Griselda Herrero y Cristina Andrades

Dietista-nutricionista en Centro Norte Salud; y psicóloga especializada en nutrición, autoras del libro ‘Psiconutrición'
La psiconutrición nos enseña a tener una relación saludable con la comida. Griselda Herrero y Cristina Andrade nos animan a abrazar este enfoque y cambiar nuestros hábitos para abordar nuestros problemas de peso.
Entrevista a Griselda Herrero y Cristina Andrades
“No podemos afirmar actualmente que existe adicción a la comida en sí misma, pero sí puede existir adicción a determinadas sustancias contenidas en los alimentos”

27 de junio de 2019

Una alimentación saludable supone mucho más que los alimentos que consumimos. La actividad física y diversas patologías también marcan –y mucho– nuestros hábitos alimentarios. La psiconutrición trata de cambiar el enfoque y el abordaje de los problemas de peso para otorgar al paciente herramientas que verdaderamente le ayuden en este sentido. En esa línea trabajan desde hace años Griselda Herrero, dietista-nutricionista y fundadora del centro Norte Salud, y Cristina Andrades, psicóloga especializada en pedagogía y nutrición. Fruto de su experiencia, un libro: Psiconutrición. Aprende a tener una relación saludable con la comida (Editorial Arcopress, 2019). Se trata de una guía para todos aquellos interesados en conocer mejor por qué es importante el trabajo conjunto de un dietista-nutricionista o un técnico superior en dietética y de un psicólogo sanitario o clínico. “La psiconutrición trata de resolver el problema, la raíz que ha generado el problema, de manera que otorga herramientas a la persona para poder gestionar las situaciones que le llevan a tener hábitos inadecuados y así generar un cambio de hábitos que se mantenga a largo plazo; así como acompañarse de un trabajo de gestión emocional”, explican Herrero y Andrades. Un trabajo largo pero eficaz; sin dietas milagro, sin sufrimiento, ni falsas expectativas. Aprendiendo a comer y a disfrutar del placer de la comida y de los hábitos saludables.

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Psiconutrición

¿En qué consiste exactamente el enfoque de la psiconutrición y qué ventajas presenta con respecto a otras formas de abordaje?

Consiste en tener en cuenta más factores que únicamente el alimentario (o la actividad física) en el enfoque de los problemas de peso, o incluso otras patologías. De esta forma, se forma un equipo de trabajo en el que un dietista-nutricionista o un técnico superior en dietética y un psicólogo sanitario o clínico trabajan conjuntamente con la persona para abordar el problema desde la causa y no para tapar el síntoma.

La principal ventaja es justamente esa, que trata de resolver el problema, la raíz que ha generado el problema, de manera que otorga de herramientas a la persona para poder gestionar las situaciones que le llevan a tener hábitos inadecuados y así generar un cambio de hábitos que se mantenga a largo plazo; así como acompañarse de un trabajo de gestión emocional.

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¿Diríais que es difícil tener una relación saludable con la comida en la actualidad?

La sociedad no nos lo pone fácil, pero difícil en sí no es que sea. El problema está en todos esos factores obesogénicos que nos rodean, que nos inducen a comer mal y movernos poco. A esto hay que sumarle la normalización social que existe de comer productos insanos o beber alcohol; en contraposición a los cánones de belleza que nos venden y las exigencias del día a día nos hacen actuar en modo automático olvidando la conexión con nosotros mismos y nuestras necesidades.

Educación nutricional desde la infancia

¿Cuáles son los principales factores que influyen en cómo se va a construir esa relación con lo que comemos?

El principal y más importante es la educación en la infancia. Las conexiones neuronales se empiezan a establecer en los primeros años de vida, así que si estas conexiones van en dirección emoción-alimento, la probabilidad de tener una relación emocional con la comida es mucho mayor. Sobre todo porque se suele utilizar la comida como premio, castigo, chantaje, etcétera. No podemos olvidar la educación psicológica y emocional, las competencias emocionales, se pueden desarrollar desde pequeños y es necesario aumentar la educación en este sentido.

“La psiconutrición une el trabajo de un dietista-nutricionista con el de un psicólogo sanitario o clínico para abordar el problema desde la causa y no para tapar el síntoma”.

Decís que la educación nutricional es importante desde la infancia para establecer unos buenos hábitos alimentarios pero, ¿se pueden cambiar en cualquier momento de la vida?

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Sí, en cualquier momento de nuestra vida podemos hacer cambios a mejor. Obviamente, cuanto antes empecemos, más fácil será. Pero el cambio es posible siempre y cuando estemos dispuestos a ello. La clave muchas veces está ahí.

Psicología y cerebro

¿Cuáles son los principales errores que cometemos con respecto a nuestros hábitos en este sentido?

Comer muchos ultraprocesados en general, privarse de ciertos alimentos por pensar que “engordan”, pasarnos casi todo el día sentados y con baja actividad física, vivir estresados, no cuidarnos ni dedicarnos tiempo o no descansar lo suficiente. Esos son los más habituales.

Factores fisiológicos: cómo influyen en la alimentación

Decís en el libro que las elecciones alimentarias pueden venir determinadas por influencias emocionales, pero también por factores fisiológicos de hambre y saciedad. ¿Existe la adicción en la comida?

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No, no podemos afirmar actualmente que existe adicción a la comida en sí misma, pero sí puede existir adicción a determinadas sustancias contenidas en los alimentos. Por ejemplo, como pasa con el azúcar o con los alimentos muy salados, ricos en grasas trans. Estos generan una mayor apetencia por el alimento, debido a la palatabilidad (la sensación agradable que genera cuando lo comemos).

“Las conexiones neuronales se empiezan a establecer en los primeros años de vida, así que si estas conexiones van en dirección emoción-alimento, la probabilidad de tener una relación emocional con la comida es mucho mayor”.

Habláis también de la apetencia de sabores. ¿De dónde viene nuestra apetencia o nuestro rechazo hacia determinados alimentos?

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Es un mecanismo innato que busca la supervivencia de la especie. Nacemos con una predilección por el sabor dulce (leche materna y alimentos ricos en energía, como los carbohidratos) y una aversión por el sabor amargo (veneno y sustancias tóxicas). Si no influyéramos sobre estos mecanismos innatos, se irían perdiendo con el tiempo.

“Hay una normalización social de comer productos insanos y beber alcohol; en contraposición a los cánones de belleza que nos venden”.

El problema es que con apenas 4 o 6 meses de edad, empezamos a dar a los niños cereales dextrinados o con azúcares, luego cacao azucarado para que se tome mejor la leche (que de por sí es dulce), luego los yogures especiales para niños (con azúcar), chucherías, etcétera. Y, además, no les damos verduras porque como no les gustan. Total que al final estamos potenciando su apetencia por el dulce y como consecuencia el rechazo por el amargo.

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Información y divulgación: dos herramientas en las que apoyarse

Ambas divulgáis en redes sociales y tenéis un buen número de seguidores. ¿Cómo divulgar en nutrición sin caer en ese rechazo hacia las recomendaciones que se alejan de lo que consideramos, erróneamente o no, placentero?

Con evidencia científica siempre. Divulgar implica transmitir información certera y veraz, de manera que el lector disponga de ella y pueda decidir libremente, pero sin engaños ni falsas expectativas. Esa es la clave.

“Nacemos con una predilección por el sabor dulce (leche materna y alimentos ricos en energía, como los carbohidratos) y una aversión por el sabor amargo (veneno y sustancias tóxicas)”.

Desde la psicología lo más importante es no crear ideas de “idealización de la felicidad”, algo que actualmente encontramos en demasiadas ocasiones y nos hacen aumentar la frustración ante nuestras vidas.

Ocurre a menudo que hay un rechazo visceral hacia la información en torno a la Nutrición. No sé si muchas veces nos ponemos a la defensiva cuando alguien nos dice que quizás lo que comemos no sea tan saludable o tan recomendable como pensamos… ¿A qué se debe ese rechazo?

Quizá no queremos admitir algo, o no somos conscientes de ello, o simplemente no queremos serlo porque eso nos hará pensar, reflexionar y enfrentarnos a una realidad que no todos quieren ver.

“Divulgar implica transmitir información certera y veraz, de manera que el lector disponga de ella y pueda decidir libremente, pero sin engaños ni falsas expectativas”.

En Nutrición creo que hay una doble vara de medir. Por un lado están los súper healthy, que no pueden ni permitirse una onza de chocolate si no tiene menos del 85% de cacao, y por otro los que piensan que “sólo se vive una vez”. Ni un extremo, ni otro, hay que buscar el término medio, y no siempre es sencillo encontrarlo.

Por último, ¿por dónde empezar cuando sabemos que queremos y debemos cambiar nuestra alimentación y nuestros hábitos?

Lo primero, tomar la decisión de cambiar, que ya es difícil. Lo segundo, buscar ayuda si no podemos hacerlo solos; ya que la mayor parte de las veces es complicado. Y lo tercero, pero igual de importante, tener una motivación intrínseca (que dependa de uno mismo) que nos ayude durante el proceso de cambio y no olvidar la flexibilidad.

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