Nazareth Olivera
8 de julio de 2022
Natareth Olivera Belart es matrona y ejerce como tal en uno de los paritorios madrileños más respetuosos y con mejores estadísticas de la capital. Además, y gracias a su experiencia acumulada, se ha convertido en una de las divulgadoras más seguidas en España en el ámbito del embarazo, el parto y el posparto. Su cuenta de Instagram, @comadronaenlaola, suma más de 83.000 followers. Entre eso y su primera vocación periodística, que se refleja inevitablemente en su escritura, era cuestión de tiempo que a las librerías llegara su primer libro. Ser mamá: Guía de embarazo, parto y posparto con evidencia y emoción (Grijalbo), que ya suma dos ediciones, es una completísima guía basada en la última evidencia científica para explicar unos procesos fisiológicos normales que, en su medicalización y en su alejamiento de la cotidianidad, se han convertido en motivo de no pocos miedos para las mujeres. “Hoy en día las mujeres vivimos los embarazos y partos con mucho miedo, con un miedo que no es fisiológico, sino más bien patológico”, concede Nazareth, que reivindica el papel de las matronas y la capacidad de brindar a las mujeres los últimos avances médicos sin que eso conlleve perder intimidad y la posibilidad de vivir un parto memorable.
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“Mi mayor deseo como matrona siempre ha sido devolver el conocimiento del cuerpo a las mujeres”, escribes en la introducción de Ser mamá. ¿Cuándo se perdió ese conocimiento por el camino?
Pues yo te diría que hace mucho tiempo. Antes las mujeres se acompañaban, se asistían los partos como buenamente podían, pero también se transmitían una serie de conocimientos entre ellas. Esto se empezó a perder un poco cuando la medicina se comenzó a desarrollar más como una ciencia. Ahí se empezó a desplazar a las mujeres del proceso de parto. Empezaron a entrar los hombres, la medicina no se permitía ejercer a las mujeres, e incluso hubo una época de persecución a las comadronas, que eran consideradas brujas.
Ahí se rompió con un conocimiento que obviamente era el que era, con sus muchas limitaciones, y se creó una barrera según la cual los médicos eran los únicos que sabían. Ya en torno a 1900-1950, en un contexto mucho más industrializado, el paso del parto de las casas a los hospitales fue otro golpe para el conocimiento de las mujeres. Es cierto que bajaron las cifras de mortalidad y se mejoraron muchas cosas, pero a su vez fue una expropiación absoluta de los conocimientos y de los procesos de las mujeres.
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Centrándonos en los procesos de embarazo, parto y posparto, ¿cuáles dirías que han sido las consecuencias de esa pérdida de conocimiento sobre su propio cuerpo que han experimentado las mujeres?
Yo creo que vivimos los embarazos y partos con mucho miedo, con un miedo que no es fisiológico, sino más bien patológico. Las mujeres tienen muchos miedos extremos durante su embarazo, y también en relación al parto, que no se corresponden con lo que realmente son: unos procesos fisiológicos absolutamente normales.
Hoy en día las mujeres vivimos los embarazos y partos con mucho miedo, con un miedo que no es fisiológico, sino más bien patológico
No sé si es cosa mía, pero tengo la sensación de que la divulgación que estáis haciendo matronas como tú está devolviendo ese conocimiento a las mujeres. Por tu experiencia, ¿sientes que acompañas a mujeres cada vez más empoderadas?
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Sí, aunque es cierto que yo trabajo en un hospital muy reconocido por su atención al parto respetuosa y basada en la evidencia. Es verdad que tenemos un perfil de mujeres que vienen muy informadas y teniendo muy claro lo que quieren. Pero también es verdad que siguen llegando muchas mujeres que no sienten necesidad de informarse y que llegan confiando ciegamente en lo que les vas a hacer. Y es verdad que a estas mujeres también les va muy bien, pero porque en mi hospital hacemos las cosas bien. Cuando no es así, se juntan el hambre con las ganas de comer.
Embarazo: entre miedos y mitos
Como matrona, acompañas a las mujeres durante todo su embarazo. ¿Cuáles dirías que son las principales preocupaciones de las mujeres en este momento vital?
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Por supuesto todas tienen la preocupación de que el bebé esté bien cuando van a los controles rutinarios. También les preocupa cada vez más el hecho de poder tener un parto respetado, informado, en el que les pidan consentimiento y puedan opinar. Yo te diría que esas son las dos cosas principales.
A las mujeres les preocupa cada vez más el hecho de poder tener un parto respetado, informado, en el que les pidan consentimiento y puedan opinar
Y luego también empieza a haber preocupación por el posparto y eso es algo muy positivo. Antes preocupaba el embarazo y el parto, pero no había un interés específico en el posparto. Hoy en día las mujeres son más conscientes de que el posparto no es cualquier cosa, que puede tener momentos complicados, y es algo a lo que las mujeres cada vez prestan más atención.
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El embarazo es un proceso repleto de mitos, supersticiones y verdades a medias. ¿Cuál te sigue sorprendiendo más y cuál sigue resultando más difícil de desterrar?
Mitos hay infinitos. Desde ese mito terrorífico según el cual si la mujer embarazada está guapa es un niño, y si está fea es una niña. Y luego a mí hay cosas que en plena ola de calor me parecen terribles, como decirle a una mujer a término que no se puede bañar en la piscina o en el mar. Las embarazadas no son bombas de relojería, pueden llevar una vida absolutamente normal.
¿Cuáles dirías que son las recomendaciones básicas para un embarazo saludable?
Yo creo que es fundamental hacer una revisión de la nutrición. Para un embarazo sano hace falta una placenta sana y la única manera de nutrir una placenta es nutriendo a la madre. En casos en los que un bebé no está creciendo como debería, por ejemplo, y en los que no existe ninguna patología en la placenta, muchas veces simplemente mejorando la nutrición de la madre estos bebés crecen.
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Luego, idealmente, también habría que procurar hacer un poco de ejercicio, intentar regular los niveles de estrés, que se sabe que aumentan las tasas de parto prematuro –algo complicadísimo en este mundo que exige a las mujeres trabajar hasta la semana 40–; y, en la medida de lo posible, descansar lo suficiente, aunque lo cierto es que esto muchas veces es algo complicado durante el embarazo.
La medicalización del parto y la episiotomía por sistema
Hace poco entrevistaba a Montse Esquerda, psicóloga experta en duelo, y me decía que la muerte “se ha profesionalizado” y que se ha convertido también en un problema médico, lo que ha hecho que la gente pierda cercanía con ella. ¿Podríamos decir que algo parecido ha pasado con el parto?
Sí, totalmente. El traslado de los partos al hospital mejoró los datos de salud, pero por el camino, para llegar a esos resultados, nos hemos llevado por delante el hecho de que el parto es un evento íntimo de la vida sexual y reproductiva de las mujeres; lo hemos convertido en un evento médico que se basa únicamente en sacar al bebé vivo sea como sea, sin respetar los cuerpos de las mujeres, sin pedirles consentimiento para nada.
Las mujeres embarazadas no son bombas de relojería, pueden llevar una vida absolutamente normal
Así que están bien todos los recursos que tenemos para que los resultados en salud sean adecuados, pero esto no debería estar reñido con respetar los procesos de parto, su intimidad. Podemos asistir con todos los recursos del mundo y a la vez proteger la intimidad de las mujeres, permitirles que tengan partos memorables.
Cada vez hay más denuncias (o se escuchan más, al menos) de violencia obstétrica. ¿Es una consecuencia de esa medicalización del parto, de tratar este proceso fisiológico como si fuese una enfermedad?
Desde luego. Medicalizar los partos sin necesidad, además, está relacionado directamente con más casos de violencia obstétrica. Y no debería ser así, porque incluso el parto más medicalizado debería ser respetado y acompañado, informando a la mujer y pidiéndole consentimiento para todo. El problema es que cuando hemos medicalizado el 100% de los partos y no respetamos nada de lo que la mujer necesita, la violencia obstétrica es inevitable.
Si a ti te dicen que según la evidencia científica la mejor manera de hacer una cirugía cardíaca es esta, tú no la haces de otra forma. Sin embargo, en la asistencia al parto sí que pasa esto. Es tremendo
Por ejemplo, pasa mucho con el hecho de realizar episiotomías por sistema. Si el bebé está bien no hace falta para nada realizar una episiotomía, pero hemos llegado a un punto en que el profesional parece tener el derecho a hacerla sin pedir ni siquiera consentimiento a la madre. Eso es violencia obstétrica.
Las matronas sois quienes debéis acompañar por regla general un parto normal y de bajo riesgo. Sin embargo, las y los ginecólogos cada vez tienen mayor presencia e, incluso, algunas mujeres parecen necesitar su presencia para sentirse seguras. ¿Te sorprende?
Muchas veces se pinta esto como una guerra entre ginecólogos y matronas, cuando no debería ser así. La matrona es la especialista en parto normal y es la que debe asistir un parto normal de principio a fin sin que un ginecólogo tenga que hacer acto de presencia. Lo que pasa es que en algunos hospitales los ginecólogos no respetan la autonomía de las matronas, creen que deben supervisar todo el trabajo. Y esto no debería ser así, porque somos unas profesionales absolutamente autónomas.
Podemos asistir los partos con todos los recursos del mundo y a la vez proteger la intimidad de las mujeres, permitirles que tengan partos memorables
En el momento en que un parto se complica, o la matrona considera que el parto no evoluciona bien, somos nosotras las que llamamos al ginecólogo para que haga una valoración. Si esto fuese así siempre, no habría problemas. Yo tengo una visión sesgada porque trabajo en un sitio donde los ginecólogos respetan el trabajo de las matronas y tenemos unos resultados obstétricos brutales, pero en muchos sitios lamentablemente esto no es así.
La matrona es la especialista en parto normal y es la que debe asistir un parto normal de principio a fin sin que un ginecólogo tenga que hacer acto de presencia
Al final es una cuestión de evidencia científica: cuando los partos normales los atienden las matronas los resultados son mejores. Es cuestión de competencias. Pero como en muchos hospitales esto no es así, muchas mujeres siguen pensando que la matrona no es suficiente, o que el parto no es seguro si no está también un médico.
Al hilo de las denuncias de las que hablábamos antes, cada vez hay más voces y más medidas que nos encaminan hacia lo que se ha dado en llamar la humanización del parto. ¿Dirías que queda mucho para esa realidad en que la humanización sea generalizada?
Sí, sí, queda muchísimo. Es verdad que hay una lucha cada vez mayor y que muchos hospitales están haciendo cambios y trabajan bastante bien, pero lo cierto es que no deja de haber mujeres que te escriben, te cuentan experiencias, y a ti te parece increíble que sigan pasando determinadas cosas en un hospital. El otro día, por ejemplo, me escribió una mujer de 23 años para contarme que le habían hecho una cesárea en la semana 37 porque el ginecólogo le dijo que era muy estrecha. Y le hizo una cesárea y se quedó tan ancho.
Si el bebé está bien no hace falta para nada realizar una episiotomía
Cuando te cuentan esto te das cuenta de que no hemos avanzado tanto, de que estos señores se sienten impunes para realizar estas prácticas. Partiendo de la base de que muchos hospitales no siguen las últimas recomendaciones de asistencia al parto, podemos decir que sí, que queda mucho por hacer y que se sigue sobre interviniendo de una manera que no está justificada de ninguna de las maneras. Esto en otras disciplinas médicas sería imposible. Si a ti te dicen que la mejor manera de hacer una cirugía cardíaca es esta, tú no la haces de otra forma. Sin embargo, en la asistencia al parto sí que pasa esto. Es tremendo. No hay por dónde cogerlo.