidad o sentido. Al contrario, por desgracia, vemos lo que está pasando: que sigue habiendo suicidios, que sigue habiendo muchos niños que sufren… Por tanto, desgraciadamente, el tema es de mucha actualidad.
Le hacía la pregunta anterior porque creo que bullying es un concepto que ya utilizamos muchas veces sin saber bien qué significa.
Yo lo definiría como un maltrato entre iguales en el que hay reiteración, intención de hacer daño por parte del agresor, indefensión por parte de la víctima y, naturalmente, un desequilibrio de fuerzas, un abuso de poder por parte de quien agrede.
Usted lleva más de 25 años como docente, muchos de ellos dedicados al acoso escolar. ¿Qué le llevó a especializarse tanto en un tema que socialmente (incluso entre muchos docentes) estaba casi “aceptado” como una realidad contra la que nada se podía hacer? El típico “son cosas de niños”, ya sabe.
Realmente esto vino a mí. No fue una decisión tomada conscientemente. Al final yo soy profesora por vocación. No puedo ver que los niños sufren y, sobre todo, ver que sufren porque no hacemos todo lo que tenemos que hacer los adultos desde diferentes ámbitos. Por eso en el libro resalto que el bullying es cosa de todos. No solo de directores, profesores y padres, sino también de otros sectores que están involucrados.
El bullying es un maltrato entre iguales en el que hay reiteración, intención de hacer daño por parte del agresor, indefensión por parte de la víctima y un desequilibrio de fuerzas
Esto no terminará hasta que no nos demos cuenta de que todos somos responsables, de que tenemos que trabajar en red en beneficio de los niños y salvarlos de estas atrocidades que están sufriendo, como es el caso reciente de las niñas que se han lanzado desde una ventana en Oviedo. Es un goteo constante de muertes y de dramas.
Acoso escolar: cómo ha evolucionado y cómo influye la tecnología
En todos estos años dedicados al bullying, ¿cómo ha evolucionado el acoso escolar?
Sinceramente yo creo que va a peor, al menos esa es la sensación que tenemos en la asociación por todos los casos que atendemos y por las características de esos casos. La lástima es que no tenemos datos y cifras globales que corroboren esta sensación, porque no tenemos estudios actuales de esta problemática. Urge hacerlos.
¿Qué explicación hay para esto cuando vivimos en una sociedad que teóricamente debería estar mucho más concienciada sobre esta problemática?
Pues es algo que yo me pregunto cada día. Siempre digo que es muy curioso y triste que no seamos capaces de entender lo que implica esta violencia de la misma forma en que sí hemos sido capaces de entender la violencia machista. Hoy nadie duda de esta violencia, se le da credibilidad a una mujer cuando va a comisaría, hay campañas, hay medidas, etcétera. ¿Cómo es posible que esto no se haga con los niños, que son mucho más vulnerables?
El acoso escolar no terminará hasta que no nos demos cuenta de que todos somos responsables, de que tenemos que trabajar en red en beneficio de los niños y salvarlos de estas atrocidades
Mi teoría es que en el caso de las mujeres el maltrato se da en el ámbito doméstico y familiar y, por tanto, la responsabilidad dentro de esa área familiar es del maltratador. En el caso del acoso escolar, sin embargo, la violencia no se produce en el ámbito familiar, sino en casa de la administración. Eso puede marcar un hecho diferencial, ya que los responsables son los colegios y quienes administran esos colegios.
¿Y cuánto tiene que ver en esa evolución a peor la tecnología?
El ciberacoso está cifrado en entre un 10% y un 15%, pero por las características de este tipo de acoso el daño es mucho mayor. ¿Por qué? Porque hay una expansión del maltrato. Una fotografía corre por las redes, unos insultos corren por las redes, y eso hace que más gente se pueda sumar al maltrato y, también, que la víctima no esté a salvo ni en su propia casa. Al final los chavales no quieren salir de las redes sociales ni cuando son maltratados, así que siguen expuestos en su propia habitación, en su propia cama.
El bullying tiene solución: decálogo contra el acoso escolar
¿Cree que como sociedad somos conscientes del daño que hace el bullying, de las huellas que deja en los niños y niñas?
Sinceramente creo que no. La mayoría de la gente no es capaz de identificar qué es el acoso escolar. Tampoco quienes tienen la responsabilidad (directores, profesores, padres, etcétera). No somos conscientes del daño que esto produce a los niños, de que puede afectarlos de por vida, de que sufren no solo de pequeños, mientras son maltratados, sino que esas secuelas dejan efectos permanentes. Hay adultos muy dañados. Esto nos tendría que dar una idea de la envergadura y de la gravedad de este problema.
Es muy curioso y triste que no seamos capaces de entender lo que implica el acoso escolar de la misma forma en que sí hemos sido capaces de entender la violencia machista
No vale ya mirar para otro lado, es hora de implantar el Decálogo contra el acoso escolar de nuestra asociación de manera simultánea y global. Así tendremos muchas posibilidades de acabar con esto. Ahora ponemos mucho el foco en la intervención, pero hace falta centrarnos más en la prevención, que es lo que reivindica nuestro decálogo.
El punto 3 de ese decálogo reivindica la necesidad de incorporar la educación emocional desde la etapa de Infantil. ¿También haría falta incorporar esa educación emocional en las facultades de Magisterio?
Por supuesto. Pero en las facultades de Magisterio sobre todo lo que hay que incorporar es el tema del acoso escolar. Si no, seguirá pasando como ahora, que los futuros maestros salen a las aulas sin saber absolutamente nada de acoso escolar. Y sé de lo que hablo, porque a mí a veces me llaman de esas facultades para que dé una formación mínima en temas de bullying.
El ciberacoso permite que más gente se pueda sumar al maltrato y, también, que la víctima no esté a salvo ni en su propia casa
Por otro lado, también es verdad que en el sistema de acceso al grado de maestro debería haber algún tipo de evaluación potente para determinar quién puede acceder a la docencia y quién no. Porque no todo es una cuestión de conocimientos curriculares, no. Es también un tema de sensibilidad. E igual que no todo el mundo vale para ser médico, tampoco todo el mundo vale para ser profesor. Si no hay un plus de humanidad, de amor a los niños, mejor dedicarse a otra cosa.
“El acoso tiene solución, pero esa solución pasa por la implicación de todos”, escribe en las páginas del libro. ¿Qué podemos hacer madres y padres desde nuestras casas y con nuestros hijos?
Hay que educar desde casa, prevenir estas situaciones tanto si somos padres de posibles víctimas, como de posibles victimarios, porque todo el mundo piensa que puede ser padre de una víctima, pero casi nadie piensa en la posibilidad de ser padre de un agresor. Para mí es importante poner límites a nuestros hijos para que no se conviertan en agresores, para que no nos maltraten primero a nosotros.
No somos conscientes del daño que el acoso escolar produce en los niños, de que puede afectarlos de por vida, de que deja secuelas con efectos permanentes
Y luego no sobreproteger, porque sin darnos cuenta podemos contribuir a que nuestros hijos sean víctimas potenciales al no permitirles desarrollar herramientas para protegerse por sí mismos. Y, por último, me parece importante hablar del tema en casa, leer libros, ver películas y comentarlas, para que esto vaya sonando.
Nos decía Emilia Gómez Pardo que con los mensajes preventivos en el ámbito del cáncer pasa que no pensamos que van dirigidos a nosotros, que no nos sentimos blanco de ese impacto. ¿Podríamos decir que a padres y madres nos pasa lo mismo con el bullying, que siempre pensamos que nuestro hijo no puede ser acosado o acosador… hasta que lo es?
Totalmente. A ver, cada vez hay más consciencia, sobre todo, como decíamos, de familias que tienen miedo de que sus hijos sean víctimas. En el otro presupuesto casi nadie se pone. Al final esto pasa en las familias, pero también en los colegios.
En ningún colegio piensan que un alumno del centro se va a suicidar por un tema de acoso escolar, pero sucede. Así que, como digo, es fundamental prevenir sin crear alarmismo, abordando el tema de una manera natural, pero dándole la importancia que tiene, que es mucha.