Sonia Díez

Doctora en Económicas y Empresariales, licenciada en Psicología y Ciencias de la Educación y autora de 'Educacción'
El modelo educativo actual es obsoleto y es urgente cambiarlo para proporcionar a niños y adolescentes las herramientas que necesitan para enfrentarse al mundo, afirma Sonia Díez, que explica cómo pasar a la acción.
Entrevista a Sonia Díez
“Un niño debería salir del colegio sabiendo quién es, cuáles son sus talentos, sus retos, los recursos de los que dispone…, y a partir de ahí conocer el mundo en el que vive"

13 de diciembre de 2018

El modelo educativo actual es un modelo “que se creó para un mundo que ya no existe”, afirma Sonia Díez, doctora en Ciencias Económicas y Empresariales y licenciada en Psicología y Ciencias de la Educación, y autora de ¡Educacción! 10 acciones para el cambio que nuestros hijos merecen y necesitan (Deusto, Grupo Planeta), un libro en el que analiza las acciones que considera necesarias para dar la vuelta a ese modelo y responder a las verdaderas necesidades de nuestros hijos. ¡Educacción! se divide en 10 capítulos, que describen 10 acciones orientadas a un cambio real: ProvocACCIÓN, reactivACCIÓN, adecuACCIÓN, capacitACCIÓN, humanizACCIÓN, colaborACCIÓN, profesionalizACCIÓN, evaluACCIÓN, innovACCIÓN y transformACCIÓN. Y todas ponen en el centro a los niños y adolescentes, los verdaderos protagonistas, puesto que son ellos quieren necesitan las herramientas adecuadas para poder hacer frente al mundo que les tocará vivir. Y esto no es solo algo importante, sino que se ha vuelto urgente porque, como dice esta experta en cambio educativo, “su mañana lo decidimos hoy”. Afortunadamente, aún estamos a tiempo.

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Portada del libro 'Educacción'

¿Cómo definirías el modelo educativo actual?

El modelo educativo actual se creó para un mundo que ya no existe; es un modelo diseñado para un mundo previsible, en el que el Estado articulaba una serie de procesos y de contenidos para proporcionar unos conocimientos básicos que permitieran desempeñar después funciones profesionales en el mundo que se esperaba.

El mundo actual es todo lo contrario. Es un mundo no previsible, en el que los horizontes hacia los que caminamos están todavía por definir y, efectivamente, existe una desconexión entre los recursos y los contenidos, y las formas en las que se trabaja en el mundo real y en el mundo académico.

Dices que nuestro modelo educativo fue creado para un mundo que ya no existe. ¿Cómo se puede cambiar la mentalidad que lo mantiene?

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La mentalidad que mantiene el modelo actual es aquella que protege un statu quo sin pensar en las necesidades del niño. Es decir, cuanto más cerca tienes al niño, más fácil es comprender qué necesita y qué alternativas tenemos para poder ofrecerle otro tipo de educación que satisfaga esas necesidades. Alternativas reales que impacten en su bienestar. Cuanto más nos alejamos del contacto con el niño, más difícil es, y es cuando comprobamos los enormes índices de fracaso escolar.

Los centros escolares y los docentes tenemos que ser conscientes de que nuestra labor ya no es la transmisión de información

Supongo que a nivel político son necesarios cambios, pero imagino que a nivel social, y por parte de los propios docentes, también. ¿Cómo poner de acuerdo a todos los actores implicados en el cambio?

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De forma muy sencilla: como lo hemos hecho siempre a lo largo de la Historia de la humanidad cuando tomamos conciencia de que algo es importante para nuestra supervivencia, y para ello sabemos que debemos ponernos de acuerdo. Solamente pensando en el niño, poniendo en el centro al niño, seremos capaces de resolverlo, y de resolverlo bien.

Pasar a la acción para reformar la educación

Dedicas cada capítulo de tu libro a una acción específica. ¿Crees que estamos preparados para pasar a la acción, no sólo por parte de los docentes, sino como reivindicación social?

Probablemente cuando uno está en una posición de miedo lo más difícil es pasar a la acción. Por eso, cuando me preguntan si estamos preparados para este cambio, yo siempre digo que la respuesta puede ser doble. Por un lado, es posible que no lo estemos por ese miedo que nos congela, nos paraliza. Por otro, sí que lo estamos como especie programada para reaccionar ante aquellas cosas que son potencialmente agresivas. En ese sentido diría que por supuesto que estamos preparados para asumir el reto de mejorar la educación, porque ahora mismo ya no tiene vuelta atrás.

El pasado no se puede cambiar, el futuro, sí. Y tenemos los recursos para hacerlo

El mundo hacia el que nos dirigimos nos está exigiendo que cambiemos la forma en la que estamos educando a los niños y adolescentes. No hacer nada es tan peligroso, que deberíamos tomar la conciencia de que el último movimiento es hacer. Aunque nos equivoquemos a veces en el camino, cualquier paso será siempre positivo, y será mejor que no hacer nada. Las primeras acciones, aunque sean pequeñas, tímidas, son absolutamente necesarias para que se produzcan las siguientes.

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¿Dirías que es “urgente” llegar por fin a una reforma educativa?

Absolutamente urgente. De hecho, una de las cosas que reclamo en mi libro es que, por favor, dejemos ya de tratar la educación como una cuestión importante y la pasemos a la carpeta de asuntos urgentes. A menudo cuando nos ponen una tarea importante entre las manos nos quedamos dándole muchas vueltas, buscando una única solución. La educación se ha convertido en algo tan urgente, que lo que sí necesitamos es ponernos manos a la obra con pequeñas acciones, pero ponernos ya.

¿Somos ahora más conscientes de esa urgencia?

A nivel individual, sí lo somos. A menudo hablo con personas que se preguntan qué hacer, cómo pueden contribuir, personas a las que la educación les preocupa y piensan en cómo podrían llevar a cabo esas pequeñas acciones. No solamente idearlas, sino dar los primeros pasos para que sucedieran. Sin embargo, el problema es que todos los roles que están asociados a la educación están muy corporativizados y, al final, cuando nos agrupamos corporativamente no estamos defendiendo los intereses de los niños, y es entonces cuando quedan vacíos inmensos acerca de los problemas que están sucediendo en el aula.

El mundo hacia el que nos dirigimos nos está exigiendo que cambiemos la forma en la que estamos educando a niños y adolescentes

¿Estamos a tiempo de solucionar los efectos futuros de una educación actual que no prepara a los niños y jóvenes para el mañana?

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Por supuesto, siempre estamos a tiempo de corregir los errores; nuestros errores y los errores ajenos. No se trata de culpabilizar, sino de reconducir la situación desde lo mucho que sabemos. Ahora tenemos muchos recursos: neurociencia, tecnología, psicología… El pasado no se puede cambiar, el futuro, sí. Y tenemos los recursos para hacerlo.

Sonia Díez

Sonia Díez en la presentación de '¡Educacción! 10 acciones para el cambio que nuestros hijos merecen y necesitan'.

Necesidades del sistema educativo del siglo XXI

¿Qué debería tener un sistema educativo apropiado para el siglo XXI?

Lo primero que tendría que tener es honestidad. Y lo segundo, compromiso. La honestidad va a traer una propuesta sincera de lo que hay, y de lo que tenemos que reformar. La mayoría de las propuestas de cambios vienen sesgadas por intereses asociados a esta forma gregaria que tenemos de organizar la sociedad. Lo primero que hay que hacer es poner sobre la mesa aquellas cosas que no están funcionando, y después ir desgranando poco a poco lo que podemos ir haciendo de forma realista. Sólo así estaríamos generando un cambio sistémico, y todos empezaríamos a mirar por las necesidades del niño. Es complejo, pero no es difícil.

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¿Cuáles dirías que son las claves para tener éxito a la hora de educar?

Yo creo que los centros escolares y los docentes tenemos que ser conscientes de que nuestra labor ya no es la transmisión de información. Debemos potenciar una capacidad tan humana como es la de acompañar y la de incentivar el deseo, el gusto, por aprender. Y en los alumnos debemos cultivar el gusto por aprender cosas nuevas. Aquí es mucho más interesante aprender a hacer preguntas, que buscar respuestas concretas.

Hay una desconexión entre las formas en las que se trabaja en el mundo real y en el mundo académico

¿Tiene el sistema educativo actual los medios y la capacidad para ofrecer esas claves?

Sí, las tiene. Tenemos más recursos de los que se han tenido nunca en la historia de la humanidad. Hace falta voluntad, y hace falta compromiso. Nunca hemos sabido tanto de cuestiones como la neurociencia, o sobre cómo funciona el cerebro, de lo que sabemos ahora. Pero mientras que esto lo utilizan muy bien desde el marketing, los maestros y los pedagogos utilizamos muy poco los avances de este tipo. Ocurre también que la normativa que enmarca la educación es una normativa muy poco sensible a las posibilidades de poner en marcha todos esos cambios que se necesitan y que ya existen.

Tenemos muchas posibilidades, pero las tenemos paralizadas. Es como si estuvieran todas metidas en una caja cerrada. Hay que abrirla y empezar a jugar con ellas, a disfrutar de ellas, y a explorar las grandes posibilidades de las que disponemos.

Afirmas que “los desafíos del sistema educativo actual requieren repensar la profesión docente” pero, ¿dónde se aprende a ser un buen profesor?

A ser un buen profesor se aprende ejerciendo de profesor, pero también estudiando mucho. La formación inicial del profesorado debería revisarse, precisamente para adaptarla a estos nuevos roles que va a tener que desempeñar.

La mentalidad que mantiene el modelo educativo actual es aquella que protege un statu quo sin pensar en las necesidades del niño

Habría que trabajar mucho más sobre lo que es más “humano”. Es decir, mucha más psicología y pedagogía, y mucha más filosofía. Un niño debería salir del colegio sabiendo quién es, siendo consciente de sus talentos, sus retos, cuáles son los recursos de los que dispone…, y a partir de ahí conocer el mundo en el que vive. Que su aprendizaje sea mucho más experiencial. Los profesores no están preparados ahora mismo para esto con la formación que se ofrece en la universidad.

¿Qué recomendación le darías a un docente que se encuentre animado a unirse al cambio que propones, pero se enfrente a barreras e impedimentos en su camino?

Que lo haga, que nunca se va a arrepentir. Haciendo con criterio aquello en lo que uno cree, y si se hace desde el verdadero amor por los niños, no puede haber duda. Que lo haga y luego que rinda cuentas cuando se lo pidan, pero siempre desde el criterio de haber hecho las cosas por amor a su profesión y a todos esos niños a los que se dedica. Al niño hay que mirarlo de cerca, hay que mirarle a los ojos, y así uno entiende muy bien qué es lo que necesita. Y si necesita ayuda, que la pida. Desde Educaccionya.com apoyamos a los maestros, a las familias, y a todos aquellos interesado en la educación que quieren acompañarnos en este camino hacia el cambio.

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