Javier Urra
7 de mayo de 2020
El psicólogo Javier Urra es todo un referente en el ámbito de la infancia y la adolescencia. Sobre todo en este último grupo de población, el de los adolescentes, con los que lleva toda una vida trabajando. Primer Defensor del Menor en España y presidente de la Red Europea de Defensores del Menor, Urra, prolífico escritor, acaba de publicar dos breves libros disponibles de forma gratuita en formato ebook, Brevísimo decálogo para sobrellevar la cuarentena, y Mi confinado adolescente (Harper Collins), otra obra con la que intenta dar voz a un colectivo tradicionalmente olvidado, cuando no vilipendiado por los medios de comunicación (“los adolescentes tienen muy mala prensa en comparación con lo que realmente son. La imagen no se corresponde con la realidad”); y ofrecer pautas a padres y madres para que esta experiencia provocada por el confinamiento a causa de la pandemia por coronavirus tienda puentes para la comunicación y para el disfrute de una etapa vital de sus hijos, que a menudo esperamos con temor y vivimos con terror, pero que el psicólogo considera “preciosa”. “Por mis circunstancias personales yo podría elegir con qué grupo de población trabajar. Y sí, elijo a los adolescentes”, afirma.
Por su forma de ser y de vivir y por esa necesidad de compartir tiempo con sus iguales que tienen, ¿diría que son los adolescentes uno de los grupos de población que más pueden estar sufriendo este confinamiento?
No, categóricamente no. Por dos razones. La primera porque se comunican mucho y bien con las nuevas tecnologías. Y la segunda porque saben que el resto de los amigos tampoco están fuera. Los adolescentes son muy grupales, así que uno lo pasaría muy mal si el resto de sus amigos estuviesen fuera de casa, pero como todos comparten la situación lo llevan razonablemente bien. Al final para ellos también es una aventura estar tanto tiempo en casa y conocer mejor a sus padres. Habrá casos y casos, claro, pero en general creo que lo están llevando bastante bien.
Para los adolescentes también es una aventura estar tanto tiempo en casa y conocer mejor a sus padres, y en general creo que lo están llevando bastante bien
Se está hablando muy poco de los adolescentes en relación a esta situación, en comparación con los niños y niñas pequeños. Y se les da muy poca voz, algo que es habitual, por otra parte, en los medios.
De los adolescentes se suele hablar siempre en negativo: del botellón, de una conducta violenta puntual, de los ni-nis, etcétera, pero yo, que llevo más de 40 años trabajando con adolescentes, los conozco bien y en general son personas muy razonables, tiernos, con ciertas dificultades normales porque están en una época de cambio. Pero tienen muy mala prensa en comparación con lo que realmente son. La imagen no se corresponde con la realidad. Y es verdad que algunos son muy contradictorios, muy oposicionistas, y en general pueden ser “cansados” para los padres, pero que sean “cansados” no quiere decir que no estén en una etapa vital muy atractiva.
En la adolescencia hay una tendencia a saltarse las normas, a rebelarse contra la autoridad, pero no es menos cierto que los adolescentes están cumpliendo mayoritariamente las normas del estado de alarma. Sin embargo, las pocas noticias que recuerdo sobre adolescentes tras la declaración del estado de alarma fueron de fiestas clandestinas que algunos montaron en mitad de parques o zonas boscosas…
Al final ya sabemos que los medios de comunicación buscan la noticia en lo que es lo extraordinario. Cuando se permitió la salida de niños a la calle salieron millones de padres con sus hijos y lo hicieron de maravilla, pero acabó quedando la imagen de cuatro irresponsables. Con los adolescentes pasa lo mismo, pero cuatro que hacen las cosas mal no pueden empañar el comportamiento de millones de adolescentes. Hay que enseñar a la sociedad a tener capacidad crítica y a entender que las noticias y los sucesos señalan siempre lo extraordinario, la anécdota, cuando la verdadera noticia es cómo se está comportando la mayoría de la población.
Los adolescentes tienen muy mala prensa en comparación con lo que realmente son. La imagen no se corresponde con la realidad
Usted es optimista y dice que los adolescentes nos van a sorprender positiva y mayoritariamente. Yo no tengo hijos adolescentes pero, ¿diría que lo están haciendo ya?
Sí, seguro que a los que no los conocían mucho les están sorprendiendo, pero a los que los conocíamos de toda una vida de trabajo no, porque ya sabíamos cómo eran. Y no es que sea optimista, que lo soy, es que los conozco. Igual que sé que la ley de la gravedad es constante, sé que los adolescentes en situaciones difíciles tienen un comportamiento muy bueno. Es más, estoy seguro de que hay adolescentes que ahora mismo están súper felices y súper encantados con la situación porque les ha liberado de la obligación de salir, de beber, etcétera. Posiblemente hay muchos a los que no les apetece nada hacerlo de forma habitual, pero es la forma que tienen de relacionarse con los demás.
Estoy seguro de que hay adolescentes que ahora mismo están súper felices y súper encantados con la situación de confinamiento porque les ha liberado de la obligación de salir, de beber…
Padres confinados con un hijo adolescente: cómo actuar
En 'Mi confinado adolescente' usted habla de la importancia de la flexibilidad. Supongo que esa flexibilidad siempre es importante con un adolescente, pero ¿lo es hoy más si cabe?
Por parte de los padres hacia el adolescente y por parte de todos. El ser humano es muy espacial, requiere un territorio, así que estar varias personas metidas mañana, tarde y noche en unos pocos metros cuadrados es difícil. Y no es tanto por no poder salir fuera, que también, como por la falta de espacio físico, que es esencial para el ser humano. Y además los adolescentes necesitan intimidad, para conectarse con los amigos, para decir lo que quieran sin que los adultos se enteren… Son sociables, pero necesitan sus tiempos, sus espacios, así que es el momento de ser flexibles y de ser lo menos conflictivos posible y evitar los roces.
De esa flexibilidad surge otro consejo que ofrece a los padres y las madres: la confianza. ¿Es importante que en estas circunstancias especiales, en vez de actuar como policías sabuesos, traslademos a nuestros hijos nuestra confianza en que van a ser capaces de organizar su tiempo para estudio, juego, labores domésticas, relaciones personales, ejercicio físico, etcétera?
Sin duda. Si tú quieres que alguien se maneje con libertad y con autonomía le tienes que dar la confianza. A la gente le tienes que dar la posibilidad de demostrar que es responsable para que lo sea, si no lo que está es taponado, cohibido, pero no está siendo responsable de sus actos.
Los adolescentes necesitan sus tiempos, sus espacios, así que es el momento de ser flexibles y lo menos conflictivos posible, y evitar los roces
Lo cierto es que los adolescentes tienen lo que se conoce como retardo de fase: es decir, tienen tendencia a acostarse tarde y levantarse igualmente tarde. En este periodo de confinamiento, que no de vacaciones, y al margen de esa confianza, ¿sería bueno que los padres les ayudásemos en el establecimiento de rutinas?
Es muy bueno tener unas rutinas en casa. Siempre, pero sobre todo en este periodo de confinamiento. Levantarnos a una hora prudencial, ducharnos, vestirnos bien –porque la actitud es muy importante–, hacer ejercicio, los deberes, etcétera. Los adolescentes tienen tendencia a dormir muy poco debido a la hiperconectividad y el sueño es fundamental para el desarrollo del cerebro, así que es bueno explicar esto e incidir en ello, pero siempre desde la flexibilidad que comentábamos antes.
También habla de la importancia del diálogo. ¿Son estos días de encierro un buen momento para dialogar y tender puentes de comunicación con nuestros hijos, para conocer sus emociones y sus opiniones sobre lo que está pasando?
Sí, pero sin “jugar a vamos a dialogar”. En dos meses encerrados hay tiempo para hablar, para jugar, para enfadarse, para encerrarse cada uno en una habitación, para escuchar música distinta, para leer un libro… Y dentro de ese tiempo hay momentos en que surgen temas esenciales, dilemas éticos a los que se han enfrentado los sanitarios al decidir entre salvar a una persona o a otra, las medidas que se han tomado. Son temas de los que puede surgir el diálogo, pero de manera espontánea, sin forzarlo. Y es bueno, porque a través de esas conversaciones ellos también nos conocen en nuestras certidumbres y en nuestras dudas, en nuestras aseveraciones y en nuestros miedos; y pueden ver que somos seres humanos además de padres.
A un adolescente le tienes que dar la posibilidad de demostrar que es responsable, si no lo que está es cohibido, pero no está siendo responsable de sus actos
Hemos hablado de flexibilidad, de confianza, de diálogo: ¿qué otros consejos daría a los padres y madres que estén viviendo este confinamiento con sus hijos adolescentes?
Que los aprovechen, porque cuando quieran darse cuenta habrán dejado de ser adolescentes y serán ya adultos. Y esta etapa, como todas las etapas de cambio y evolución, es preciosa. Y otro consejo que les daría es que pongan sentido del humor a los días. Los adolescentes nos regalan muchos momentos para la risa conjunta, entienden la ironía, el relativizar. La risa quita mucha tensión.
Me ha sorprendido ese consejo a los padres de que aprovechen esta etapa de sus hijos, porque muchas veces tengo la sensación de que la vivimos con miedo y con ganas de que pase lo antes posible.
Por mis circunstancias personales yo podría elegir con qué grupo de población trabajar. Y elijo a los adolescentes. Son muy agradecidos, muy tiernos, muy fluctuantes, puro impulso. Es una etapa de la vida preciosa.
En este confinamiento los adolescentes se están dando cuenta de que hay un mundo exterior muy interesante de luces y ruido, pero que también hay un mundo interior muy atractivo
Se está hablando mucho de lo que vamos a aprender o dejar de aprender tras esta experiencia. ¿Qué diría usted que van a aprender los adolescentes de ella?
Creo que se han dado cuenta de que son capaces de estar en casa 40 días seguidos. Eso nunca lo hubieran creído y, sin embargo, lo han conseguido. Y no solo eso, sino que ahora saben que hay mundo exterior muy interesante de luces y ruido, pero que también hay un mundo interior que es muy atractivo. Y claro que se están aburriendo, pero también se están descubriendo y están descubriendo las distancias cortas con los familiares. Es muy bonito volar, pero también es muy apasionante hacer submarinismo y profundizar. Yo creo que eso les va a quedar. Seguramente ellos no van a elaborar esta reflexión, pero al final se van a dar cuenta de que la familia y el hogar son esenciales.