María Negro
29 de mayo de 2020
Hace unos años la ONU alertaba de que si la población mundial alcanza los 9.600 millones para 2050, harían falta casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los modos de vida actuales. Que es urgente un cambio nos lo dicen continuamente desde organismos, oenegés e instituciones. También lo vemos. Percibimos la fragilidad de nuestros ritmos y de nuestros actuales privilegios materiales. ¿Qué hay que hacer para hacer de la sostenibilidad una realidad? María Negro, consultora, formadora y experta en sostenibilidad ayuda a empresas, instituciones y personas a título individual a lograr pasar a la acción, que la sostenibilidad no sólo es deseable, sino que es asumible. Ahora, también, ofrece a través de Cambia el mundo (Zenith Green) una guía, con ‘10 pasos hacia una vida sostenible’, para acompañarnos en esta reflexión profunda que exige nuestra forma de vida. Una forma de vida incompatible con el respeto por un planeta que, ya sabemos, no es infinito. Dice que “no se trata de ser perfectos, sino de analizar qué está en nuestra mano y qué se escapa de ella”. O lo que es lo mismo: qué pequeños cambios realistas podemos hacer desde nuestro lugar. María Negro nos da la mano en ese camino de la sostenibilidad y a través de más de 200 páginas nos cuenta de una manera sencilla, muy práctica y amena qué impacto tienen nuestras acciones y qué podemos hacer para mejorarlas. Sin culpa, eso sí, porque para la autora el objetivo fundamental no es adoctrinar ni señalar nuestros errores, sino que descubramos qué podemos aportar a los demás y al mundo.
¿Qué fue lo que te llevó a tomar conciencia de la importancia de la sostenibilidad?
Creo que ha sido algo muy gradual, aunque de esto me he dado cuenta a lo largo del tiempo. Ya de pequeña tenía mucho interés por el tema de la sostenibilidad. Hacía mini “activismo” con mis vecinos (risas), y para que no tiraran el aceite usado por el desagüe ponía carteles por todas partes. También en el colegio y en la universidad participaba en proyectos basados en la integración social o en la sostenibilidad.
Una vez que terminé mis estudios tenía muy claro que quería trabajar en algo que aportara, quería que mi trabajo contribuyera a la mejora social o medioambiental. Entonces fue cuando descubrí que había un montón de proyectos de emprendimiento social o verde, que a través de su trabajo estaba poniendo su granito de arena. Esto sumado a un interés personal por la sostenibilidad fue lo que me llevó a dedicarme plenamente a ello.
“Realmente tenemos que analizar qué está en nuestra mano y qué se escapa de ella. Qué pequeños cambios podemos hacer desde nuestro lugar”
De hecho lo has convertido en tu forma de vida…
No podía trabajar en algo que no fuera coherente con lo que pienso y con lo que hago en el resto de esferas, así que sí, este interés personal se convirtió en mi forma de vida. Desde hace seis años, trabajo con personas y empresas que están muy implicadas en una serie de valores que están en línea con este propósito que mejorar su entorno. También divulgo sobre sostenibilidad: dando formaciones, charlas, ayudando a instituciones a subirse al carro de la sostenibilidad y a actuar de manera ética.
“Nos cuesta salir de esta rueda de hámster en la que estamos, una rueda en la que nunca hay tiempo y en la que se generan una serie de necesidades que no son tal”
Al final yo estoy convencida de que para cambiar el mundo tienes que empezar por el tuyo propio. Tienes que plantearte qué puedes hacer desde tu ámbito personal y profesional: qué haces, qué comes, cómo te mueves, qué consumes, cómo es tu trabajo.
El poder de los pequeños cambios a nivel individual en lo global
Dices que este tránsito hacia la sostenibilidad ha sido gradual. No sé si entonces no sé si ha habido cambios, si hay algo que te haya costado cambiar, o si en realidad todo ha fluido de tal forma que no ha ocurrido eso.
Bueno aunque ese interés siempre ha estado en mí, evidentemente ese interés se tiene que traducir en acciones y también he tenido que cambiar muchas cosas porque al final todos vivimos en un sistema que es el que es. Vivimos rodeados de estímulos y –muchas veces– de cosas que nos llegan sin que podamos rechazarlas. A veces lo más complicado es lidiar con esos sentimientos de culpabilidad que nos llegan a todos en algún momento en el camino hacia la sostenibilidad cuando sentimos que no estamos siendo coherentes. Siempre digo que lo importante no es ser perfectos sino querer mejorar.
A veces es difícil ser coherente en ese entorno del que hablas que te empuja directamente a todo lo contrario. No son sólo nuestras decisiones, sino qué podemos hacer desde nuestro lugar…
Exactamente. Realmente tenemos que analizar qué está en nuestra mano y qué se escapa de ella. Qué pequeños cambios podemos hacer desde nuestro lugar. Luego ya vendrá otra fase y nos podremos preguntar: ¿qué podemos hacer para ser más activos e intentar cambiar el sistema? ¿Puedo hacer activismo desde mi lugar? ¿Puedo firmar una petición en alguna plataforma para movilizar a otras personas?
“La sostenibilidad es una viaje introspectivo que te hace conocerte mejor, vivir de acuerdo a tus valores, ser una persona más conectada con tu esencia”
Son fases o visiones diferentes, aunque puedan darse ambas a la vez quizás lo primero suele ser plantearnos qué podemos hacer como empresa o como consumidor.
Me ha gustado mucho una cosa que dices acerca de que lo importante no son las etiquetas (#zerowaste, #eco, etcétera), ni las fotos en redes, sino seguir siendo imperfectos pero tratando de ser más respetuosos con el planeta. ¿Cuál es el impacto de nuestras acciones individuales, por pequeñas que sean, en lo colectivo?
Yo creo que se nos olvida el poder de nuestros pequeños gestos. Ese es mi mantra y mi manera de explicar la sostenibilidad, porque creo que para conseguir un cambio global hay que empezar por lo individual. Vivimos en sociedad, pero lo que yo hago en mi casa tiene una consecuencia a la larga. Si empiezo a hacer pequeños gestos como por ejemplo consumiendo de manera más coherente, qué residuos genero y cómo los gestiono, y después observo la evolución de esos cambios y lo multiplico por los días del año o por los habitantes del planeta pues evidentemente a escala será un gran impacto a nivel global.
Y sobre todo hay que pensar que tenemos ese poder de motivar a los demás, a nuestro entorno más inmediato, a través de nuestros propios actos, transmitiéndoles esos valores. Esto tiene más sentido que colocarnos etiquetas porque las etiquetas muchas veces lo que hacen es generar rechazo.
“No nos planteamos de dónde viene nuestra ropa, quién ha hecho esa ropa y en qué condiciones, con qué materiales se ha fabricado”
Al final cada persona hace lo que puede desde donde puede. Para una persona le puede resultar más fácil o más importante comenzar por su alimentación, pero a otra le puede interesar más la cuestión de los residuos. Es más la voluntad de querer actuar en una dirección por eso siempre digo que la sostenibilidad es un camino y no una meta a la que debemos llegar. Mejor un montón de gente imperfecta queriendo hacer las cosas mejor que poquita haciéndolo todo perfecto.
Los beneficios de una vida más sostenible
Desde tu experiencia acompañando ese camino hacia la sostenibilidad, ¿qué dirías que es lo que más nos cuesta cambiar nuestros hábitos de consumo y vida?
Yo creo que entender que esto es un sistema completo, un sistema en el que influye todo. Nos cuesta salir de esta rueda de hámster en la que estamos, una rueda en la que nunca hay tiempo y en la que se generan una serie de necesidades que no son tal. Muchas cosas se han presentado como “soluciones” y “facilidades” y a lo mejor no son tan inocuas como creíamos. Cuando nos lo empezamos a plantear todo esto vemos que no es nada fácil escapar porque estamos rodeados de publicidad, pero también está el impacto de lo que muestran los demás en las redes sociales. Cuesta pararse a reflexionar y analizar todos los aspectos de nuestra vida que podemos modificar.
Dices en la introducción: “No pretendo adoctrinar ni juzgar el estilo de vida de nadie con este libro”. ¿Nos sentimos atacados cuando nos dicen que quizá hay pequeños cambios que pueden lograr una mejora?
Es verdad que a nadie, y yo me incluyo, nos gusta ver que a lo mejor lo que estamos haciendo no está tan bien como creíamos. Por eso creo que la forma de explicar la sostenibilidad, y en el libro lo cuento también así, siempre tiene que ser desde el sentido común y desde lo práctico. Me gusta explicar la sostenibilidad desde la motivación y desde el empoderamiento. Me parece que es una herramienta que sólo nos va a trasladar cosas buenas. Como consultora de comunicación sé que es tan importante “qué” comunicas como el “cómo” lo haces, y en este sentido es muy importante cómo explicas la sostenibilidad. Si lo haces desde la culpabilidad es probable que el efecto alcanzado sea el contrario al que deseas. Cada persona tendrá su proceso, lo hará poco a poco, pero lo de adoctrinar y posicionarse desde una posición como de “superioridad” no funciona realmente nunca.
¿Cuáles son los principales beneficios de una vida más sostenible?
Para mí el principal es que la sostenibilidad es una viaje introspectivo que te hace conocerte mejor, vivir de acuerdo a tus valores, ser una persona más conectada con tu esencia. Te permite vivir una vida más rica. Cuando ves que en tu día a día vas consiguiendo cosas y vas motivando a los que tienes alrededor, que estás contribuyendo a lograr un mundo mejor, es una sensación empoderadora.
“El consumidor debe saber qué hay detrás de esos precios tan baratos para que pueda tomar sus decisiones desde la información.”
Además, todo acaba relacionándose: cuando, por ejemplo, te preocupas por la alimentación y empiezas a comer mejor, al final te sientes bien físicamente; también está el tema del ahorro de dinero, porque muchas veces pensamos que lo sostenible es más caro, pero ocurre que la sostenibilidad te ayuda a deshacerte de cosas que no necesitas y eso se traduce en un ahorro; además, una vida sostenible te permite una vida más feliz, vive de manera más coherente.
Nuestras elecciones de consumo tienen un impacto
Hablas en el libro del consumo lineal y del consumo circular. El primero se basa básicamente en usar y tirar y el segundo se centra en evitar el despilfarro y utilizar, reutilizar, aprovechar. Se calcula que en 2028 el mercado de la ropa de segunda mano supere al de la moda rápida. ¿Es el principio del fin de la fast fashion?
No sé si será el principio del fin, ojalá, pero creo que sí queda claro que en el mercado de segunda mano cada vez hay más ropa y que nos invaden los residuos de todo tipo (plástico, textil…). Para mí lo principal es entender que no tiene ningún sentido seguir inmersos en este sistema de consumo rápido, mirando siempre el precio, pensando en tener cada vez más y más. No nos planteamos de dónde viene nuestra ropa, quién ha hecho esa ropa y en qué condiciones, con qué materiales se ha fabricado… Si haces un ejercicio de reflexión profundo todo esto no tiene sentido. Si lo haces, piensas: ¿de verdad necesito diez camisetas de tres euros o es mejor tener cuatro camisetas de diez euros?
“Cada compra es un voto, y es muy poderoso porque a través de ese voto estoy apostando por un modelo de sociedad u otro”
Hablas del Proyecto 333, que consiste en reducir el número de prendas para saber realmente qué prendas necesitamos, siendo conscientes así de que no hace falta tanta ropa. “No podemos pretender comprar camisetas a precios tercermundistas y cobrar salarios nórdicos”, dices en ese mismo capítulo. ¿Cómo concienciar a la población de esto con tanta tienda que ofrece precisamente esa fórmula y con salarios cada vez más precarios (sin que esto sea una excusa)? ¿Es imposible?
Yo creo que no es imposible. Sí es cierto que no es fácil. Aquí entra una gran labor de pedagogía, de educación. Los consumidores deberíamos comenzar a ser conscientes del impacto de nuestras elecciones, a ser críticos, saber que cada compra es un voto, y es muy poderoso porque a través de ese voto estoy apostando por un modelo de sociedad u otro. ¿Queremos construir un mundo que destruya los recursos, que ponga fin a la biodiversidad y que explote a las personas? Este es uno de los trabajo que desarrollo desde Consume con coco, que es un proyecto que une a marcas y a consumidores responsables; primero como escaparate y segundo como una vía para llegar al consumidor. También hacemos una labor de pedagogía para que el consumidor sepa qué hay detrás de esos precios tan baratos y puedan tomar sus decisiones desde la información. Cuando tenemos la información dejamos de ser parte del problema y comenzamos a ser parte de la solución.
“No hay un camino marcado, pero es cierto que la basura, los residuos, el tema de la cosmética y la ropa son las tres esferas que nos dan más pistas del impacto de lo que hacemos”
Todos queremos un estilo de vida en el que nos respeten como personas. Por ejemplo, luchamos por la conciliación, creo que es un pilar básico de cualquier sociedad, pero luego no podemos comprar productos fabricados desde la esclavitud o desde la explotación de niños al otro lado del mundo. O ir a comprar a supermercados 24 horas o un domingo. No tiene sentido querer la conciliación para una vida más respetuosa con las personas y luego que nuestros hábitos y nuestras decisiones no vayan en esa línea. Que todo esté en consonancia, alineado, es fundamental.
Por último, aunque lo has resumido perfectamente, no sé por dónde podemos empezar, si nos puedes dar alguna recomendación.
En el libro lo que planteo es precisamente un método para llevar una vida más sostenible a través de diez pasos sencillos. Cada paso hace referencia hacia una esfera de la vida: replantearnos nuestras pertenencias, nuestra huella en el planeta, la alimentación, el consumo responsable, cómo alargar la vida de lo que tenemos, cómo viajamos, qué cosmética usamos…
Cada persona, como decía antes, tiene sus propias prioridades, la cuestión es empezar por lo que más cómodo nos resulte, lo que sintamos que es esencial cambiar o lo que más fácil pueda resultarnos en base a nuestros valores o posibilidades. No hay un camino marcado, pero es cierto que la basura, los residuos, el tema de la cosmética y la ropa son las tres esferas que nos dan más pistas del impacto de lo que hacemos. Lo importante es tomar conciencia de que nuestras acciones pueden contribuir a hacer mejor ese mundo en el que vivimos.