David Callejo
14 de enero de 2022
Aunque David Callejo es médico especialista en Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor en el servicio de Anestesiología Pediátrica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, es más conocido como “el médico influencer”, uno de los más seguidos en las redes sociales, que desde su cuenta de Instagram (@davidcallejo10) ofrece información sobre temas de actualidad en medicina y, por supuesto, sobre el coronavirus SARS-CoV-2, el COVID-19, el uso de la mascarilla y las vacunas. David, que también es profesor de Medicina en la Universidad Complutense, ha recibido el premio al Mejor Divulgador del 2020 por el portal web de referencia #SaludsinBulos, y ha sido nombrado como uno de los 100 mejores influencers de 2021 por la revista Forbes, acaba de publicar Lo primero, la vida. El día a día de un médico que aprendió a darlo todo (Editorial Planeta), uno de los libros más vendidos en los últimos días, en el que cuenta historias de pacientes “porque muchas veces pensamos que el médico es el que cambia la vida de los pacientes, pero los pacientes también nos pueden cambiar a nosotros” y con el que también ha querido homenajear a sus compañeros sanitarios que se han visto tan afectados por esta pandemia.
¿Por qué has escrito este libro en pandemia y a quién va dirigido?
Con el libro quería contar un poco más sobre mí y sobre mi historia, pero poniendo el foco en los pacientes y mostrando cómo sus historias nos pueden llegar a cambiar a los médicos, porque muchas veces pensamos que el médico es el que cambia la vida de los pacientes, pero los pacientes también nos pueden cambiar a nosotros.
Y también quería hacer un pequeño homenaje a todo el personal sanitario durante la pandemia. Siempre me ha gustado divulgar y ese ha sido el objetivo del libro, algo entretenido, que dejara algún mensaje importante, que enseñara algo y además sirviera para divulgar información médica, porque intento simplificar mucho las enfermedades de las que hablo para que se entiendan y acercar un poco más a la sociedad distintos cuadros clínicos.
A raíz de un vídeo que subiste a redes sociales en el que denunciabas la terrible situación que se estaba viviendo en los hospitales a causa de la pandemia, que acababa de comenzar, has recibido insultos y amenazas. ¿Qué les dirías ahora a los que siguen negando el COVID-19?
Es muy importante diferenciar mucho entre la gente que no está de acuerdo con las vacunas o tiene dudas acerca de las vacunas y los que niegan la enfermedad. Creo que tener dudas es algo lícito; yo soy súper pro vacunas y las defenderé siempre porque creo que nos están ayudando a salir de esto, pero puedo entender que haya gente que tenga dudas, que tenga miedo, y a la que haya que explicar las cosas, y eso no les convierte inmediatamente en negacionistas.
Y luego tenemos el grupo de la gente negacionista, que ha negado la pandemia, que ha negado que yo he intubado a siete pacientes cada noche, que hemos tenido los hospitales absolutamente desbordados, que hemos tenido que suspender quirófanos, que en mi hospital la biblioteca se ha convertido en una sala de críticos… A mí estos últimos me merecen cero respeto, porque es gente que está haciendo daño a la sociedad, que está engañando, que está difundiendo bulos, y a mí me llegan insultos y amenazas de muerte de alguno de estos tipos una vez al día, más o menos. Pero eso es lo que menos me preocupa porque a mí no me hacen daño, lo que me preocupa es el daño que hacen a la sociedad.
La gente que ha negado la pandemia me merece cero respeto porque está haciendo daño a la sociedad, está engañando, está difundiendo bulos
Y en cuanto a la gente que tiene miedo a las vacunas insisto en que creo que es algo lícito. Es una terapia nueva y muchas veces no lo hemos contado del todo bien, y eso puede hacer que haya personas que se sientan inseguras, pero con información y explicando las cosas generalmente la mayoría de las personas se van a sentir seguras con las vacunas.
Las vacunas son seguras y eficaces, pero ¿obligatorias?
Precisamente te iba a preguntar por estas personas, que no tienen nada en contra de las vacunas en general, pero que tienen miedo a estas por la novedad y porque se han aprobado muy rápido. ¿Cómo crees que se las puede convencer de la necesidad de vacunarse, porque en los medios de comunicación ya se habla mucho sobre ello?
Sí, pero el hecho de que los medios hablen tanto de la vacunación puede ser incluso contraproducente, porque hay gente que se ha puesto todas las vacunas y con estas duda porque igual se encuentra una noticia que dice que una persona a la que le han puesto la vacuna de Janssen tiene todo el cuerpo rojo y le han salido ampollas. Eso es una reacción que a veces pasa cuando tomamos amoxicilina, un antibiótico que estoy seguro que todos hemos tomado alguna vez pero, como no tiene relación con la vacuna, aunque produzca esa reacción con muchísima más frecuencia, no sale en la prensa.
Al sacar toda esta información la prensa puede generar esa sensación de inseguridad, pero yo creo que es al contrario, ya que como cualquier reacción adversa asociada a la vacuna va a salir seguro en la prensa, eso nos tiene que dar tranquilidad porque todo lo malo que está pasando lo estamos viendo en tiempo real. Y aunque las vacunas se hayan desarrollado en poco tiempo son probablemente el fármaco que hemos administrado a más gente, y son fármacos que cuando han salido a la luz habían sido probados en ensayos clínicos en los que habían participado 40.000 o 50.000 personas, mientras que muchas veces se aprueban fármacos sometidos a estudios realizados con muchas menos personas.
Estas vacunas son fármacos seguros y eficaces. ¿Seguro y eficaz quiere decir que es imposible que provoque efectos adversos y que si te vacunas es imposible coger el virus? No. Seguro quiere decir que su beneficio-riesgo es positivo y que los efectos adversos generalmente van a ser mucho menores que la enfermedad contra la que están intentando proteger. Y eficaz quiere decir que nos va a proteger sobre todo de tener cuadros graves de la enfermedad. Y eso es lo que hacen las vacunas, y no es poco, es muchísimo, y es lo que nos está ayudando a salir de esto.
Las vacunas son fármacos probados en ensayos clínicos en los que habían participado 40.000 o 50.000 personas, mientras que muchas veces se aprueban fármacos sometidos a estudios realizados con muchas menos personas
La gente piensa que con la variante ómicron estamos mejor porque el virus ha mutado y es un poquito menos fuerte, pero eso no está claro; no tenemos ninguna evidencia que lo confirme. Lo que parece que ha cambiado es nuestro sistema inmune y que estamos mucho más protegidos gracias a las vacunas, y que por eso esta variante provoca síntomas mucho más leves.
También por haber pasado el COVID, porque al final las vacunas no dejan de ser una forma de inmunizarnos y la forma más efectiva de inmunizarnos, por supuesto, es pasar la infección, lo que ocurre es que es a costa de una serie de cuadros y una serie de efectos que es preferible evitar y merece la pena vacunarse antes de pasar la infección, claro.
Por lo que dices entiendo que tú no eres partidario en absoluto de la vacuna obligatoria, ¿verdad?
Yo no soy partidario de obligar a la gente a nada. Creo que no estamos en ese punto, que a la gente hay que informarla, explicarle las cosas, hay que convencerla con argumentos. En lo que sí creo es en que si la gente no se quiere vacunar habrá que limitar el acceso a algunas cosas, o que a lo mejor en ciertas reuniones o en ciertos espacios hay que tener cuidado con la gente no vacunada porque no dejan de ser potenciales transmisores de la enfermedad.
Si hay gente que ha decidido no vacunarse es su responsabilidad individual, creo honestamente que es peor para ellos y no estoy a favor de obligar a alguien a que se vacune
En esto creía más en las fases de la pandemia en las que teníamos muchos ingresos en críticos. Llegado a un punto creo que si la situación se controla y hay gente que ha decidido no vacunarse, ahí está su responsabilidad individual y creo honestamente que es peor para ellos y que a los únicos que se hacen daño es a sí mismos y no estoy a favor, ni mucho menos, de obligar a alguien a que se vacune.
Divulgar la verdad a través de las redes sociales
A través de tu cuenta de Instagram @davidcallejo10 has hablado sobre temas de gran interés como la realidad de la pandemia, el uso de mascarillas, las vacunas y las variantes del SARS-CoV-2, pero las redes sociales también sirven de plataforma a los generadores de bulos. ¿Es posible contrarrestar su nociva influencia divulgando en ellas información científica y comprensible?
Creo que se ha demonizado mucho a las redes sociales como generadores de bulos, y es verdad, pero también sirven para contrarrestarlos al momento. Por ejemplo, hay un bulo muy extendido que dice que la gente con el pelo blanco se queda menos calva porque el pelo blanco no se cae, y es falso, pero está tan arraigado en nuestra sociedad que ya es muy difícil de contrarrestar, sin embargo, en el caso de los bulos que surgen ahora con el COVID los divulgadores podemos debatirlos y dejar claro que eso no es así casi en tiempo real. Por eso digo que aunque es cierto que las redes sociales son un generador de bulos, también nos sirven para contrarrestar rápidamente esos bulos y que no se arraiguen del todo en la sociedad.
Creo que se ha demonizado mucho a las redes sociales como generadores de bulos, y es verdad, pero también sirven para contrarrestarlos al momento
Creo que las redes sociales son un arma muy potente que hay que utilizar con prudencia, pero no las acabo de ver como algo negativo; creo que la información es poder y hay que elegir bien de dónde viene esta información, pero puede ayudar a contrarrestar los bulos.
Durante la pandemia muchas personas han experimentado ansiedad, depresión, y otros problemas psicológicos o psiquiátricos. ¿Qué se debería hacer para mejorar la salud mental de la población general, y de los profesionales sanitarios que han tenido que afrontar esta crisis en primera línea?
En España tenemos una sanidad buenísima y los profesionales de salud mental son igual de excelentes que en cualquier otro campo, pero como sociedad todavía no tenemos aceptado que ir al psicólogo o al psiquiatra es normal, que incluso es como gimnasia para la mente, que es algo positivo. Siguen existiendo muchos tabúes con la salud mental y estamos pagando las consecuencias de ello y en una situación tan crítica como esta ha sido el año en el que hemos tenido más suicidios, en el que mucha gente ha caído en enfermedades mentales…
Creo que necesitamos una mayor atención a la salud mental, desde la atención primaria a la atención hospitalaria, es algo que tenemos que potenciar cada vez más, y seguir con las campañas de educación para concienciar a la sociedad de que ir al psicólogo o al psiquiatra no es malo, y que al igual que hay gente que tiene que tomar medicación para controlar la tensión arterial otros pueden necesitar medicación para mejorar su estado de ánimo.
Titulas un capítulo del libro ‘Dejarlo todo’, y lo introduces afirmando que muchas veces has pensado que habías llegado al límite y que vivir para trabajar no era vivir. Ese límite lo han alcanzado sin duda muchos profesionales sanitarios en la pandemia. ¿Cómo has vivido tú esta experiencia en comparación con los años anteriores de trabajo?
Gracias a lo que me pasó y cuento en ese capítulo, en que no por decisión mía, sino por un problema de salud, casi tengo que dejar mi trabajo como médico, como anestesista. En un momento en el que estaba muy quemado y sentía que no merecía la pena trabajar tanto, cuando estuve a punto de perder todo me di cuenta de que en realidad lo tenía todo para ser feliz y hacía lo que me gustaba. Y no hay nada como que te quiten algo de golpe para que lo empieces a valorar.
La gente piensa que con la variante ómicron el virus es un poquito menos fuerte, pero lo que parece que ha cambiado es nuestro sistema inmune y que estamos mucho más protegidos gracias a las vacunas
Por desgracia a veces funcionamos así y eso me sirvió para tomarme mejor las cosas, y durante la pandemia me ayudó a darme cuenta de que a pesar de la situación yo estaba donde quería estar, y era feliz con lo que estaba haciendo. Ha habido momentos muy duros y tengo compañeros que siguen muy afectados, pero en mi caso no ha sido así; siempre digo que soy un optimista nato y que generalmente me sonríe la suerte, como cuento en el libro. Incluso he tenido un golpe de suerte, y es que una de mis mayores preocupaciones que era el trasplante hepático de mi madre, que estaba muy grave, ha sido posible porque en plena pandemia llegó un hígado para ella y ahora está genial.
Pero muchos de mis compañeros han vivido situaciones duras y están afectados y creo que no les podemos dejar solos. Hay muchos sanitarios de baja por depresión, por ansiedad…, que necesitan ayuda, y no nos podemos olvidar de ellos.
La pandemia nos pilló por sorpresa pero podría volver a suceder. ¿Cómo podemos prepararnos para afrontar mejor una situación similar?
A mí me encantaría pensar que hemos aprendido algo, pero no lo tengo del todo claro. Creo que era algo muy inesperado y los políticos han estado vendidos en muchos casos y han tomado decisiones sin tener claro que eran las decisiones correctas, y en eso me he sentido un poco identificado porque a mí en el hospital me ha pasado un poco igual; era algo tan nuevo que no sabíamos si lo que estábamos haciendo lo estábamos haciendo bien. Pero creo que también ha faltado una comunicación continua con la sociedad, ha faltado divulgar las cosas y explicarlas un poco mejor.
Hay muchos sanitarios de baja por depresión, por ansiedad…, que necesitan ayuda, y no nos podemos olvidar de ellos
Quiero pensar que hemos mejorado un poco a lo largo de la pandemia, que la población tiene más formación sanitaria, pero también sigo viendo que un porcentaje altísimo de los médicos seguimos con contratos inestables, con contratos interinos, con contratos cada 15 días, que el mundo de la enfermería es muy similar, con esos contratos basura…, y a lo mejor hay que cuidar un poco a las personas que nos cuidan para que si llega otro problema, otra situación crítica, estemos mejor.
COVID-19 aparte, eres especialista en Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor, y tú mismo has experimentado un dolor incapacitante a causa de una hernia discal lumbar y una hernia cervical. El dolor crónico afecta a muchas personas en España, ¿crees que hay medios suficientes para manejarlo en todos los casos?
Yo creo que tenemos medios, que tenemos herramientas para proporcionar una mejor calidad de vida a la mayoría de la gente con dolor crónico, pero que falta mucha información. Muchas veces cuando te derivan a la unidad de dolor crónico casi consideras que te están sentenciando, que ya no van a poder hacer nada por ti; y es justo lo contrario, porque en la unidad de dolor crónico podemos poner tratamientos para el dolor, pero muchas veces también tratamientos que sean curativos; que no solo podemos tratar, sino que podemos curar. En mi caso no estoy siguiendo ningún tratamiento, sino que con las infiltraciones epidurales que me hicieron mejoré tanto que pude abandonar toda la medicación que tomaba y hacer una vida normal: hago deporte todos los días, monto en moto…
Durante la pandemia ha faltado una comunicación continua con la sociedad, ha faltado divulgar las cosas y explicarlas un poco mejor
Y también falta información de cara al personal sanitario, porque si tienen un paciente con mucho dolor que no pueden controlar deben derivarlo a una de estas unidades donde los anestesistas van a poder hacer mucho por él.
De cara a la gestión tendríamos que potenciar más estas unidades, contratar más profesionales y darles formación, porque la población está cada vez más envejecida, hace cada vez más deporte, se lesiona más…, y aumentará el número de pacientes en este tipo de unidades.