Úrsula Perona
30 de junio de 2023
Ya desde recién nacidos los bebés tienen un temperamento único y marcado y, quizás, bastante diferente a como sus padres lo habían imaginado. Se trata de un componente de la personalidad que viene determinado genéticamente y ahí es donde entra en escena la alta demanda. Conocer bien a nuestro hijo, descubrirlo cada día y entender el origen de su comportamiento y de sus elevadas y constantes necesidades son para Úrsula Perona, psicóloga infanto-juvenil y madre de una niña de alta demanda, los principales consejos que se pueden dar a los padres de estos pequeños. Desde su centro de psicología Instituto Úrsula Perona, mediante diversos artículos de divulgación y a través de sus libros, esta experta comparte sus vivencias y sus conocimientos en cuanto a crianza respetuosa y psicología se refiere. Además, es socia fundadora de la Sociedad Española de Psicología Clínica Infanto-Juvenil, recientemente creada para promover el bienestar psicológico infantil. Hablamos con ella tras la publicación de El bebé de alta demanda. Sueño, alimentación y conducta (Ediciones Pirámide), todo un paseo por los asuntos capitales en la crianza de este tipo de niños tan intensos y maravillosos.
La denominación bebé de “alta demanda” asusta un poco. ¿Cómo empezaríamos explicándoles a los padres en qué consiste este tipo de temperamento catalogado de difícil (y que puede llegar a ser tan desconcertante)? ¿Qué características comunes hay?
El que tiene un niño de alta demanda lo sabe desde el principio, o lo intuye. Todo es como muy complicado y no se cumple lo que se espera del comportamiento de un bebé. Desde las primeras semanas es inquieto, llora todo el tiempo y parece que nunca está en paz. Todos los padres coinciden en esa sensación de constante insatisfacción o inquietud.
Pasados los tres primeros meses (que parece que todo lo explica el cólico del lactante) los padres se dan cuenta de que su hijo no duerme ni de noche ni de día, no se pueden separar de él ni un segundo, necesita un contacto físico constante, no va a gusto en el carrito paseando como otros bebés… Se genera una demanda constante de atención y cuidados por parte de los padres.
Desde las primeras semanas el bebé es inquieto, llora todo el tiempo y parece que nunca está en paz. Todos los padres coinciden en esa sensación de constante insatisfacción o inquietud
Por tanto, la alta demanda no es otra cosa que necesidades muy elevadas a nivel conductual, de atención constante y de regulación por parte del adulto, así como un mundo emocional muy intenso (los niños suelen ser muy sensibles y reactivos).
No es una patología. Es un término que describe unos rasgos de personalidad, un tipo de temperamento (que es un factor biológico, con el que se nace) que en psicología llamamos temperamento difícil o temperamento fuerte.
Me encanta eso que dices de en qué momento hemos dejado de confiar en nuestro instinto natural de madres para pasar a dejarnos llevar por las opiniones externas o las pautas de internet. ¿El exceso de información en la crianza muchas veces es sinónimo de desinformación, dudas, presión…?
Tenemos una sobreintoxicación de información que nos genera expectativas poco realistas. La maternidad implica muchas cosas, entre ellas la renuncia, cambios físicos, cambios en tu vida… Esto trasladado a los niños nos genera una sensación de que estamos haciendo las cosas mal y no somos los padres que queríamos, o que algo falla porque el niño no duerme del tirón, por ejemplo. Se crea mucha inseguridad.
Yo hablo mucho de la psicología comparada, que es la que nos compara con el mundo animal (los mamíferos superiores) para comprendernos a nosotros. Una leona cuando acaba de parir tiene a sus cachorritos con ella todo el día, les da lactancia a demanda, no sujeta a un reloj; no los acuesta en una cuna solos en la habitación de al lado… Cuando te vas a lo instintivo, que es lo natural, lo demás es superficial y es ruido; modas o tendencias. Vamos a ir a lo esencial: los bebés necesitan contacto físico y cercanía; no los vas a malcriar por tenerlos pegados a ti (ni porque duerman contigo en la cama, que es lo natural).
He de ver qué necesita el niño siendo como es y qué puedo mejorar yo como madre. Sé el padre o la madre que tu hijo necesita
La crianza es muy compleja porque, aunque actuamos desde el amor, inconscientemente, nos enfrenta a partes de nosotros mismo que no conocíamos, a nuestras propias sombras o carencias y heridas de la infancia. Y, por supuesto, a nuestras expectativas.
Asumiendo que la responsabilidad en la crianza es nuestra y que tenemos que hacerlo muy bien porque dejamos una impronta muy larga en la vida de nuestros hijos, hemos de ver qué necesita el niño siendo como es y qué puedo mejorar yo como madre. Sé el padre o la madre que tu hijo necesita.
En relación a esto, aseguras que uno de los mayores retos a los que se enfrentan los padres de un niño de alta demanda es la crítica. ¿Qué aconsejas en estos casos?
Tenemos que aterrizar en valores fundamentales de respeto y no juicio: “¿Quién soy yo para juzgar a otra madre? Ella hará lo que buenamente pueda, con sus circunstancias y su estado emocional en cada momento”. Podemos hacer mucho daño. La generación de papás y mamás millenials está muy informada y quiere hacerlo muy bien: esa conciencia, ese interés, esa presencia y esa implicación en la crianza, casi al 50% (mujer y hombre); esa sensibilidad que están poniendo... Pero todo ello genera mucha culpa. Y si encima tenemos esa carga de críticas, consejos no pedidos y juicios, la presión y el estrés con el que se vive la crianza es muchísimo mayor.
La sensación de que el niño se porta mal siempre obedece a una carencia. Los niños piden lo que necesitan
Entonces hay que ir al sentido común, al instinto y a escucharte a ti misma. Hay que huir de la negatividad y la energía que nos roban los comentarios de los demás. Por lo tanto, debemos poner límites, pero podemos hacerlo de manera muy cariñosa. En el libro ofrezco consejos de evasión, que a mí me han sido muy útiles.
Vamos a desmontar uno de los principales mitos de la alta demanda: es sinónimo de manipulación, de niños tiranos, caprichosos y mimados.
Los niños piden lo que necesitan. Tu hijo no es un caprichoso, un mimado o quiere ser el centro de atención; necesita de tu mirada y de tus muestras de afecto continuas. Y no somos conscientes de que les estamos robando muchas cosas porque llevamos un ritmo de vida súper ajetreado y porque conciliar es una utopía.
Hay que otorgarles momentos en los que perciban que estás tan deseosa de estar con ellos como ellos contigo
La sensación de que el niño se porta mal siempre obedece a una carencia. A no ser que haya un trastorno psicológico y su comportamiento responda a los síntomas de ese trastorno. Pero cuando hablamos desde la salud y ausencia de trastornos, si un niño pide algo o tiene una conducta desafiante es una llamada de atención porque algo no está bien. Vamos a atender eso. Si un niño (o un adulto) está bien, en bienestar psicológico, fluye con las circunstancias y con la vida. No está enfadado con el mundo.
Alimentación y sueño en bebés de alta demanda
La alimentación suele ser uno de los grandes quebraderos de cabeza de los padres. En el caso de los niños de alta demanda, empezando por la lactancia materna, ¿qué sucede?
Efectivamente en el libro digo que, con un bebé de alta demanda, más exigente que la media, la alimentación puede ser peliaguda. Y aconsejo tener paciencia, fuerza e imaginación. La lactancia a demanda tiene un componente emocional y psicológico muy fuerte; La succión y el contacto físico tranquilizan y reconforta al bebé. Pero, aunque esta lactancia es lo natural, tú tienes que ver hasta dónde puedes llegar.
Si no podemos descansar porque el bebé está todo el rato en el pecho, a lo mejor hay que probar con una lactancia mixta para que el papá pueda ayudarnos. Lo de la alimentación es un aprendizaje: la experiencia, informarnos o confiar en nuestro pediatra nos quita preocupaciones. Si nuestro hijo está sano, no debemos meternos en batallas agotadoras.
Y en cuanto a la alimentación complementaria, ¿qué consejos darías para no acabar sobrepasados?
No hay una fórmula cien por cien perfecta; cada uno debe encontrar lo que le funciona. Puedo ayudar al niño a probar distintas cosas, dárselas en diferentes presentaciones, pero nunca obligarle. Nuestro ejemplo es fundamental, aprendemos mucho por modelaje. Por tanto, es conveniente comer en familia y poner un plato de ensalada a menudo en la mesa o fruta de postre, por ejemplo. Al principio a lo mejor no lo comerá, pero acabará por probarlo.
Estos niños suelen ser muy sensibles a las críticas y están hipervigilantes a los estados emocionales de los demás y a la información que viene del entorno
En resumen, hay que mirar con perspectiva: la hora de la comida no puede ser un momento de nervios, de estrés o pelea, porque el niño coma tres trocitos más o tres menos. Hay que relajarse y, desde la paciencia y la tranquilidad, debemos de dar tiempo a este aprendizaje alimenticio. Partiendo de una dieta más o menos equilibrada, la variabilidad irá entrando con el tiempo.
Eso sí, a veces es una receta mágica para los niños “malcomedores” el apuntarles al comedor escolar, porque ahí no está el componente afectivo que pueda tener la alimentación, ni esos momentos de conflicto o de llamada de atención hacia los padres.
Al igual que la alimentación, el sueño es otro de los principales retos de la crianza ¿Qué pasa con los niños de alta demanda en este ámbito? ¿Es cierto que los bebés de alta demanda necesitan menos horas de sueño (para tener la misma energía) y más contacto para conciliarlo?
El tema del sueño es uno de los ámbitos más complicados y hay que ser muy realista. No quiero desmoralizar a nadie, pero, desde mi propia experiencia con una niña de alta demanda, hay que asumir que tu hijo no va a dormir bien. Por tanto, hemos de ser muy prácticos y hacer los cambios que sean necesarios: turnarte con tu pareja, irte a otra habitación, dejarlo a dormir con un familiar un día a la semana…; lo que sea para priorizar el descanso. La falta de sueño tiene un impacto tremendo en la salud de las personas.
Puedes intentar tener un plan de sueño, crear unas rutinas ir enseñándole una higiene del sueño; todo lo que tú quieras, pero al final es un tema de maduración del cerebro. Puedes intentar prevenir el sobre cansancio o la hiperestimulación antes de ir a dormir, por ejemplo. Pero si el niño sigue teniendo problemas o es muy nervioso y activo, no vas a poder conseguir mucho hasta que se supere esta etapa.
Consejos para acompañar y poner límites al niño de alta demanda
En lo relativo a la necesidad de atención, en el libro aportas algunos trucos para ayudar a los padres a encontrar el equilibrio. Llegas incluso a sugerir un rato de televisión (¡con lo controvertidas que son las pantallas!). Danos algunas claves.
El mundo emocional del niño es inmaduro y complejo y nuestro papel es corregular sus emociones y acompañarlo a lo largo del tiempo. Acompañar desde una doble visión: te doy ahora lo que necesitas (consuelo, escucharte…), pero también te voy a preparar para la vida: fortalecerte y enseñarte a gestionar tus emociones y expresarlas adecuadamente.
En un mundo ideal yo siempre estaría disponible emocionalmente para mis hijos, pero el día a día no es así. Cuando hay una demanda muy exigente de atención y el niño está muy revuelto o muy activo funcionan muy bien las microdosis de atención. Te paras un instante y escuchas a tu hijo, le miras a los ojos, te relajas, le atiendes, juegas con él, le das besos y es como que él se recargara de esa atención que necesitaba y que estaba esperando. Esto le llena y le nutre emocionalmente. Y luego sigues haciendo tus tareas. Hay que otorgarles momentos en los que perciban que estás tan deseosa de estar con ellos como ellos contigo.
La alta demanda está muy vinculada a la alta sensibilidad ¿Los bebés de alta demanda son más sensibles aún?
Sí, estos niños por lo general son muy sensibles y esto hace que sean muy reactivos y se tomen las cosas muy a pecho. Son muy “sentidos”, muy sensibles a las críticas y están hipervigilantes a los estados emocionales de los demás y a la información que viene del entorno. Además, son bastante impredecibles. Siendo conscientes de esto, insisto en que debemos hacer un acompañamiento respetuoso y amable. Validar sus emociones, pero también darles estrategias para gestionarlas.
Necesitan límites porque hablamos de un temperamento fuerte, pero debemos encauzar ese carácter para que evolucione de la forma deseada y se convierta en algo positivo
Yo siempre recomiendo hacer tres divisiones en cuanto a las conductas que queremos enseñar a nuestros hijos o lo que tendrían que dejar de hacer. Un apartado de lo intolerable (insultos, agresiones o faltas de respeto en general), otro con lo negociable (acuerdos en ciertas cosas), y el último, que tiene que ser mucho más grande cuanto más pequeño es el niño, el de las conductas intrascendentes (sentarse bien en la mesa, meterse el dedo en la nariz…). Si estamos todo el día reprobando generamos un ambiente de estrés en casa.
Como digo en el libro, a veces en la crianza se presta demasiada atención a los límites y a remarcar lo que no se hace bien, pero no caemos en los beneficios que tiene elogiar, reconocer e impulsar.
Señalas que, por su carácter, un niño de altas necesidades puede tender al desafío. Por tanto, ¿los límites son más importantes aún con este tipo de niños? Además, una creencia muy extendida es que los padres de hoy en día son unos blandos que consienten cualquier cosa…
Realmente somos un poco blandos. Ahora tendemos a la sobreprotección porque nos vamos a extremos. Valoramos mucho la emocionalidad porque sabemos lo importante que es, pero confundimos eso con no poner límites y con la debilidad; creemos que los niños son muy frágiles.
La disciplina no se puede tratar de imponer desde un estado emocional que no sea la calma, porque te estás desautorizando a ti mismo
El “NO” forma parte de la vida, te lo da la vida por sí misma. Es algo bueno y hay que aprenderlo: aprender a ajustarse, a no conseguir siempre lo que uno quiere, y que hay límites que no se pueden traspasar. Pero todo esto se puede hacer desde el amor: con un lenguaje adecuado, sin gritar y sin malas formas. La disciplina no se puede tratar de imponer desde un estado emocional que no sea la calma, porque te estás desautorizando a ti mismo.
Ellos necesitan límites, por supuesto, porque hablamos de un temperamento fuerte. Son niños que te van a desafiar y a llevar al límite de tus fuerzas, pero debemos encauzar ese carácter para que evolucione de la forma deseada y se convierta en algo positivo. Por tanto, límites (pocos, pero realmente importantes) claros, con firmeza, con respeto y con amor.
En el caso de las rabietas, por ejemplo, si hay una agresión se debe de poner un límite, por supuesto. Pero lo debemos acompañar y calmar, porque en ese momento el niño está atrapado por las emociones y no puede recibir la corrección.