Dra. Carla Méndez Losi
13 de junio de 2024
Alrededor del 32% de la población española sufre algún tipo de dolor, lo que constituye un grave problema de salud pública que interfiere en el día a día de estas personas y sus familias. A pesar de los grandes avances en el diagnóstico de sus causas y en los tratamientos muchas personas siguen conviviendo con el dolor a diario y es importante saber que existen otras herramientas para combatirlo, además de los fármacos, afirma Carla Méndez Losi, doctora en biología molecular, especialista en epigenética y microbiota, que se ha basado en su experiencia personal como paciente de cáncer de mama para escribir Despídete del dolor (Zenith), un libro en el que expone estrategias basadas en la alimentación y el estilo de vida para eliminar el dolor. Carla, que actualmente es coach de alimentación basada en vegetales y hábitos saludables nos explica en qué consiste la dieta antiinflamatoria y cuáles son esos hábitos que nos van a ayudar a despedirnos del dolor.
En tu libro ‘Despídete del Dolor’ afirmas que es posible superar el dolor crónico con una alimentación antiinflamatoria. ¿Nos puedes explicar brevemente en qué consiste y si es necesario eliminar por completo de la dieta ciertos alimentos?
La dieta antiinflamatoria es aquella que permite amplificar la reparación celular de tu cuerpo para que haga lo que sabe hacer: repararse. Para ello hay que establecer dos estrategias: eliminar alimentos que desencadenan más inflamación, e incluir aquellos que generan menos inflamación o que contienen compuestos antiinflamatorios. Se ha visto que, tanto a nivel vegetal, como animal, lo procesado genera inflamación. Por ejemplo, las harinas refinadas, los aceites refinados, los azúcares refinados…
Si queremos eliminar el dolor ese tipo de alimentos tienen que salir de nuestro plato. A nivel animal, lo que genera más inflamación suelen ser las carnes rojas, las carnes procesadas y los lácteos, y si queremos bajar nuestro nivel de inflamación tenemos que eliminarlos de nuestra dieta y observar cómo responde nuestro cuerpo.
Pero, no solamente se trata de eliminar, sino también de incorporar. Y se ha demostrado científicamente que ciertos alimentos son muy antiinflamatorios, por ejemplo, las crucíferas como el brócoli, la coliflor, o las coles de Bruselas. También lo son ciertas especias, como la cúrcuma, el jengibre, las hojas verdes del cilantro, el perejil o el apio, que contienen diferentes moléculas antiinflamatorias. Y, por supuesto, las frutas de temporada de diferentes colores: rojas, naranjas, amarillas, verdes…
Es necesario introducir en la dieta más verduras, más frutas, más setas, más especias…, que van a hacer que nuestro cuerpo reduzca muchísimo la inflamación, pero lo que consigue eliminar el dolor no es solamente la alimentación y, como digo en el libro, hay otros pilares importantes, que son básicamente nuestros hábitos de vida y nuestras emociones.
Precisamente quería preguntarte por esos otros hábitos saludables que, además de una alimentación adecuada, pueden ayudar a reducir el dolor.
Hay una gran correlación entre el dolor y la deficiencia de vitamina D, y por ello uno de los hábitos que tenemos que retomar en esta vida tan estresante que llevamos, en la que permanecemos muchas horas dentro de casa y en oficinas, es volver a tomar el sol de forma responsable para producir suficiente vitamina D, regular nuestros ritmos circadianos y nuestra melatonina y así dormir muchísimo mejor.
Otro de los hábitos que tenemos que incorporar a nuestra vida diaria es, básicamente, movernos. Cada vez nos movemos menos y es imprescindible empezar a caminar y a hacer ejercicio y, a medida que sanemos nuestros dolores, realizar ejercicio de fuerza, que nos vendrá maravillosamente bien a cualquier edad.
Lo que consigue eliminar el dolor no es solamente la alimentación, sino que hay otros pilares importantes que son básicamente nuestros hábitos de vida y nuestras emociones
Y luego está la parte emocional. Muchas veces nos damos cuenta de que tenemos estrés, pero ni sabemos, ni tenemos herramientas, para controlar ese estrés. Necesitamos identificar todo aquello que nos genera estrés, tanto en nuestra familia, como en nuestro trabajo, o nuestro día a día, y empezar a sentir emociones que nos eleven, como explico en el libro; sentir más gratitud, más amor, e incluso perdonar cosas que nos hacen estar de mal humor todo el tiempo, ya que esa actitud no aporta nada.
De hecho, tenemos mucha tendencia a somatizar las emociones, lo que puede llegar a aumentar la percepción del dolor. ¿Cambiar la alimentación también nos ayuda a controlar o manejar mejor esas emociones?
Por supuesto. Muchas de mis clientas al cabo de solo dos semanas de haber establecido el cambio de alimentación me dicen que se sienten menos ansiosas, más felices, que se comunican mejor con su familia… Y esto ocurre porque empieza a cambiar la dinámica de la microbiota y genera compuestos antiinflamatorios que afectan a las neuronas y al sistema nervioso central. Por ello, si nuestro intestino está menos inflamado, nuestro cerebro está menos inflamado y las emociones se pueden trabajar muchísimo mejor. Únicamente con ese cambio y una buena hidratación la gente se siente más feliz y con mayor claridad mental.
Una vez en ese estado de máxima nutrición podemos trabajar con un profesional que nos ayude a liberar traumas, a entender por qué somatizamos más las cosas desde que somos pequeños, por qué le damos muchas vueltas a los problemas en la cabeza…, y eso va a formar parte de ese proceso de sanación.
Indicas que las mujeres experimentamos mucho más dolor que los hombres, especialmente cefaleas, migrañas, artritis o fibromialgia. ¿Es igual de efectiva la alimentación antiinflamatoria para combatir todas estas molestias con independencia del sexo del paciente?
Efectivamente. A nivel de estadística, hay una diferencia de género. Las mujeres tenemos más dolor por muchas razones, tanto a nivel hormonal, como por la cantidad de tóxicos a los que nos exponemos o cómo procesamos las emociones. Pero este tipo de alimentación también funciona maravillosamente para los hombres.
Las mujeres tenemos más dolor por muchas razones, tanto a nivel hormonal, como por la cantidad de tóxicos a los que nos exponemos o cómo procesamos las emociones
Solo alrededor del 5% de mis clientes son hombres, porque al ser mujer conecto más con las mujeres, pero en ellos el dolor de espalda disminuyó un 70% en menos de una semana únicamente con el cambio de alimentación. Claro que funciona, sí, y funciona para chicas y chicos.
Alimentación que sana: cambia tu plato y elimina el dolor
Afirmas que “cambiar tu plato puede tener consecuencias tan radicales como reducir el dolor en un 80% en 15 días, como me pasó a mí”. ¿Por qué entonces no se prescriben regímenes alimenticios en lugar de analgésicos?
Porque es mucho más difícil invertir el poco tiempo del que disponemos en enseñarle a alguien a comer de manera adecuada y asumimos que en casa se come bien. Lamentablemente, esto no sucede; tenemos muy poco tiempo y tiramos del supermercado, de productos procesados con altos contenidos de azúcares, aceites, harinas y muchos aditivos. Y a largo plazo eso genera mucha inflamación en el cuerpo.
Si tomamos conciencia de ello y eliminamos esos productos y los sustituimos por otros que nos proporcionen más hidratación, como frutas y verduras, el cuerpo siempre va a hacer su trabajo, que es repararse. Y se pueden producir cambios radicales en tan solo cinco días en las personas que tienen un nivel de toxicidad menor y que solo necesitaban variar su alimentación, mientras que otras personas tal vez necesitan 20 días, o un mes o dos, para apreciar un cambio.
Pero se trata de un cambio de estilo de vida. Lo que queremos es evitar que el dolor reaparezca y, por eso, los cambios que introducimos al principio y que nos llevarán a un estado menos inflamado, debemos mantenerlos para seguir disfrutando de esa vitalidad y energía que hemos conseguido.
También dices que la alimentación basada en vegetales es segura en todas las etapas de la vida. ¿Se pueden, entonces, excluir de la dieta de los niños los alimentos de origen animal como carnes, huevos y lácteos?
De hecho, tanto la Organización Mundial de la Salud, como la escuela de nutrición de la Universidad de Harvard –que es una de las más famosas– han estudiado que es totalmente seguro comer 100% plantas desde pequeños y tanto los niños, como los ancianos, como las mujeres embarazadas tienen que llevar una alimentación 100% vegetal.
Nuestro sistema digestivo no puede tolerar grandes cantidades de fibra o de alimentos crudos si no lo hemos entrenado previamente y para eso sirve la técnica del gimnasio digestivo
Pero me gustaría hacer hincapié en que hay diferentes tipos de dietas vegetarianas y cuando hablo de una alimentación destinada a bajar muchísimo más la inflamación es necesario priorizar que los vegetales que comemos estén menos procesados todavía, y consumir menos aceite y evitar la sal para que el cuerpo aproveche la mayor cantidad de nutrientes.
También dedicas un capítulo a los suplementos alimenticios. ¿En qué casos los consideras necesarios?
La mayoría de las mujeres y hombres que sufren dolor tienen grandes deficiencias nutricionales coman carne o no. Tenemos déficit de ciertas vitaminas por el estilo de vida que llevamos y uno de los más habituales es el déficit de vitamina D. Al no estar tan en contacto con el sol no producimos suficiente vitamina D y para superar esa deficiencia lo primero que tenemos que hacer es un cambio de alimentación.
También suele haber un déficit de vitamina B12, incluso en personas omnívoras. Y suplementar con B12 puede ayudar a salir más rápidamente de ese cuadro de dolor e inflamación que la mayoría de las mujeres que sufren dolor crónico llevan soportando 5, 10, o 15 años. Por ello, podemos utilizar la suplementación a nuestro favor, pero siempre y cuando hayamos hecho un cambio de alimentación, porque es la única forma de que funcione.
Ciertas verduras, las legumbres y los cereales integrales producen hinchazón abdominal y gases. ¿Cómo puedes evitar estas molestias con una dieta basada en ese tipo de alimentos?
En el libro explico una técnica que se llama gimnasio digestivo, que consiste en algo parecido a cuando empiezas a ir al gimnasio. Al principio solo levantas una pesita de medio kilo y, progresivamente, vas levantando más peso para ganar más músculo. De la misma manera tenemos que entender a nuestro sistema digestivo, que no puede tolerar grandes cantidades de fibra o de alimentos crudos si no lo hemos entrenado previamente.
La vía farmacológica es un tipo de herramienta que ayuda a superar una crisis, pero cuando hablamos de cronicidad la pastilla puede perder efectividad con el paso del tiempo
Las personas cuyo estómago no tiene suficiente ácido, o que no producen suficiente bilis para procesar esas comidas tienen que ir incrementando poco a poco y de forma progresiva la cantidad de esos alimentos. Incluir un poco más de fruta y un poco más de verdura cada día y comerla cocinada, y cuando ya la toleren bien cocinada introducir poquito a poco la verdura cruda, por ejemplo. No vamos de cero a cien de un día para otro. Es un proceso que puede tardar unas semanas y el protocolo del gimnasio digestivo funciona estupendamente.
¿Qué mensaje final te gustaría transmitir a los lectores y a las personas que luchan contra el dolor?
El mensaje principal que quiero transmitir a las personas que sufren dolor crónico es que existen estrategias que les van a ayudar a reducir ese dolor, que el estilo de vida es lo que ha generado ese dolor y el cambio de estilo de vida es lo que les va a ayudar a despedirse del dolor.
Me gusta decir que la vía farmacológica es un tipo de herramienta que ayuda a superar una crisis, pero cuando hablamos de cronicidad la pastilla puede perder efectividad con el paso del tiempo, que es algo que les ha sucedido a mis asesoradas, que llevan tal vez 5, 10, o 15 años tomando diferentes tipos de fármacos que nunca terminan de funcionar.
Sin embargo, cuando hacen un cambio de alimentación y de estilo de vida se dan cuenta de que el fármaco empieza a funcionar muchísimo mejor y con el tiempo van disminuyendo las dosis hasta el punto de que cuando su cuerpo está totalmente desinflamado ya no necesitan tomar medicación para el dolor y la terminan dejando por completo. Pero eso siempre va a depender de cómo vayan evolucionando y de cómo se vayan sintiendo y también lo deben consultar con su médico.