Chema Martínez
10 de febrero de 2021
Cuenta Chema Martínez que mantiene en la retina el último kilómetro de la prueba de 10.000 metros del Europeo de Múnich 2002, en el que conquistó su mayor éxito profesional, la medalla de oro de los Campeonatos de Europa de Atletismo. “Por más veces que me pongan el vídeo, me sigo emocionando de la misma manera”, explica. Esa medalla, sin embargo, no luce en las paredes de su casa. Como tampoco lo hacen las otras muchas que conquistó en una dilatada carrera profesional que no ha abandonado del todo, porque a sus casi 50 años sigue compitiendo con la misma ilusión. Que no haya rastros de trofeos en su hogar dice mucho de sus principios (“Lo que me gusta que la gente vea es lo que soy ahora y lo que quiero ser, no lo que fui”), pero también de su filosofía de vida, centrada en el presente como plataforma de impulso para un futuro plagado de nuevos retos. Cuenta Martínez que esa visión de la vida le ayudó a sobrellevar uno de los momentos “más sensibles y delicados” que vive un atleta de élite, el fin de la carrera profesional. Él aceptó esa realidad y llevó a cabo su propia revolución, desarrollando nuevos talentos más allá de su faceta deportiva. Hoy es empresario, ofrece conferencias, colabora de forma habitual con medios de comunicación y, además, tiene tiempo para escribir –acaba de publicar su quinto libro, R-Evolución: aprende a avanzar en la carrera de la vida (Harper Collins)– y compartir los aprendizajes extraídos tras una vida en la que, dice, se ha confundido mucho y ha fracasado bastante. Y es que, como él mismo asegura, nunca se aprende tanto como en el fracaso y en la derrota.
“Una vez que cerré esa etapa (la del atletismo profesional), comprendí que detrás de esa había otras”, escribes en el libro. ¿Puede que ese, el cierre de la etapa profesional, sea uno de los momentos más delicados en la vida de un deportista de élite?
Yo creo que posiblemente es el momento más sensible y delicado. La vida de los deportistas está marcada por muchos momentos complicados en los que tienes que superarte para ser capaz de alcanzar los objetivos que necesitas, pero dejar atrás una etapa de la vida es algo que cuesta asimilar. Y primero que nada lo que cuesta asumir es precisamente la realidad de que ya no eres el deportista en plena forma que fuiste, sino que te encuentras en el fin de tu carrera. Ese es el gran paso que tienen que dar los deportistas. Asumir esa realidad, ser honestos y empezar una nueva etapa de la vida para la que deberán prepararse como se preparaban para competir en la élite.
Te preguntaba lo anterior porque cuántas vidas de deportistas se han perdido por el camino al cerrar esa etapa profesional y no ser capaces de encontrar otra, de sobrevivir a una vida sin focos y sin la rutina que marca la exigencia del deporte de élite…
Es que es muy complicado. Hay muchos ejemplos de deportistas que no han sido capaces de avanzar tras acabar su carrera, que se han quedado estancados. Yo digo en el libro que no me gusta vivir del pasado, sino que construyo mi futuro a través de mi presente. Pero hay deportistas a los que les cuesta asumir esto.
“El gran paso que tienen que dar los deportistas profesionales es asumir el fin de su carrera, ser honestos consigo mismo y empezar una nueva etapa de la vida para que le deberán prepararse como se preparaban para competir en la élite”
Al final vivimos en una burbuja, en un mundo diferente al que vive una persona normal, pero que tiene una fecha de caducidad. Hay veces en que salir de esa burbuja cuesta, que uno no encuentra su lugar en el mundo, que se siente sólo, desamparado, fuera de lugar. Es una realidad que la sociedad tendría que tener mucho más en cuenta: que los deportistas dedican buena parte de su vida para hacer lo mejor para ellos, para sus clubs, para su país, y luego en un momento determinado se ven fuera de los grandes focos y del cariño de la gente. Es algo difícil de asumir.
El prólogo de tu libro lo escribe un gran amigo y deportista, Iker Casillas. ¿Es él un ejemplo de R-Evolución?
Por supuesto. Iker ha tenido que superar muchos obstáculos en su vida, pero ha conseguido el triunfo en muchas ocasiones, se ha convertido en alguien protagonista dentro de su mundo, en un referente, una leyenda. Lógicamente ver truncada tu carrera deportiva no cuando tú quieres, sino cuando un problema de salud te impide seguir ejerciendo, te obliga a reinventarte y revolucionarte. Y en eso Iker es un gran ejemplo, está sabiendo evolucionar y no quedarse estancado en lo que fue, porque aún tiene mucha vida por delante.
Tú, como dejas bien claro en el libro, eres un hombre de R-Evoluciones. Pero, si te pidiese elegir una, ¿Cuál dirías que ha sido la mayor R-Evolución de tu vida?
Pues no lo sé. Pienso sinceramente que las revoluciones nunca se acaban, que al final estamos expuestos a revoluciones constantes porque el mundo no se para. Posiblemente donde sí que he podido marcar un punto importante de revolución fue al ser capaz de desarrollar talentos más allá de la faceta deportiva. En ese sentido siempre he intentado buscar nuevas y mejores versiones de mí, intentar explotar otros talentos que podía tener, y trabajar para conseguir vivir con pasión. Yo creo que esa ha sido mi mayor revolución.
Aprender de las derrotas
“Me interesa más lo que (las medallas y los éxitos) dejan en el carácter, lo que se aprende para llegar a ellos. Lo que hay que esforzarse y las muchas derrotas”, escribes. Casillas, en el prólogo, también habla mucho de esas derrotas (errores, lesiones, partidos perdidos). ¿Se aprende más en la derrota que en la victoria?
Por supuesto. En mi caso, además, tienes muchas más derrotas que victorias, así que inevitablemente tengo más que aprender de ellas (risas). En todo caso, si eres capaz de hacer una crítica constructiva de lo que te ha sucedido, sales muy reforzado porque ya sabes lo que tienes que hacer la siguiente vez. Las derrotas y los fracasos son herramientas vitales para evolucionar y mejorar.
“Los deportistas de élite vivimos en una burbuja con fecha de caducidad. Hay veces en que salir de esa burbuja cuesta, que uno no encuentra su lugar en el mundo, que se siente sólo, desamparado, fuera de lugar”
¿Dirías entonces que se puede entender un deportista de élite sin las derrotas?
No creo que exista ningún deportista de alto nivel que haya llegado ahí sin aprender de las derrotas. Como dice el dicho, el buen deportista se hace en los malos momentos. Si no eres capaz de superar un momento de dificultad, jamás serás un gran deportista.
“En la derrota, si eres capaz de hacer una crítica constructiva de lo que ha sucedido, sales muy reforzado porque ya sabes lo que tienes que hacer la siguiente vez”
Cada vez que te caes y te levantas, creces como persona y deportista, así que como te digo, no creo que haya ningún deportista de élite que no haya tenido que sufrir derrotas y levantarse y aprender tras ellas.
Hoy tienes claro esa enseñanza de la derrota, pero en el libro reconoces que durante mucho tiempo el proceso de digestión del fracaso era temible. ¿Se aprende también a fracasar y a extraer los aprendizajes de las derrotas?
Sí. La vida al final no deja de ser un aprendizaje constante. De todo se aprende y todo se entrena. Y para empezar hay que asumir esas derrotas o esos momentos delicados desde la objetividad, planteándose qué ha pasado, si uno ha hecho todo lo que estaba en su mano, el porqué de las cosas. Eso te ayuda a tener mucho más claro lo que quieres y por dónde mejorar.
Si eres un gran deportista esas derrotas te ayudan a reforzar tus puntos menos buenos y a seguir cultivando los buenos. Como dices, yo al principio digería muy mal las derrotas, pero el tiempo y la madurez te ayudan a verlas con perspectiva y con objetividad para sacar mejores aprendizajes.
Mirar siempre hacia delante
Tras leer tu libro he llegado a la conclusión de que la filosofía de vida que transmites en R-Evolución tiene un punto básico: mirar siempre hacia delante.
Exacto. Eso es clarísimo. Este fin de semana he corrido el campeonato de España de Snow Running cuando estoy a punto de cumplir 50 años. Creo que una persona que vive anclada en el pasado está condenada al fracaso en todos los niveles de la vida.
“Las derrotas y los fracasos son herramientas vitales para evolucionar y mejorar”
Al final la clave de la vida es vivirla con pasión, haciendo lo que te gusta de la mejor forma posible. Y sobre todo no viviendo de lo que has hecho, sino de lo que te queda por vivir. De lo contrario la vida sería un aburrimiento y perdería riqueza, todos contando batallas del pasado…
Tú te has tomado tan a pecho ese mantra que escribes que en tu casa no tienes un solo trofeo expuesto. Con lo bien que lucen.
Realmente los tengo y hay momentos en que me hace falta recordar y revivir momentos clave de mi vida en los que he sido feliz o he tenido éxito. Hay muchos de esos momentos que los tengo en la retina. Pero sí que es cierto que si entras en mi casa no verás ninguna medalla colgada o algo que pueda hacer ver que en esa casa vive un atleta profesional. Y lo mismo mi mujer, que también ha sido olímpica. Para nosotros y nuestros hijos el deporte es una parte importantísima de nuestras vidas, pero no hacemos una exposición constante de lo logrado.
“Si no eres capaz de superar un momento de dificultad, jamás serás un gran deportista. Cada vez que te caes y te levantas, creces como persona y como deportista”
Somos lo que somos gracias a lo que hemos hecho, pero eso no implica que estemos constantemente mostrando y hablando de eso que hemos hecho. Lo que me gusta que la gente vea es lo que soy ahora y lo que quiero ser, no lo que fui.
De esos momentos que tienes marcados en la retina, ¿cuál recuerdas con más cariño?
El 7 de agosto de 2002 en Múnich. Ese momento para mí es brutal. En cualquier momento que me hace falta volver a ver lo que fui como deportista, porque hay gente que me sigue ahora pero no sabe lo que alcancé como atleta, pienso en esa carrera, en esa medalla de oro en 10.000 metros, ese último kilómetro. Por más veces que me lo pongan me sigo emocionando de la misma manera. Son momentos que se quedan para siempre.
El otro te diría que en Barcelona 2010, en mi último campeonato, cuando conseguí la medalla en maratón estando mi mujer y mis hijos presentes. Ese compartir un momento así marca mucho.
Puede que haya gente que lea esta entrevista que de repente se quede en una situación económica delicada, que pierda un trabajo por el que ha luchado toda su vida, que pierda a un familiar (como están perdiendo muchos en la pandemia)… ¿Por dónde empezar la R-Evolución?
En el libro hablo de diferentes factores: que todos tenemos un talento que desarrollar que igual desconocemos, el esfuerzo, el pensar en el hoy y el mañana, el afrontar la vida con optimismo… Sé que es complicado, todos pasamos por momentos malos, perdemos a familiares, tenemos amigos con dificultades. La clave estar en solventar esas dificultades, lógicamente una a una, sin volverse loco, y sobre todo en afrontar la vida con optimismo, que nunca viene mal. De todas las situaciones complicadas se sale, simplemente hay que esforzarse un poco más, buscar nuevas alternativas, reinventarse, y tarde o temprano las cosas llegan.
“Lo que me gusta que la gente vea es lo que soy ahora y lo que quiero ser, no lo que fui”
También añado siempre el valor de la paciencia, que es una característica que se adquiere con el tiempo como corredor de fondo; la confianza en uno mismo, que es esencial; y el no dejar nunca de perseguir aquello que deseas. Son muchas cosas. En el libro doy muchos consejos porque yo me he confundido mucho y he fracasado bastante (risas), pero eso me ha dado muchas herramientas para poder utilizar en mi vida. La revolución, en última instancia, depende de cada uno de nosotros.