Lucía Galán
18 de abril de 2018
Tras Lo mejor de nuestras vidas y Eres una madre maravillosa, la pediatra Lucía Galán no ha podido resistir la tentación de contar nuevas historias, repletas de emoción y sentimientos, sobre la maternidad y la paternidad, y las diferentes maneras de vivir esta experiencia tan maravillosa. En El viaje de tu vida (Planeta, 2018), su nuevo libro, Lucía aborda temas como la reproducción asistida, la adopción, la discapacidad o el divorcio, relatados por sus propios protagonistas, las familias que han experimentado estas situaciones vitales, en ocasiones tan difíciles, y ofrece enseñanzas y consejos para afrontarlas con éxito. El libro también incluye dos capítulos dedicados al sueño y la alimentación de los niños porque, como nos explica su autora, son las preocupaciones de los padres más recurrentes en consulta y “hay un exceso de información sin filtro que llega a través de Internet, y que al final desinforma”.
Eres autora de 'Lo mejor de nuestras vidas' y 'Eres una madre maravillosa', ¿Qué te faltaba por contar y has querido plasmar en tu nuevo libro, 'El viaje de tu vida?
Después de terminar Eres una madre maravillosa me di cuenta de la cantidad de cosas que todavía faltaban por contar y de las que nadie habla, de emociones que todos hemos sentido o hemos vivido muy de cerca, y que sin embargo están ahí en el trastero. A raíz del impacto que generaron los relatos personales de Eres una madre maravillosa, que narraban la historia de superación de tres niños y sus familias, se me ocurrió la idea de seguir profundizando en ese campo y le di la oportunidad a otras familias de contar el viaje de su vida: historias reveladoras que sin ninguna duda nos hacen a todos mejores padres.
A mí me gusta decir que es un libro para emocionarte y darte permiso para sentir, que no puedes leer con prisas, sino con la idea de ponerte en la piel de estas familias y ver a dónde te lleva este viaje. Y en el que además he aprovechado para ofrecer consejos prácticos a los padres; en concreto hay dos capítulos que me gustan mucho y que abordan el tema del sueño en los niños y de la nutrición infantil, porque son temas recurrentes en la consulta de un pediatra y por los que me preguntan continuamente.
Respecto a la alimentación infantil, creo que no es tan difícil dar de comer bien a nuestros hijos, pero últimamente se han publicado muchas corrientes sobre este tema que pueden despistar a los padres, así que he resumido en un capítulo bastante práctico la última evidencia científica disponible, y esto les puede guiar, junto a su sentido común, sensibilidad, y deseo de hacer las cosas cada vez mejor, pero sin presión, y sin sentir que lo están haciendo todo mal, que es un poco lo que se respira en los comentarios de los padres, y no es cierto.
Hay un exceso de información sin filtro que llega a través de Internet, y al final lo que ocurre es que desinforma, y por eso he querido poner los puntos sobre las íes y dejar las cosas muy claras.
Otro de los temas que abordas es el posparto, que no solo puede ser una etapa dura para la mujer, sino que los hombres que acaban de ser papás se sienten a veces perdidos, y con frecuencia ninguneados, en las primeras semanas de vida de sus hijos. ¿Cómo se puede prevenir esto?
Informando y dando visibilidad a esta situación. Es verdad que el posparto probablemente es una de las épocas más oscuras de la maternidad y de la paternidad, pero yo creo que en parte es porque nadie nos prepara para ello, porque son experiencias que no se comparten. Lo pasas tan mal en ese momento que no tienes energía ni para pedir ayuda ni para compartirlo, y una vez lo superas y sales de ese túnel te encuentras en el momento álgido de la maternidad maravillosa, y no te apetece volver a esa oscuridad.
El sentimiento de alegría con la maternidad o paternidad a veces no viene inmediatamente tras el parto, porque las primeras semanas son muy difíciles
Ese proceso también lo atraviesan algunos hombres, y yo creo que la única fórmula para amortiguar un poquito el golpe es dándole visibilidad y normalizando estas emociones, y explicándoles a las familias que esto es normal, que todos vamos a sentir algo similar, y que el sentimiento de exaltación y alegría, y de estar absolutamente maravillado con tu nueva maternidad o paternidad, a veces no viene inmediatamente, porque es necesario recolocar las cosas y las primeras semanas son muy difíciles.
Tal vez sea porque es una etapa muy idealizada, y lo mejor no llega justo después del parto…
Justamente, lo bueno empieza después. Está muy idealizado, y yo creo que aunque la maternidad o la paternidad sea la experiencia más bonita que vas a vivir en la vida, al mismo tiempo va a ser también la más difícil, la más intensa, y creo que debemos hablar de todas estas experiencias, de las luces y las sombras, porque disponer de información siempre genera tranquilidad, y el hecho de saber que otras personas han pasado por ello también consuela.
El divorcio y los niños: padres felices, hijos felices
Al hablar del divorcio dices que tu estabilidad y felicidad también son importantes porque jamás podrás dar a tus hijos lo mejor de ti desde la tristeza, la apatía, la pena o el dolor. ¿Cómo se debe explicar a los hijos que tienes una nueva pareja?
Con naturalidad y con respeto hacia ellos. En el momento en el que tú tienes claro que hay otra persona que llena tu vida y con la que tienes un proyecto de vida por delante hay que decirlo, y yo en mi caso se lo expuse a mis hijos casi como te lo estoy contando a ti. Entré por la puerta de casa –y así lo cuento en el libro– más nerviosa que una chiquilla, les hablé de Fran, y les dije que estaba muy feliz, que se lo quería presentar, y que lo importante era que mamá estuviese feliz y contenta, y que había encontrado a una persona que le daba todas las cosas que necesitaba. Mis niños estaban encantados; mi hija empezó a aplaudir, y los dos me dijeron que querían conocerle.
Lo que necesitan nuestros hijos es ver a sus padres felices, ya sea en pareja o viviendo en casas separadas
Al acostarles siempre les cuento un cuento, pero esa noche mi hija me dijo “no, no mamá, hoy en vez del cuento cuéntame cositas de él”. Y le empecé a contar cosas de él, y cuando terminamos me dijo: “ay mamá, hoy ha sido un día tan feliz…”. Yo entones le pregunté por qué y me contestó “por lo feliz que tú estás”. Y cuando me dijo eso para mí se cerró el círculo, porque pensé esto es empatía en estado puro.
Y es que al final nuestros hijos lo que necesitan es ver a sus padres felices, ya sea en pareja o viviendo en casas separadas. El ejemplo que tenemos que dar es de amor, y aunque ese sentimiento ya no se experimente hacia su padre, el amor está por encima de todo lo demás, y los niños lo encajan perfectamente cuando se plantea así con naturalidad, con realismo, y con respeto hacia ellos.
Dedicas uno de los capítulos del libro a las madres africanas, a las que calificas como las "heroínas del planeta", tras conocer su situación de primera mano en un viaje organizado por Unicef a Senegal. Seguro que es muy difícil de resumir en solo unas frases pero, ¿qué es lo que más te impactó de esta experiencia?
Lo que más me impactó está relacionado con esas frases que escuchas por ahí cuando se habla de experiencias en el tercer mundo y que dicen “bueno, allí la gente no tiene de nada pero son felices porque sonríen”. Y yo tengo que decir que hay mucha gente que sonríe y que puede ser feliz, pero también hay miradas en niños que no había visto nunca. Y que hay mucha tristeza y una pobreza extrema, y no nos podemos quedar en “bueno, como no han conocido otra cosa…”. No, para nada, tienen muchísimas necesidades; se mueren literalmente de hambre, y nosotros somos los únicos que podemos aportar algo a ese cambio. Las autoridades y los gobiernos por un lado, y nosotros, que somos muchos más, debemos intentar hacer un mundo mejor, porque vivimos en el mismo mundo.
A mí ver esas miradas de esos niños, de niñas embarazadas con 10 y 11 años, de niñas de 11 años dándole el pecho a sus bebés…, me produjo un impacto que me cambió la vida. Yo creo que todos deberíamos alguna vez en la vida pisar ese mundo, porque nos daría una visión completamente diferente de la que tenemos. Después relativizas todo, pones cada cosa en su lugar, le das importancia a lo que de verdad la tiene. Así que creo que es una experiencia para vivirla y para sentirla sobre el terreno.
El 'viaje' de la adopción
Cuentas el caso de una pareja que adoptó a su hija en Vietnam. Independientemente del país elegido, el proceso de adopción es largo y difícil, y la espera desde que conoces a tu hijo hasta que lo tienes contigo es especialmente dura. ¿Qué consejos les darías a las personas que hayan decidido adoptar?
La verdad es que es un capítulo muy bonito, muy intenso, y estos papás han sido tremendamente generosos al compartir su experiencia porque no es fácil hablar así, a pecho descubierto. Al final del capítulo ofrecemos varios aprendizajes para la gente que se encuentra en la misma situación, que se resumen en que tengan paciencia porque el camino puede que sea largo, que busquen apoyo en asociaciones o en familias que están en la misma situación, y que no pierdan nunca la esperanza, y esto es algo que ellos me repetían continuamente; que tengan un objetivo claro y no pierdan nunca la esperanza, y hagan piña entre ellos.
A las parejas que han decidido adoptar les aconsejo que tengan paciencia, y que no descuiden su relación y vivan intensamente mientras esperan
Tienen que estar unidos porque, como me decía María, “el amor está por encima de todo, y nosotros hemos visto parejas a las que esta situación de espera les ha supuesto un desgaste tal que ha puesto en peligro su relación”. Y por encima de todo está lo que te ha hecho tomar esa decisión e iniciar ese viaje, que es el amor hacia tu pareja. Por eso mi consejo es que no descuiden eso, que hagan otro tipo de actividades y no se centren única y exclusivamente en la adopción, sino que vivan intensamente mientras esperan a su hijo.
También hablas de una pareja formada por dos mujeres que tienen a su bebé mediante reproducción asistida. La crianza de los niños por parejas homosexuales no ha estado exenta de polémica. ¿Crees que la sociedad está concienciada sobre este tema y que los hijos de estas personas pueden ya integrarse con normalidad en todos los ámbitos?
Creo que la sociedad todavía no está preparada, pero también creo que hemos avanzado mucho en muy poco tiempo. Es por eso que decidí dedicarles un capítulo a estas mamás –que también han sido muy valientes al contar su historia–, y esto es algo que también depende única y exclusivamente de todos nosotros a nivel individual, porque si la sociedad no está preparada es porque los que formamos parte de ella no lo permitimos, así que tenemos que abrir nuestra mente y vivir en la tolerancia, en la diversidad y en el respeto, y en el amor.
Otra manera de ser padre y madre, aunque no es legal en España, es lo que se conoce como maternidad subrogada o vientre de alquiler, una práctica con defensores y detractores. ¿Qué opinas tú al respecto?
Esto lo he pensado muchas veces y no he sido capaz aún de hacerme una composición de lugar y emitir un juicio de blanco o negro sobre la maternidad subrogada. Aunque a mí no me han gustado nunca estos extremos; yo soy muy de grises, muy de trajes a medida y no de trajes de talla única, muy de valorar individualmente las características de cada familia y sus circunstancias… Y es una pregunta actualmente sin respuesta para mí; estoy en dudas.
Si la sociedad no está preparada para las parejas del mismo sexo con hijos es porque los que formamos parte de ella no lo permitimos, así que tenemos que abrir nuestra mente y vivir en la tolerancia
Conozco algunos casos, y de hecho tengo casos en la consulta, en concreto dos parejas de hombres homosexuales, que son padres maravillosos. Los hijos de una de las parejas ya son más mayores y tienen unos valores que ya me gustaría a mí para muchos, pero mi experiencia es limitada en este campo, y no me atrevería a hacer una recomendación general sin desgranar todo al detalle, desde el punto de vista legal, emocional, las circunstancias… Es un tema muy complejo en el que necesitaría profundizar mucho más para ser capaz de decantarme tajantemente hacia uno de los dos lados.