Javier S. Morales

Doctor en Ciencias del Deporte, experto en ejercicio y cáncer infantil, autor de El ejercicio: un muro contra el cáncer
El investigador Javier S. Morales, Premio Nacional de Medicina del Deporte y coautor de El ejercicio: un muro contra el cáncer, nos desgrana los beneficios de mantenerse activos físicamente para prevenir el cáncer o favorecer su tratamiento.
Javier S. Morales
“La combinación de ejercicio aeróbico y ejercicio de fuerza es la que proporciona los mayores beneficios tanto a nivel de prevención, como para ayudar en el tratamiento del cáncer”

2 de febrero de 2024

Cada vez hay más evidencia (y más sólida) del impacto que una vida saludable tiene en la prevención de numerosas enfermedades, entre ellas el cáncer. Dentro de ese estilo de vida, el ejercicio físico es un pilar fundamental. Sin embargo, y pese a toda esa evidencia, vivimos en sociedades cada vez más sedentarias. La Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) calcula que una persona sedentaria aumenta en un 26% el gasto del sistema público de salud. “Es un coste inasumible”, afirman Adrián Castillo, Javier S. Morales y Pedro L. Valenzuela, directores de Fissac, uno de los portales de divulgación más importantes en habla hispana en el ámbito de las ciencias del ejercicio, y autores de El ejercicio: un muro contra el cáncer (Espasa), un volumen de divulgación que explica de manera accesible pero rigurosa la estrecha relación entre ejercicio y cáncer. En Webconsultas hemos charlado con Javier S. Morales, investigador centrado en el ejercicio y el cáncer infantil y Premio Nacional de Medicina del Deporte, para indagar un poco más en esa relación.

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El ejercicio físico desempeña un papel fundamental en la prevención y tratamiento de un sinfín de enfermedades crónicas. ¿Crees que como sociedad somos cada vez más conscientes de esto?

Portada "El ejercicio un muro contra el cáncer"

La verdad es que basta con mirar las estadísticas. Actualmente las tasas de sedentarismo están en máximos históricos y una de las principales razones es el desarrollo tecnológico que, si bien ha traído multitud de ventajas y beneficios para la sociedad, también ha traído eso: que no necesitamos movernos para sobrevivir.

Si a eso unimos el ritmo de vida desenfrenado que llevamos, que hace que tengamos poco tiempo para cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud mental… Pero respondiendo a tu pregunta, te diré que tenemos bastante asumido que tenemos que movernos y demás, pero creo que el mensaje no ha calado lo suficiente para ponerlo en práctica. De hecho, cada vez nos movemos menos.

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Decís en el libro que la inactividad física supone “un coste inasumible para los sistemas de salud”. Teniendo esto en cuenta, ¿faltan más o mejores políticas públicas de promoción del ejercicio físico?

Probablemente sí. De hecho, igual que se pone mucho el foco en la alimentación, a nivel de políticas públicas relacionadas con los beneficios del movimiento creo que carecemos de políticas de calado, que lleguen verdaderamente a la sociedad para que lo pongamos en práctica. Los datos están ahí. Y esas políticas serían en beneficio de todos, porque la falta de movilidad tiene un impacto muy grande en nuestra salud, ya que aumenta el riesgo de desarrollar muchas enfermedades.

Recientemente se publicaba un estudio en el British Journal of Sports Medicine que concluía que apenas 22 minutos al día de ejercicio moderado (andar rápido, pasear en bici o hacer tareas de limpieza intensa) o vigoroso (trotar, jugar al fútbol o al tenis o pedalear con más intensidad) podrían ayudar a compensar los efectos negativos para la salud del sedentarismo y reducir el riesgo de mortalidad por cualquier causa. Es realmente muy poco. ¿Por qué cuesta tanto meter el ejercicio físico en las rutinas?

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Hay varios estudios que han indagado ya en los beneficios de estas pequeñas píldoras de actividad física durante nuestra actividad cotidiana. El problema, creo, es que tenemos una concepción del ejercicio físico que en nuestro imaginario se limita a salir a correr, ir a nadar, salir en bici o ir al gimnasio, más un tipo de actividad aeróbica.

No somos tan conscientes del impacto que pueden tener esas píldoras cotidianas como subir las escalares andando o cargar con la compra desde el supermercado hasta casa

Pero no somos tan conscientes del impacto que pueden tener esas píldoras cotidianas como subir las escalares andando o cargar con la compra desde el supermercado hasta casa, que nos proporcionan muchos beneficios a nivel físico y a nivel mental. Estos estudios lo cierto es que tienen mucho recorrido, pero luego no sé si es que no sabemos cómo transmitirlo a la población, porque lo cierto es que sus recomendaciones no se ponen en práctica.

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Ejercicio para prevenir el cáncer y mejorar su pronóstico

Como decíamos, el estudio señalaba que esa breve ‘píldora’ de ejercicio físico reducía la mortalidad por cualquier causa, incluido el cáncer. ¿Cuál es la relación entre cáncer y ejercicio físico?

A nivel de prevención primaria, hay muchísima evidencia científica que demuestra los beneficios del ejercicio físico para prevenir la aparición del cáncer. Y, una vez diagnosticada la enfermedad, sabemos que el ejercicio físico puede ser un tratamiento complementario al resto de tratamientos médicos clásicos, ya que se ha comprobado que tiene el potencial de mejorar la eficacia de estos tratamientos y de minimizar los efectos secundarios asociados a los mismos.

El cáncer es una enfermedad de la vejez, pero como decís en el libro, cada vez se diagnostican antes de los 50 años cánceres como el de colon y recto. ¿Cuánto tiene que ver en esto nuestro estilo de vida?

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El riesgo de tener cáncer aumenta con la edad, pero como bien dices cada vez se diagnostican más tumores en personas jóvenes, sobre todo cánceres como el colorrectal, que es un tumor muy asociado a la vejez.

La falta de ejercicio físico tiene un impacto muy grande en nuestra salud, ya que aumenta el riesgo de desarrollar muchas enfermedades

¿Qué papel juega en este caso el estilo de vida? Pues uno muy importante. Es evidente que el cáncer tiene un componente genético, pero también está claro que el estilo de vida influye y mucho. Al final esa pandemia de sedentarismo que sufrimos repercute, y lo mismo otros hábitos como una mala alimentación, los altos niveles de estrés, la falta de sueño, el consumo de tabaco y alcohol…

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Explicáis en el libro que el ejercicio “vuelve infértil el ecosistema del cáncer”. ¿Se puede explicar de forma sencilla cómo consigue esto el ejercicio físico?

Vamos a intentarlo. Al final la estructura y el ambiente celular son determinantes en el comportamiento de las células cancerígenas; es decir, que las condiciones de ese ambiente pueden ayudar a que se potencie o inhiba el crecimiento de las células con un genotipo tumoral; y ese ambiente está muy asociado a su vez a determinados componentes del estilo de vida. En este caso, el ejercicio físico puede crear un contexto en el que los mecanismos que desatan el cáncer se vean restringidos.

¿Hablamos de cualquier tipo de ejercicio físico, o hay alguno que sea más recomendable en este sentido?

Solemos diferenciar grosso modo entre actividad aeróbica (correr, nada, salir en bici, etcétera) y el entrenamiento de fuerza, que no se circunscribe únicamente a ir al gimnasio. Ambos tipos por sí mismos pueden ser muy beneficiosos, ya que ambos promueven diferentes efectos positivos para la salud.

Una vez diagnosticado el cáncer, el ejercicio físico puede ser un tratamiento complementario al resto de tratamientos médicos clásicos, ya que mejorar su eficacia y minimiza sus efectos secundarios

La actividad aeróbica, por ejemplo, puede ayudar, a mejorar la capacidad cardiorrespiratoria y reducir algunos factores de riesgo cardiometabólicos; mientras que el entrenamiento de fuerza puede ser crucial para preservar e incluso aumentar la masa muscular y ósea, que son dos aspectos que se ven muy perjudicados con el cáncer y sus tratamientos.

La evidencia científica en todo caso es bastante clara: es la combinación de ambos tipos de ejercicios la que proporciona los mayores beneficios tanto a nivel de prevención, como para ayudar en el tratamiento.

Como se suele decir, no sé si acertadamente, tener cáncer es una lotería, pero si llevas un estilo de vida malo, estás comprando más papeletas. Si uno lleva un buen estilo de vida, hace ejercicio de forma regular, etcétera, y se le diagnostica un tumor, ¿haber llevado ese estilo de vida saludable puede ayudar a mejorar el pronóstico de la enfermedad y conseguir que los tratamientos sean más eficientes?

Sin duda. Esta es una pregunta muy interesante porque es algo básico de entender. Si bien el estilo de vida, como hemos dicho, es fundamental a la hora de prevenir el cáncer, no deja de haber un cierto componente genético contra el que no se puede luchar.

A nivel de prevención primaria, hay muchísima evidencia científica que demuestra los beneficios del ejercicio físico para prevenir la aparición del cáncer

En estos casos, haber tenido un estilo de vida saludable, si bien no te libra de desarrollar la enfermedad, es evidente que mejora el pronóstico, ya que, como hemos dicho antes, el ejercicio físico mejora la eficacia y reduce los efectos secundarios de estos tratamientos. Al final has preparado a tu cuerpo para enfrentarse a la adversidad.

Y si no ha sido este el caso, ¿introducir el ejercicio físico debería ser parte del tratamiento de un paciente oncológico?

Sí, sí. Los beneficios son igualmente importantes. De hecho, es recomendable empezar a hacer ejercicio desde el mismo momento del diagnóstico. Cuanto antes se empiece, mejor.

¿Qué cuatro o cinco consejos daríais a la población para intentar en la medida de lo posible mantener a la palabra cáncer alejada de sus vidas?

Sobre todo, que huyan del sedentarismo, que se muevan más y mejor. Y luego tener los mejores hábitos posibles: no fumar, no beber alcohol, tener una alimentación equilibrada, huir en la medida de lo posible del estrés y tener una vida social activa. En resumen, vivir bien dentro de las posibilidades de cada uno.

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