Ignacio López-Goñi
26 de abril de 2018
Los avances en el desarrollo de vacunas y la extensión de la cobertura de vacunación han permitido erradicar enfermedades tan letales como la viruela, y que la incidencia de otras como el sarampión, que puede causar graves complicaciones, haya descendido significativamente. Además, como nos explica Ignacio López-Goñi (@microBIOblog), Doctor en Biología, Vicepresidente del grupo de Docencia y Difusión de la Microbiología de la Sociedad Española de Microbiología (SEM), y coautor del libro ¿Funcionan las vacunas? (Next Door Publishers, 2017), estos fármacos extienden su protección de la madre al feto, evitando que el bebé recién nacido contraiga ciertas infecciones antes de que sea posible vacunarle, permiten potenciar el sistema inmune de los adultos mayores, e incluso contribuyen a reducir la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos. Todavía, sin embargo, dos de cada tres niños menores de cinco años mueren a causa de enfermedades infecciosas, y los movimientos antivacunas hacen peligrar sus efectos protectores. Por ello, como cada año, la OMS celebra la Semana Mundial de la Inmunización (del 24 al 30 de abril de 2018) para continuar informando de forma clara y rigurosa sobre los beneficios de las vacunas.
En el prólogo del libro la pediatra Lucía Galán nos recuerda que “el virus de la viruela (una enfermedad erradicada desde 1980 gracias a su vacuna) fue el responsable de más de trescientos millones de muertes solo en el siglo xx, más que las guerras mundiales, la gripe de 1918 y el sida juntos”. Algunas enfermedades controladas gracias a la vacunación, como el sarampión, están experimentando un repunte. Para evitarlo, ¿no deberían ser obligatorias las vacunas contra determinadas enfermedades?
Hacer obligatorias las vacunas es un tema bastante controvertido; por una parte, estamos en una sociedad en la que puede ser contradictorio porque mientras que es obligatorio llevar cinturón de seguridad, y a los perros es obligatorio vacunarlos contra la rabia, a tus hijos no es obligatorio vacunarlos… Es decir, hay algunas obligaciones que tienen que ver con la salud que admitimos bastante bien, pero el tema de las vacunas es un poquito más polémico porque hay gente que dice que esa imposición supondría actuar en contra de su libertad personal.
En algunos países europeos, en el caso concreto del sarampión, las legislaciones están cambiando, y ahora por ejemplo en Italia han hecho obligatorias varias vacunas (creo que 10 u 11); en Francia están cambiando pautas de vacunación; y en Alemania también se han producido algunos cambios. En algunos casos algunas vacunas se han hecho obligatorias, y en otros lo que es obligatorio es haber cumplido el calendario vacunal para poder escolarizar a un niño, por ejemplo. Hay distintas estrategias. Pero eso normalmente se lleva a cabo cuando las coberturas vacunales disminuyen, que es cuando se pone en riesgo la salud pública.
En España ese debate creo que todavía no ha llegado porque nuestras coberturas vacunales son muy altas, y eso probablemente sea por varias razones. En primer lugar porque tenemos un sistema sanitario que, aunque a veces nos quejemos, funciona bastante bien; y lo mismo ocurre con los responsables de la vacunación, que son los médicos de atención primaria, los pediatras, y los enfermeros y las enfermeras, que son colectivos muy mentalizados con este tema, y recomiendan la vacunación a sus pacientes.
A este respecto, los expertos suelen decir “si funciona, no lo toques”. Tenemos coberturas de más del 95% y somos la envidia de otros países, así que de momento no habría que hacerlas obligatorias. Otra cosa es que esto vaya a más y el sarampión se empiece a extender de manera preocupante… El sarampión se extiende tanto porque es un virus con una capacidad de transmisión enorme, y es de los primeros que aparecen cuando hay bajas coberturas vacunales, pero creo que hay consenso en la opinión de que no es necesario hacer la vacuna obligatoria de momento.
De todas formas, cuando viajas es obligatorio estar vacunado de determinadas enfermedades para entrar a algunos países…
Sí, y lo que se está haciendo cada vez más recomendable es vacunarse contra las enfermedades que están experimentando un repunte. De hecho, creo que en Estados Unidos es donde han empezado a recomendar la vacuna contra el sarampión si viajas a Europa, porque se están produciendo brotes de esta infección en Europa. En nuestro país nos podemos encontrar una situación parecida, y la mayoría de los casos de sarampión que se están detectando en España son importados; o bien de españoles que han viajado a otros países donde han contraído la enfermedad, o de visitantes procedentes de otros países. Las vacunas de los viajeros cada vez se van a tener más en cuenta, porque no solo es necesario vacunarse de la fiebre amarilla si tienes pensado viajar a África, por ejemplo, sino que es posible que si te vas de vacaciones a Italia sea conveniente que te vacunes contra el sarampión.
A la hora de viajar, no solo te tienes que vacunar de la fiebre amarilla si vas a África, sino que si te vas de vacaciones a Italia te deberías vacunar del sarampión
El problema es que con la globalización no tenemos fronteras, y tampoco las tenemos para los virus y bacterias; ese es uno de los grandes problemas de salud pública ya que, al no haber fronteras, aunque la cobertura vacunal en España sea muy alta y la mayoría de la población tenga las vacunas puestas, la inmunidad de las personas a las que se las pusieron hace tiempo ha ido bajando, y pueden hacer un viaje a Italia y volver con el sarampión. De hecho, como decía antes, en Navarra ha habido algunos casos de sarampión importados, de gente que venía de viaje y traía el virus del sarampión, y ha infectado a niños, a ancianos, etcétera. Y acabo de leer en La Vanguardia que ahora también en Cataluña hay un brote de sarampión de casos importados.
Los beneficios de las vacunas, muy superiores a sus posibles riesgos
Las vacunas, como todos los medicamentos, pueden tener efectos secundarios pero, ¿existe alguno tan grave que pueda justificar no vacunar a un niño?
Las vacunas tienen efectos secundarios como todos los medicamentos, porque si lees el prospecto del ibuprofeno probablemente se te quiten las ganas de tomártelo, lo que ocurre es que como te duele la cabeza, asumes el riesgo. Pero nuestro aguante es menor hacia las vacunas porque son los únicos o casi los únicos medicamentos que tomamos cuando estamos sanos. Y los efectos secundarios que tienen son sencillamente una demostración de que tu sistema inmune se está activando, y por ello te pueden producir enrojecimiento, dolor, fiebre, un poco de sarpullido… Aunque se trata de efectos secundarios mínimos que te están diciendo que la vacuna funciona.
Los efectos secundarios de las vacunas, por lo general mínimos, demuestran que el sistema inmune se está activando y la vacuna funciona
En algunos casos, con una frecuencia significativamente menor –estamos hablando, aunque depende de la vacuna, de uno por cada 100.000 o por cada millón de vacunados– puede tener efectos graves, porque puede provocar un shock anafiláctico, e incluso llegar a ser mortal. Pero es lo mismo que los efectos secundarios que puede tener, por ejemplo, una anestesia. Si te van a operar, te dan a elegir entre anestesia total o anestesia local, porque hay un riesgo; pero como necesitas que te operen, no lo dudas y firmas un consentimiento informado. La frecuencia en la que puede pasar algo es muy baja (uno en cada 100.000, 200.000, 1.000.000…), pero asumes el riesgo, y no hay movimientos anti anestesia. Y hay gente que se ha muerto porque un antibiótico concreto le ha dado alergia, y tampoco hay movimientos antiantibióticos. Pero en el caso de las vacunas sí hay movimientos antivacunas.
El tema es asumir un riesgo que es mínimo, y uno tiene que plantearse si prefiere 20.000 casos de sarampión con varios miles de muertos o un caso por cada millón de vacunados en los que realmente es problemático y hay un efecto secundario grave. El riesgo de que un niño se infecte por una de las bacterias o virus que previenen las vacunas y tenga complicaciones es mucho mayor estadísticamente que el que tiene al ponerse una vacuna. Y si tú no vacunas a tu hijo porque no quieres correr el riesgo de que experimente algún efecto secundario, debes saber que el riesgo de que contraiga una infección que le provoque desde encefalitis o neumonía, hasta la muerte, es mucho mayor que los posibles efectos adversos de esa vacuna.
¿En qué casos estaría contraindicado vacunar a una persona, sea un niño o un adulto?
Esto no me atrevo a decirlo porque yo no soy médico. Hay algunas contraindicaciones, pero siempre que me preguntan esto, explico que lo mejor es que acudan al médico que conoce su historia personal y su historial médico, que es el que tiene que decidir si te vacuna, o no. Pero generalmente son personas que están trasplantadas, o cuya salud está comprometida porque tengan un cáncer…, pero incluso así hay determinadas pautas vacunales para estos casos, y por ejemplo puede haber momentos en los que igual hay que retrasar la administración de una vacuna concreta.
La única manera de proteger a un niño o a un adulto que por las razones que sea no se pueden vacunar es rodearlos de gente vacunada
En ese sentido quiero añadir que otro efecto beneficioso de las vacunas es que constituyen un acto solidario, porque si tú te vacunas lo que haces es cortar la cadena de transmisión del patógeno, y la única manera de proteger a un niño o a un adulto que por las razones que sea no se pueden vacunar, o a los que hay que retrasarles la administración de ciertas vacunas, es rodearlos de gente vacunada. Y de ahí también la responsabilidad social que tenemos todos, y es que el hecho de que tus niños estén vacunados es una forma de proteger a aquellos a los que no se les puede vacunar o es necesario retrasarles esas vacunas por algún motivo.
La necesidad de un calendario vacunal para adultos
Es conveniente inmunizarse contra ciertas enfermedades durante toda la vida. ¿Por qué entonces no existe un calendario vacunal en España que oriente a los adultos sobre las vacunas que deben ponerse de acuerdo a su edad y sus factores de riesgo?
La vacunación del adulto es uno de los grandes temas pendientes, porque efectivamente estamos muy mentalizados en la vacunación de los niños, pero no en la del adulto. Y es verdad que cada vez va a ser más necesario. Por varias razones: primero porque la inmunidad que adquieres en la infancia y adolescencia puede ir disminuyendo, y por eso se observan picos de algunas infecciones cada cierto tiempo, y un clásico ejemplo de brotes de este tipo son las paperas. Y eso se debe a que te han vacunado cuando eras adolescente, pero con el tiempo ha ido disminuyendo esa protección.
El envejecimiento debilita el sistema inmunitario, que habrá que ir reforzando con nuevas vacunas destinadas a los adultos mayores
Además, cada vez vivimos más tiempo, y con el envejecimiento se debilita nuestro sistema inmune. Y hay enfermedades, como la gripe, o la neumonía (con el neumococo) que pueden tener complicaciones, y que pueden ser graves en el adulto, de ahí que se esté recomendando la vacunación de la gripe o del neumococo, así como recordatorios de algunas vacunas que sería bueno ir administrando. Y seguro que van a aparecer nuevas vacunas para los adultos mayores, porque como digo estamos viviendo cada vez más, y nos enfrentamos al debilitamiento de nuestro sistema inmunitario, que de alguna manera habrá que ir reforzando con vacunas destinadas a los adultos.
También es verdad que es más complicado, porque así como al niño pequeño lo tienes bastante controlado desde el punto de vista de la salud pública, porque va al médico y durante esa etapa en la que se le hace un seguimiento desde pediatría es fácil la vacunación. En el adulto ya es distinto, porque solo va al médico cuando se encuentra mal, y no para prevenir como en el caso de los niños. Pero esta mentalidad poco a poco va cambiando, incluso entre los propios médicos, que se van dando cuenta de que hay que hacer algo para cambiar la situación, y hay que informar a la gente, y no esperar a vacunarla cuando ya está enferma, sino antes.
El último otoño invierno se ha producido una alta incidencia de gripe entre personas que se habían vacunado, no solo en España, sino también en otros países como Estados Unidos. ¿Se sabe por qué ha ocurrido esto?
Hay que tener en cuenta varias cosas. Primero, que la vacuna de la gripe, en el mejor de los casos, puede ofrecer una protección del 80%; y eso quiere decir que hay un tanto por ciento de personas que están vacunadas y no están protegidas porque el virus cambia muchísimo. Este año lo que se ha dado también es la frecuencia de algunas cepas virales distintas a las cepas vacunales; en concreto, lo que se llama la cepa B, un tipo que no estaba incluido en la vacuna, y una mayor incidencia de lo que se llama el H3N1, que también es un virus que cambia un poquito más. Por ello, puede haber no coincidencia entre las vacunas y las cepas circulantes.
La vacuna de la gripe ofrece una protección máxima del 80%, pero cuando las personas vacunadas contraen la enfermedad, esta es más suave y con menos complicaciones
La otra posibilidad, como digo, es que hay un tanto por ciento de personas a las que la vacuna no protege, sin embargo, lo que sí se ha demostrado en estudios científicos es que cuando las personas vacunadas contraen la gripe, esa gripe es más suave y se evitan también complicaciones, por lo que a pesar de que exista la posibilidad de enfermar, administrar la vacuna de la gripe a las personas adultas compensa, aunque efectivamente puede haber algunos casos de personas que se hayan vacunado y también mueran.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la vacunación en la actualidad?
Hay varios; uno, como ya he comentado, universalizar la vacuna del adulto. Otro enfrentarse a nuevas enfermedades que vayan apareciendo. Ahora se está trabajando también mucho en las vacunas en las embarazadas, porque es una manera de proteger al bebé esos primeros meses en los que todavía no se le vacuna. Es el caso de las vacunas de la tos ferina y la gripe, que se administran ya a las embarazadas porque se sabe que son seguras para el feto, y que hacen que la madre produzca anticuerpos, de manera que el niño cuando nace dispone de una protección hasta que se le empiezan a poner las primeras vacunas. En el caso de la tos ferina esto se ha visto muy bien porque vacunando a las embarazadas han disminuido los casos de tos ferina infantil.
La vacunación reduce las infecciones bacterianas secundarias que muchas veces son resistentes a los antibióticos, y puede evitar la extensión de dichas resistencias
Y luego está el reto que suponen las nuevas enfermedades emergentes, de las que cada cierto tiempo estamos asistiendo a brotes –como el ébola o el zika–, o el resurgimiento de otras enfermedades, por lo que las vacunas tienen que estar preparadas para afrontar con éxito estas situaciones que hacen peligrar la salud pública.
También sigue siendo un reto conseguir una vacuna universal contra la gripe. Y hay enfermedades sobre las que todavía se está trabajando mucho para obtener nuevas vacunas, desde el sida, a la malaria o la tuberculosis, entre otras. En definitiva, todavía hay campo para mejorar y para desarrollar nuevas vacunas.
Y me gustaría destacar la influencia de las vacunas sobre la resistencia a los antibióticos, un grave problema al que ya nos enfrentamos. La aparición de bacterias resistentes a los antibióticos hace que no tengamos antibióticos eficaces contra esas bacterias. Y la vacunación disminuye la circulación de bacterias resistentes a los antibióticos porque aunque lo que combata la vacuna sea un virus, muchas de las enfermedades provocadas por los virus pueden acabar en infecciones secundarias bacterianas, por lo que la vacunación contra los virus, al disminuir esas infecciones secundarias que muchas veces son resistentes a los antibióticos, puede evitar la extensión de dichas resistencias.